
Como digo, este teniente coronel de las fuerzas aéreas de la extinta URSS era el encargado de supervisar la monitorización del espacio aéreo soviético desde el búnker Serpukhov-15, en el que se centralizaba la información de toda la red de satélites. De constatar cualquier anomalía debía informar a sus superiores a fin de iniciar la respuesta adecuada. Una vez hecho esto, entre diez y doce minutos restaban para culminar el proceso de represalia y comenzar el armaggedón. Era el 26 de septiembre de 1983, con la guerra fría en todo su apogeo (bueno, la guerra fría estuvo en su apogeo durante prácticamente cuarenta años, o sea que…). Tres semanas antes, cazas de la URSS habían derribado un Boeing de pasajeros de las Líneas Aéreas coreanas, con un resultado de 269 muertos, varios de ellos norteamericanos. La causa, según los rusos, es que había invadido su espacio aéreo. La tensión entre ambos colosos no era tan grande desde la invasión de Afganistán por la URSS en 1979.
A las 00:14 horas un satélite informa del lanzamiento de un misil balístico hacia la Unión Soviética desde suelo norteamericano. Petrov, siguiendo el procedimiento, debía informar a su mando superior. Sin embargo, creyó que lo que transmitía el satélite era un error, porque ¿quién empezaría la Tercera Guerra Mundial lanzando un solo misil? El ataque norteamericano, de llegar algún día, debía ser aplastante. Poco después, los sistemas informaron del lanzamiento de otros cuatro misiles. De nuevo le surgió a Petrov la duda: ¿qué ataque es éste, de sólo cinco misiles, sabiendo que la respuesta sería apocalíptica? Además, era bastante escéptico acerca de la fiabilidad del sistema informático de los satélites, considerado por todos como obsoleto y que no había sido sustituido por el embargo que los EEUU les había impuesto sobre el comercio de alta tecnología y la pereza de sus mandatarios para invertir en la nueva tecnología informática. Sus órdenes eran informar del ataque para que se empezara a trabajar en las contramedidas. Pero ese aviso era el pistoletazo de salida hacia una guerra nuclear ¿Y si, como sospechaba, los satélites se equivocaban? La tensión a la que tuvo que estar sometido es inimaginable; tenía que elegir entre permitir el ataque a su país, con la consecuente muerte de miles de sus compatriotas, o el principio del fin de la civilización. Decide esperar. Finalmente, el paso de unos pocos minutos le dio la razón. Una extraña conjunción astronómica entre los satélites, la tierra y el sol, habían dado los falsos avisos. El software había interpretado de manera errónea las señales enviadas por el satélite. Todos los que se encontraban en el búnker respiraron aliviados, y Petrov informó, sí, pero de la falsa alarma y del fallo del sistema. Había evitado que, muy probablemente, el mundo entero entrara en la guerra definitiva.
Un héroe, el amigo Stanislav. Nos libró del Holocausto nuclear. Sin embargo, ni fue recompensado ni felicitado por sus superiores. Petrov había desobedecido sus órdenes al no seguir el procedimiento; y, por otro lado, había dejado al descubierto los fallos del sistema de defensa soviético contra m

El mismo Petrov no se considera un héroe, y explica que sólo aplicó el sentido común, porque “la gente no comienza una guerra nuclear con cinco misiles”. A pesar de ello, gracias, “Estanislao”. Eres un claro ejemplo de cómo una sola persona puede marcar la diferencia. Y no hace falta ser un alto mandatario, sólo hacer bien, con diligencia, responsabilidad y sentido común, tu trabajo. ¿Su trabajo era informar de lo que transmitían los satélites? No, su trabajo era informar de un ataque nuclear, y eso nunca se produjo. Gracias a Dios… y a Stanislav Petrov.
Espero que, por fortuna, aún estemos en una época en que las máquinas (y los máquinos) sean únicamente herramientas (o herramientos) utilísimas (utilísimos) al servicio del hombre y de la mujer pero que cuyos procedimientos de actuación no conlleven la toma de decisiones de consecuencias de difícil valoración/reparación puesto que si aún no tenemos muy controlada la inteligencia natural… la artificial me da más que miedo.
ResponderEliminarTambién espero que este comentario haya sido correcto en cuanto a género y número y respetuoso con todas las leyes pasadas, presentes y futuras.