viernes, 27 de marzo de 2009

Amos que...

He decidido titular estas recopilaciones de curiosidades históricas con esta expresión “mu manchega” que sería el equivalente al “increiblebleble” fordfairlaneniano.


Santiago Ramón y Cajal, premio nobel de Medicina en 1906, fue un gran aficionado a “machacarse “ en el gimnasio y de joven se convirtió en uno de los mejores culturistas de su ciudad, Zaragoza. Pocas veces fue más cierto eso de “Mens sana in corpore sano”.

Hitler fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1939 a propuesta del parlamentario sueco Erik Brandt. Pero no queda ahí la cosa: Mussolini también fue nominado en 1935 y Stalin en dos ocasiones, 1945 y 1948. Y yo que pensaba que lo del Oscar de Penélope Cruz era lo más alucinante que había visto en cuanto a premios se refiere…

Felipe V obligaba a uno de sus principales ministros, Patiño, a departir con él tras un biombo, puesto que consideraba que era demasiado feo para hacerlo cara a cara. Si le pillasen ahora los del Ministerio de Igualdad…

Según muchos historiadores y filólogos, la palabra “testificar” proviene de una antigua costumbre de los romanos, que para jurar, igual que actualmente se hace sobre la Biblia, ellos lo hacían apretándose los testículos con la mano derecha. Gesto, por otro lado, que tampoco es que se haya olvidado, aunque tenga un significado menos “oficial”. Como diría el ex ministro Trillo “Manda Huevos”.

Durante la Edad Moderna, los marineros que habían doblado el Cabo de Hornos tenían tres privilegios: ponerse un pendiente en la oreja, permanecer cubiertos ante los reyes (con el sombrero puesto, se entiende), y orinar o escupir a barlovento (es decir, contra el viento). Lo de mear contra el viento… bueno, sería porque ellos no tendrían que limpiar la cubierta, ¿no?

En la refinadísima corte de Luis XV de Francia se creó la figura del portacorbatas, un criado cuyo único cometido era abrocharle y desabrocharle la corbata al rey. No, no os riáis, que la misma utilidad tienen cientos de asesores de presidentes de gobierno, presidentes de comunidad autónoma y alcaldes en nuestro país, y seguramente cobran más que aquellos pobres servidores del rey francés. Y su utilidad es la misma.

La revolución de octubre en Rusia en realidad ocurrió en noviembre. Esto es debido a que por entonces aún se utilizaba en los países de la Europa del Este el calendario juliano, el cual había sido sustituido por el gregoriano ya en el siglo XVI en el resto de los países europeos. Así, el asalto al Palacio de Invierno que le dio el poder a los bolcheviques, que tradicionalmente hemos estudiado se produjo el 25 de octubre, en realidad para nosotros fue el 7 de noviembre. Lo que faltaba para mis alumnos de historia, que una fecha… sean dos.

Carlos VII de Francia tenía pavor a ser envenenado, y por eso dejó de comer. Murió de inanición. Sin comentarios (y es que tampoco estaría muy bien de la cabeza, digo yo)

El temible y bárbaro Atila, el que “por donde pisaba su caballo no volvía a crecer la hierba”, en realidad era un hombre muy culto, que hablaba latín y griego y conocía perfectamente la cultura romana, especialmente su sistema político y administrativo. Además, en sus banquetes se solía recitar poesía. Su sistema de gobierno solía ser pacífico, aunque eso sí, imponía fuertes impuestos a los pueblos que conquistaba. Y fijaos cómo ha pasado a la historia, el pobre “rey de los hunos”. Como veis, éste sí que tiene derecho a interponer una demanda por difamación. Para mí la tiene ganada.

Pierre Curie, Premio Nobel de Física en 1903, esposo de Marie Curie y un pionero en el estudio de la radiactividad, pasó muchísimo tiempo expuesto a radiaciones peligrosas, claro que en aquel momento no eran conscientes de tal peligro. Precisamente su mujer moriría de una anemia aplásica provocada por la continuada exposición a altos índices de radiactividad en 1934. Cuando esto sucedió, Pierre había muerto ya hacía tiempo, en 1906… atropellado por un coche de caballos cuando cruzaba la calle. Éste ejemplo lo pueden utilizar los que se niegan a dejar de fumar (sin razón, eso sí).

Según nos cuenta el historiador Julio Africano, el primer faraón de Egipto, Narmer, murió al ser arrollado por un hipopótamo. Sí, ésos “simpáticos” animales que eran la marca de unos pañales, que pesan entre 2´5 y 3´5 toneladas… y que van como locos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Podríamos decir que Carlos VII fue el primer anoréxico de la historia?