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romiscuo monarca francés, harto de tal situación, decidió hacer algo: ordenó dar de cenar perdiz al clérigo todas las noches. Así, hasta que un día el confesor exclamó: “¿Siempre perdiz, majestad?”, a lo que el otro contestó: “¿Siempre reina, padre, siempre reina?”.
El tema con el que empezaremos serán con la Primera Guerra Mundial y su epílogo y fin, el Tratado de Versalles. Veamos cómo explicaba un alumno las desavenencias entre los propios aliados en la contienda:
Esta vez me voy a alejar algo de lo que es el objetivo de esta serie de “Cerca de las Estrellas”. Si en principio estos artículos querían rememorar a aquellos jugadores de la NBA de la segunda mitad de los 80 y primeros 90, con los que crecimos toda una generación de españoles enamorados del basket, me voy a saltar tal premisa para dar cabida en esta sección a uno de esos jugadores “malditos”, de un talento increíble pero olvidados por la diosa fortuna tanto dentro como fuera de la cancha, un poco anterior a esa época que habitualmente nos ocupa. ¿Por qué? Bueno, aparte de la valía del jugador y el interés de su historia, lo que le hace especial para mí fue una película (bueno, casi telefilme) que en el 91 hicieron sobre su vida y que en unos años que no sé si alguien recordará, los de la primera televisión local de CR, Teleonda, repetían a menudo en este canal, y que a mí me encantó. Su título en castellano fue “El mago de la NBA”, aunque el original era “The Pistol, the birth of a legend”. Además, el recuerdo que de él tuvieron el otro día en el programa “Generación +” me ha animado a escribir sobre su vida.
oincidió además con su padre, Press Maravich, que era el entrenador. Seguramente fue este antiguo jugador profesional de baloncesto quien metió el gusanillo del basket en su hijo. Desde muy pequeño, Pete se pasaba el día con un balón de basket entre las manos. Dada la timidez extrema del chico, podríamos decir que el balón fue su mejor amigo durante esos años. Bota que te bota, el balón le acompañaba a todos lados, incluso al cine, donde se sentaba en las últimas filas para, mientras veía la película, poder seguir botando la bola sin molestar al resto de los espectadores. No es de extrañar el consumado manejo que demostró posteriormente; el balón y él se conocían y se comunicaban perfectamente; constituía un apéndice de su propio cuerpo. En los primeros años de instituto se ganó su sobrenombre de “pistola”. Solía jugar con chicos más grandes que él, y como no tenía fuerza suficiente para lanzar de una manera ortodoxa, lo hacía sacando el balón de la cadera (como los niños “que no llegan”, vamos). Esta forma de lanzar, que jamás abandonó, recordó a un periodista local a un pistolero desenfundando su revólver, y le bautizó con el “pistol” que pasaría a la historia. Ya en el instituto demostró sus grandes dotes y volvía locos de admiración a los testigos de sus increíbles jugadas.
, pero sus inicios en la NBA no fueron fáciles. Se instaló en Atlanta, sólo, sin su padre, que se quedó cuidando de su madre que ya tenía por entonces serios problemas de alcoholismo. Los Hawks eran un buen equipo, que había firmado un ilusionante 48-34 en la temporada anterior. Sin embargo, el contrato de Maravich provocó envidias entre sus nuevos compañeros, que culminaron con la salida de uno de sus pilares, Joe Caldwell. Además, la timidez de Pete no facilitó que entrara bien en el vestuario de los Hawks, y sus propios compañeros lo boicoteaban dentro y fuera de la cancha. La franquicia comenzó la temporada de forma horrible, y personalmente Pistol estaba desastroso, fallando tiros y perdiendo balones. En los primeros 16 partidos: 4-12. Los dólares de su contrato, se los iba a tener que ganar uno a uno con el sudor de su frente. Y Pete, a pesar de los problemas y de la lejanía de su padre y mentor, supo reaccionar: tres partidos seguidos de 32 puntos, y 40 puntos frente a los Knicks en el Garden. A partir de ahí, los Hawks despegarian, y conseguirían acceder a los Playoffs, donde fueron derrotados en primera ronda 4 a 1 por los propios NY Knicks tras una serie muy dura. No se podría decir, por tanto, que su año de rookie fue malo: 23´2 puntos, 4´4 asistencias y 3´7 rebotes por partido, y elegido en el mejor quinteto de novatos.
es para superar su enclaustramiento, en verano contrajo una mononucleosis que le hizo perder 15 kilos. Durante la temporada siguiente sufrió una parálisis facial que le hizo perderse varios partidos y tener que jugar con máscara. Además, su padre fue despedido de LSU por sus malos resultados, y aceptó entrenar en la minúscula universidad de Appalachian State, con malas comunicaciones por encontrarse en las montañas, lo que hizo que el contacto con su hijo fuera más difícil y espaciado. Por si no fuera suficiente, su madre tampoco lograba superar sus problemas con el alcohol, algo que llevaría al trágico desenlace de su suicidio, que supondría un tremendo shock para Maravich. Todo ello influyó en su rendimiento, claro, que lejos de ser malo (19 puntos y 6 asistencias en la 71-72 y 26 y casi 7 asistencias en la siguiente), no alcanzaba para convertirse en la superestrella que se le suponía.
La falta de expectativas se notó en su juego, que fue en descenso con los años (aunque continuaría dando espectáculo y revolucionando el juego con canastas inverosímiles y pases imposibles, convirtiéndose en la principal inspiración de bases posteriores como Magic o Isiah Thomas), hasta que en la temporada 79-80 sus Jazz se trasladan a la ciudad de Utah (donde continúan), y en enero del 80 sus dirigentes deciden rescindir el contrato de Maravich. Los Celtics estuvieron rápidos, y lo ficharon para que coincidiera con su nueva superestrella, Larry Bird. Sin embargo, las lesiones y su bajo nivel de forma hicieron que su rendimiento fuese muy bajo, y ese verano decidió retirarse. Poco antes había muerto su padre, Press, y su ausencia, esta vez ya definitiva, dejó a Pete sin nadie que pudiera aconsejarle hacia dónde dirigir su destino.
Qué envidia me da la gente con genio y talento de verdad. Sobre todo cuando con buen humor y saber hacer reflejan la sinrazón y el absurdo que presiden muchas de las cosas que a diario ocurren en nuestro país. Y claro, si el objetivo es hacer patente la astracanada en que se haconvertido el sistema educativo en España, pues la admiración es mayor (a ver qué sale del supuesto consenso que parece se está logrando para realizar ¡otra! reforma educativa...) Reproduzco aquí este "Romance de la evaluación" que me mandaron por e-mail(gracias, Raquel), sacado de un blog sobre educación que, aunque hace referencia sobre todo a Andalucía, vale la pena seguir para todos aquellos ocupados y preocupados en la materia. Si queréis visitarlo, pinchad aquí.