miércoles, 20 de abril de 2011

Diálogos con la música: El Lebrijano y "Lágrimas de cera"

Edición especial de Semana Santa del espacio "Diálogos con la música" en Increiblebleble. La música propia de estas fiestas es ma-ra-vi-llo-sa. En cualquier pueblo de España las bandas interpetan notas llenas de belleza, emoción y Fe. Como culipardo, he de destacar lo bien que suena la local Banda de Santo Tomás de Villanueva, algunos de cuyos miembros han sido alumnos míos (sí, ya sé que de Geografía, no de música, uséase que no tié ná que ver). Disfrutar de la música de Semana Santa es fácil, puesto que no hay pueblo sin procesión y banda, así como son numerosísimos los CD´s editados por las agrupaciones musicales más destacadas. Sin embargo, en nuestro afán por descubrir músicas distintas, pues ese era el objetivo del programa radiofónico del que toma nombre esta sección, nos volvemos hacia el flamenco, pero no en su versión más ortodoxa, sino en su aspecto más experimental y arriesgado. Hace pocos meses perdimos a uno de los nombres más importantes de esta música, quizá también uno de los que más ha arriesgado e investigado en el flamenco, Enrique Morente (inolvidable su álbum "Omega" con Lagartija Nick). Hoy centro la mirada en otro de esos investigadores incansables, Juan Peña "El Lebrijano", cantaor magnífico y explorador insaciable, de familia ilustre en el flamenco (es tío de Dorantes, al que ya dedicamos una entrada). En 1999 publicó Lágrimas de Cera, un Cd donde pone al servicio de la emoción de la Pasión de Cristo todo su arte y sus renovador cante jondo unido a las más diversas tradiciones usicales del mediterráneo. La caña, vamos. Difícil no emocionarse escuchando esto.












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martes, 19 de abril de 2011

Semana Santa: Pasión y Fe

Me han recordado en casa que la primera Semana Santa de este blog prometí hacer una entrada especial sobre estas fechas. Como véis los que seguís el blog (si es que hay alguien) no se puede comparar el ritmo de producción y publicación que llevé durante el 2009 y el 2010 con el actual, ya que el tiempo y, lo reconozco, el interés ha ido a menos. Empero, quiero mantenerme, de momento, en mi compromiso, y lo haré transcribiendo partes del maravilloso pregón de Semana Santa que el año pasado Antonio García Barbeito, al que sólo conozco por ser colaborador de Carlos Herrera en la radio, dió en Sevilla. Curiosamente, fue criticado por muchos porque no hacía referencia a la parte más lúdica de estas fiestas, amén de no poner en relevancia la Meca semanasantera (¡toma multiculturalidad!) en que han querido convertir a la capital andaluza. Claro que quien eso dijese se enteró de poco, la verdad. Es un bellísimo texto que aborda lo, en mi opinión, primordial de la Semana Santa, el aspecto religioso y mistérico, el lado personal y vital, la cercanía con esa divinidad humana, o humanidad divina, que representa Jesucristo en la cruz y que nos pone a todos en el centro de todas las preguntas acerca de la existencia, trascendiendo la mundana realidad y mirando a la eternidad a los ojos. Fe y duda, duda y Fe, porque no puede existir lo uno sin lo otro. En estos tiempos tan "laicos" (ateos diría yo, pues es eso lo que en realidad defienden, entendido el ateismo como una religión más, cada vez más fundamentalista, por cierto)es emocionante y me llena de alegría encontrar estas palabras, que resumen de manera personal una manera de vivir la Fe que alumbra la incertidumbre, pues no puede haber la una sin la otra, y que es la que yo he vivido en todos los buenos cristianos que he conocido y conozco, que han sido y son muchos.

