
Aunque el momento más determinante de su vida fue la II Guerra Mundial, la biografía de Churchill es extraordinariamente extensa, llena de anécdotas y vivencias curiosas. Incluso han surgido leyendas en torno a su figura, como aquella que vincula su juventud a la de Alexander Fleming, y que, por si alguien lo dudaba, es falsa.
De familia noble, su padre fue un importante político británico del siglo XIX. A pesar de convertirse en político y diplomático como su progenitor, sus relaciones no fueron buenas, lo que provocó que Winston no fuese un buen estudiante y se decantase en principio por la carrera militar, participando en la guerra de los Boers y protagonizando una espectacular fuga tras ser capturado por sus enemigos.
Furibundo conservador y excelente orador, desempeñó varios cargos en el gobierno de su Majestad hasta convertirse en Lord del Almirantazgo, el cargo más importante de la Marina Real Británica, que dejó tras el desastre de Gallípoli.

Sin embargo, como se ha dicho antes, el pueblo británico no confió en él para llevar las riendas del país en tiempos de paz, y fue vencido en las elecciones de 1945 por el laborista Atlee. Desde entonces se dedicó a dar conferencias por todo el mundo y a centrarse en su faceta de historiador, que le llevó a la obtención del Premio Nobel de Literatura en 1953. Volvió a Downing Street en 1951, con un mandato que se alargó hasta 1955, pero que no resultó demasiado provechoso, pues ante los nuevos problemas del país (tenciones raciales, liquidación del imperio británico, la postura británica ante el nuevo conflicto árabe-israelí, etc.) su visión era demasiado arcaica y poco podía colaborar en su solución. Con una salud quebradiza, dejó el gobierno en manos de su protegido Anthony Eden, aunque siguió como parlamentario hasta 1964.
También fue un defensor a ultranza de mantener unas excelentes relaciones con los EEUU, así como del europeísmo que había llevado en 1957 a la constitución de la CEE, y que desembocaría en la adhesión de Gran Bretaña a la misma en 1972. En 1965 falleció y se le organizó un funeral con honores de Estado al que asistieron el mayor número de dignatarios de la Historia de Europa hasta los funerales de Juan Pablo II en 2005.
Pero me estoy enrollando. Yo quería centrarme en la figura de Churchill como orador, algo de lo que carecemos en nuestros días. Acosados por políticos que no saben hablar y se limitan a repetir como loros lemas y consignas que no soportan cualquier mínima argumentación, es refrescante recuperar las intervenciones de verdaderos maestros de la oratoria, que no es divagar sobre los más diversos asuntos, limitándose a decir siempre lo mismo y hablar mucho sin decir nada, como actualmente se cree, sino, muy al revés, expresar en pocas palabras grandes ideas y conceptos. Y es que tenemos los políticos que nos merecemos, hasta en el arte de hablar y dar discursos.
Voy a hacer un pequeño compendio de las frases o partes de discursos más destacadas del que seguramente fue el mejor orador del siglo XX.
"Las críticas pueden no ser agradables, pero son necesarias. Cumplen la misma función que el dolor en el cuerpo humano. Llaman la atención sobre un insaludable estado de las cosas"
Bastante ilustrativa esta frase en una época donde las críticas no importa si son razonables o no, sino de dónde vienen.
"Estoy siempre dispuesto a aprender, aunque no siempre me gusta que me enseñen"
Ésta bien podría complementar a la anterior.
"La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor los consuela de lo que son"
Hay tanta gente sin sentido del humor, que así les va.
"Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar"
Del segundo estamos más faltos que del primero.
El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.
Diooooooooos. ¿Dónde se esconden los estadistas, definidos como personas de gran valía y saber en los asuntos del Estado, hoy en día? Políticos, a patadas, eso sí. Chupando del frasco.

¿Cuánto tiempo perdemos juzgando el pasado, sin estudiarlo ni conocerlo, olvidándonos de construir el futuro? En este país, precisamente, mucho.
Churchill tampoco escondía su ideología; era extremadamente conservador y el blanco de sus críticas solía ser el socialismo. Aquí tenemos algún ejemplo de sus opiniones sobre el socialismo:
"Que el tener ganancias es reprochable es un concepto socialista. Yo considero que lo verdaderamente reprochable es tener pérdidas"
"El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”
Sin duda son razonamientos muy discutibles, pero expresados de forma brillante.
“El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”
O lo que es lo mismo, no rendirse jamás, como después declaró en nombre del pueblo inglés durante la II Guerra Mundial.
"Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad"
Un buen lema para estos tiempos de crisis.
"La falla de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes"
Tantos años después no hemos solucionado este problema.
"Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema"
Un cansino, pero peligroso. Cada vez hay más, por desgracia. La incultura es la madre del fanatismo (ésta es mía).
"La cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor"

Para terminar esta primera parte, una anécdota y otra frase para la historia.
La anécdota ocurrió en la imposición de una medalla al valor al General Montgomery. Lleno de orgullo por la distinción, y para reivindicar la compatibilidad de la honradez y el éxito, Monty declaró: “No fumo, no bebo, no miento, y soy un héroe”. Posteriormente, ya en “petit comité”, Churchill le respondió: “Yo fumo, yo bebo, yo miento, y además soy tu superior”. Toma ya.
“Quien habla mal de mí a mis espaldas, mi culo contempla”
Sin palabras.
En una próxima ocasión abordaremos sus discursos antes, durante y después de la guerra, que constituyen una obra culmen de la oratoria de todos los tiempos.
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