Hay momentos definitorios en la vida de las personas. Un acontecimiento, un acto, una decisión, que valen por toda una vida. Y si esto es algo extraordinario, aún lo es más que ese hecho, esa resolución, no sólo marquen la vida de ese individuo, sino que determine el futuro, o falta de él, de toda la humanidad. A menudo estos actos son anónimos y desconocidos, y pocos salen a la luz. Uno de esos escasos casos que terminan siendo de dominio público es el de Stanislav Petrov, un teniente coronel del ejército soviético que bien pudo, con una simple decisión, salvar a la humanidad de la Tercera Guerra Mundial (la que, según dicen muchos, sería la última, y creo que no es necesario explicar el porqué).
Como digo, este teniente coronel de las fuerzas aéreas de la extinta URSS era el encargado de supervisar la monitorización del espacio aéreo soviético desde el búnker Serpukhov-15, en el que se centralizaba la información de toda la red de satélites. De constatar cualquier anomalía debía informar a sus superiores a fin de iniciar la respuesta adecuada. Una vez hecho esto, entre diez y doce minutos restaban para culminar el proceso de represalia y comenzar el armaggedón. Era el 26 de septiembre de 1983, con la guerra fría en todo su apogeo (bueno, la guerra fría estuvo en su apogeo durante prácticamente cuarenta años, o sea que…). Tres semanas antes, cazas de la URSS habían derribado un Boeing de pasajeros de las Líneas Aéreas coreanas, con un resultado de 269 muertos, varios de ellos norteamericanos. La causa, según los rusos, es que había invadido su espacio aéreo. La tensión entre ambos colosos no era tan grande desde la invasión de Afganistán por la URSS en 1979.
A las 00:14 horas un satélite informa del lanzamiento de un misil balístico hacia la Unión Soviética desde suelo norteamericano. Petrov, siguiendo el procedimiento, debía informar a su mando superior. Sin embargo, creyó que lo que transmitía el satélite era un error, porque ¿quién empezaría la Tercera Guerra Mundial lanzando un solo misil? El ataque norteamericano, de llegar algún día, debía ser aplastante. Poco después, los sistemas informaron del lanzamiento de otros cuatro misiles. De nuevo le surgió a Petrov la duda: ¿qué ataque es éste, de sólo cinco misiles, sabiendo que la respuesta sería apocalíptica? Además, era bastante escéptico acerca de la fiabilidad del sistema informático de los satélites, considerado por todos como obsoleto y que no había sido sustituido por el embargo que los EEUU les había impuesto sobre el comercio de alta tecnología y la pereza de sus mandatarios para invertir en la nueva tecnología informática. Sus órdenes eran informar del ataque para que se empezara a trabajar en las contramedidas. Pero ese aviso era el pistoletazo de salida hacia una guerra nuclear ¿Y si, como sospechaba, los satélites se equivocaban? La tensión a la que tuvo que estar sometido es inimaginable; tenía que elegir entre permitir el ataque a su país, con la consecuente muerte de miles de sus compatriotas, o el principio del fin de la civilización. Decide esperar. Finalmente, el paso de unos pocos minutos le dio la razón. Una extraña conjunción astronómica entre los satélites, la tierra y el sol, habían dado los falsos avisos. El software había interpretado de manera errónea las señales enviadas por el satélite. Todos los que se encontraban en el búnker respiraron aliviados, y Petrov informó, sí, pero de la falsa alarma y del fallo del sistema. Había evitado que, muy probablemente, el mundo entero entrara en la guerra definitiva.
Un héroe, el amigo Stanislav. Nos libró del Holocausto nuclear. Sin embargo, ni fue recompensado ni felicitado por sus superiores. Petrov había desobedecido sus órdenes al no seguir el procedimiento; y, por otro lado, había dejado al descubierto los fallos del sistema de defensa soviético contra misiles. Se intentó ocultar el incidente, aunque pocos años después salió a la luz. Petrov fue reasignado a un puesto de inferior responsabilidad, y se jubiló anticipadamente por petición propia. Durante un tiempo, tuvo problemas nerviosos como consecuencia de la tensión a la que estuvo sometido. Actualmente reside en Fryazino, un suburbio de Moscú, con su pequeña pensión de oficial retirado. En 2004 fue premiado por la Asociación de Ciudadanos del Mundo con el World Citizen Award, dotado de 1000 dólares que supongo que le vendrían muy bien al hombre. En 2006 fue homenajeado en la ONU, aunque los herederos de la URSS, Rusia, minusvaloraban el hecho protagonizado por Petrov declarando que el protocolo nuclear no dependía de una única fuente de información. Sin embargo, el contexto en el que sucedió el incidente, con la OTAN realizando maniobras militares en la frontera con Europa Oriental, y Reagan denominando al bloque oriental como “El eje del mal”, nos impide saber con claridad qué reacción hubiese provocado la información de varios misiles en ruta hacia suelo soviético. Por suerte, y por la valentía y decisión de un hombre, no sabemos qué hubiera pasado. Ni falta que nos hace.
El mismo Petrov no se considera un héroe, y explica que sólo aplicó el sentido común, porque “la gente no comienza una guerra nuclear con cinco misiles”. A pesar de ello, gracias, “Estanislao”. Eres un claro ejemplo de cómo una sola persona puede marcar la diferencia. Y no hace falta ser un alto mandatario, sólo hacer bien, con diligencia, responsabilidad y sentido común, tu trabajo. ¿Su trabajo era informar de lo que transmitían los satélites? No, su trabajo era informar de un ataque nuclear, y eso nunca se produjo. Gracias a Dios… y a Stanislav Petrov.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Yo no estuve allí: Stanislav Petrov, el hombre que salvó el mundo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Espero que, por fortuna, aún estemos en una época en que las máquinas (y los máquinos) sean únicamente herramientas (o herramientos) utilísimas (utilísimos) al servicio del hombre y de la mujer pero que cuyos procedimientos de actuación no conlleven la toma de decisiones de consecuencias de difícil valoración/reparación puesto que si aún no tenemos muy controlada la inteligencia natural… la artificial me da más que miedo.
También espero que este comentario haya sido correcto en cuanto a género y número y respetuoso con todas las leyes pasadas, presentes y futuras.
Publicar un comentario