Pues eso, un texto precioso como pocos he leido en años, y que alguna lagrimita me hizo derramar (aunque ya sabíes que en eso soy un chico fácil.
En estas atinadas palabras responde a ese recelo siempre existente sobre si la Semana Santa es Fe o idolatría:

"Yo vengo de lo pequeño, de un lugar que sólo tiene un Nazareno y dos crucificados que recorren las calles. Vengo de allí donde empecé a aprender la devoción de los míos… Tú quizá no puedas entender –o sí- que hombres que blasfemaban con la boca cerrada lloraran como niños al ver pasar a Dios con una Cruz a cuesta. Llegaban los muchachos, llegaban los hombres a la parihuela del Señor y amarraban su pañuelo como quien escritura en un nudo una vieja promesa. Porque sí. Porque para ellos Dios no podía estar lejos, tenían que fiarlo todo a una imagen. Eran los mismos que habían visto, tras un año de sequía, cuando el tiempo había abierto en el mostrador de las tierras un muestrario de solanos del que los días copiaban para cortarle al campo un traje de ruina, y como nadie contestaba con lluvias a súplicas y rezos, recurrieron a Él, al mismo que otras veces los había socorrido. Le pidieron la lluvia por las veras del campo, silencio y esperanza, cuando abril no sabía dónde estaban las nubes. Y llovió. Y por eso creen en Él. Y por eso van a verlo, a rezarle o a darle gracias. Saben que ese Nazareno no es el Dios de los cielos, pero ellos –como tú- necesitan un Dios con domicilio, un Dios con “consulta” en la tierra, no un vacío lejano donde se pierden las preguntas."

Nos regala también estos preciosos versos dedicados a los costaleros:

Les cabe bajo el brazo el equipaje

para su larga y dura travesía.

La fuerza sacará que no tenía

el músculo. Más nervio, y más coraje.

Y el alma, que sin alma, este viaje

no lo soporta nadie, nadie iría

en la ciega galera de una umbría

remando con los pies en oleaje

de un mar urbano con brillo de cera,

obediente a una voz seguiriyera

y a un golpe de martillo que motiva,

si al levantar el paso no pensara

-rebosante la fe, la entrega clara-

que es Cristo o es su Madre quien va arriba.

Anda por sus pies el Cristo

y anda por ellos María.

que andar sin ellos sería

ir de gracia desprovisto.

Por eso, Señor, te insisto:

hazles de santas maderas,

un cielo donde Tú fueras

capataz que iguale nombres.

Un cielo para esos hombres,

¡Pero con trabajaderas!


Continúa con referencias a las sensaciones que provoca la semana santa en el creyente que la vive, que la siente, que la duda y que la abraza.

Lo miro en la cruz clavado,

abandonado de Dios

y un ruego: “¡perdónanos”,

se hace culpa en mi costado.

Lo negué. Y Él me ha salvado

de llenarme de vacíos.

Por eso, al sentirle fríos

manos y pies tan esclavos,

yo sé que en esos tres clavos

algunos golpes… son míos.

Sigo aquí, Señor, rezando

oraciones que aprendí,

pero al preguntar por Ti,

sigo dudando, dudando.

Señor, por la duda ando

entre preguntas desnudas,

esperando a que Tú acudas

a despejarme neblinas:

yo te arranco las espinas,

¡arráncame tú las dudas!

Con una cruz sobre el hombro,

pasas, Señor, ante mí,

y tu paso, al verte así,

con una oración lo alfombro.

Pero al rezarte te nombro

como siempre te nombré:

sin tener claro si es fe

lo que me empuja a rezarte,

o saber que tengo parte

en esa Cruz. No lo sé.


El compromiso cristiano, más allá de lo formal y lo cainita, que debe renovarse cada semana santa al recordar la Pasión de Cristo, nos lo recuerda en estas palabras:

Pasan cristos a diario

por su calle de amargura,

y mi esfuerzo no procura

evitarles su calvario.

Nunca creo necesario

llevar su peso conmigo.

En mi egoísmo, no digo

-por más que diga que creo-,

que si soy su cirineo,

ya lo estoy siendo contigo.


Si tú eres el mismo Cristo

y preguntaste a la Altura,

¿qué hago, si en mi noche oscura

alguna cruz no resisto?

Y si por tu amor existo,

¿cómo me voy a callar,

si me acaban de clavar

una lanza en el costado,

y por más que te he llamado

Tú no acabas de llegar?


