
Algo sencillo. Los dos tipos de liberalismo que se dan en la primera mitad del XIX, por un lado el doctrinario (más conservador; defensor de la soberanía nacional, del sufragio censitario, de la limitación de algunos derechos ciudadanos, de la monarquía parlamentaria) y el democrático (más progresista; valedor de la soberanía popular, del sufragio universal, del respeto a los derechos individuales, de la República como forma de Estado). Este alumno, al menos, hizo uso de uno de los conceptos que siempre se ha estudiado en filosofía, “la navaja de Ockham” o principio de economía, es decir la respuesta más simple suele ser la acertada, y contestó así: “el liberalismo democrático apoya la democracia y el doctrinario la doctrina”. Sin complicarse, vamos. Y es que, cuando no se tiene ni idea, de perdidos al río… como este otro: “Los factores ideológicos del imperialismo son los factores con ideas ideológicas que ayudaron al imperialismo en la técnica de la ideología”.
Y seguimos con verdades verdaderas: “La Primera Guerra Mundial fue una guerra total porque los países se centraban principalmente en derrotar al enemigo”. Y es que hay que estar a lo que se está, y no en tontás, como los políticos de ahora. No fue el mismo, pero podría haberlo sido: “Stalin creó un gobierno personal donde se mentía sobre verdades”.
Ciertos despistes terminológicos a costa de la época de la Restauración borbónica: “en el sistema de Restauración las elecciones electorales se veían truncadas para que los partidos ganaran”.

Más problemas con los conceptos: “Montesquieu fue un ilustrador junto a Rosseau”.
Más allá de la castellanización del nombre del Archiduque Franz Ferdinand en Francisco Fernando, algún alumno le busca antepasados muy españoles a este heredero de la corona austrohúngara cuyo asesinato en Sarajevo fue el detonante de la Primera Guerra Mundial: “La causa final de la guerra fue el asesinato del archiduque Francisco Fernández”. En su casa le llamaban Paco, seguro.
Es que en Historia, con tanto nombre y tanta fecha, uno a veces mezcla cosas: “La revolución de 1820 se inició en España, donde en 1820 el comandante don Rodrigo se pronunció contra la monarquía absoluta de Luis XVI”.

Para terminar, un interesante análisis sobre la influencia negativa de la diplomacia secreta en las relaciones internacionales anteriores a la I Guerra Mundial, y que deja bien a las claras por qué el presidente de EEUU Wilson reclamaba la desaparición de esta práctica como condición básica de una paz duradera: “algunos tratados eran secretos porque no sabías algunas veces con quien habías formado el pacto si con el enemigo o con el aliado”… y claro, era un jaleo que así no había Dios que se aclarase.
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