Dios y el hombre; Jesucristo, ambas cosas, sin ambages, sin excusas, uno frente al otro, las preguntas y ¿las respuestas?...

“¿Por qué me has abandonado”?,

preguntaste en tu agonía.

Hice tantas veces mía

esa pregunta a tu lado…

Cuando me sentí acabado,

a tu nombre recurrí.

Mi agonía puse en Ti

en desesperado grito…

¡Que yo también necesito

que alguien conteste por mí!


El Dios que tengo en mí no es de madera,

ni sale en procesión ni tiene nombre,

es un Dios todo Dios y todo Hombre

que de mí, sin pedirme, tanto espera.

El Dios que tengo en mí de cabecera,

vive pendiente de que yo me asombre,

de que le pida cuentas, que lo nombre,

le exija, le pregunte. Y que lo quiera.

Es ese Dios que entre los hombres labra,

para sembrar a mano una palabra

-Amor- que le germine cada día.

El mismo que me llama y no contesto,

el que siempre me encuentra con lo puesto.

El que sigo buscando todavía.


El Dios que no busqué vino a buscarme

y no supe quién era, a qué venía.

Se fue. Pero volvió. Yo lo sabía:

a Dios no hay duda que me lo desarme.

Creí que iba a pedirme; vino a darme;

le rechacé el regalo. Me insistía.

Y me alargó la mano. Todavía

no sé por qué razón pude negarme.

Me fui. El se quedó. Lo eché de menos.

Me dijeron que andaba entre hombres buenos,

generoso, fraterno, conjuntivo.

Y en el campo una tarde, al recordarlo,

me contestó cuando empecé a nombrarlo

al decir “surco, río, luz, olivo…”


Jesús sabe que el hombre necesita

lo visible y cercano, lo tangible,

y para que se acerque a lo posible,

imágenes de Él le facilita.

Aquel Jesús de cruz y de calvario,

el nazareno aquel, el que decía

que por Amor la pena merecía,

quizá no sea tu imagen de diario.

Pero Él se va a la mano de las formas

porque sabe que tú no te conformas

si no lo ves, lo palpas, lo veneras…

Y permite a la mano que lo talle

y al pueblo que lo lleve por la calle,

¡para que tú lo nombres como quieras!


Ni tú eres Dios ni yo soy el Diablo.

Somos hermanos en la misma Obra.

(Yo te mendigo Dios, si es que te sobra;

lo precisa el amor con que te hablo.)

No vengas a clavarme tu venablo

para aumentar mi duda y mi zozobra;

que Dios paga en Amor, y Dios no cobra

más que en Amor, amigo. Busca a Pablo.

El Dios que anda por mí, el Dios que digo

es un Dios de perdón, no de castigo;

y acaricia mi duda y no se espanta

de mis debilidades. No se aflige:

si ve que me equivoco, me corrige,

y si ve que me caigo, me levanta.


Y para finalizar, María, esa otra gran protagonista de la Pasión, tan humana y tan divina como el Nazareno:

Cuánto nombre para un único Cielo,

cuántas flores para una sola Rosa,

cuánto nombrarte siempre Dolorosa

para acabar nombrándote Consuelo.

Tantas coronas y una sola frente;

para los mismos ojos, cuánto llanto,

y cuánto, cuánto, cuánto perfil santo

para mirarte Una y diferente.

Cuánto nombre buscando hacerte suya

en la oración, el ruego entre la bulla,

en la devota y vieja cercanía…,

para que todo sobre cuando vayas

a contarle la pena que te callas

y simplemente digas: “Madre mía…”

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jueves, 7 de abril de 2011

Humor gráfico: El mundo es asín

Tras ser fuertemente criticado por la escueta última entrada, ahondo en el minimalismo (y en la molicie) con estos ejemplos de humor gráfico. El primero, el que podéis ver en esta portada, hará que todos los visitantes/lectores masculinos se sientan identificados por estas fechas. Para mantener la "intelectualidad" del blog, veréis que incluye una referencia mitológico-cultural. Edito: pocos minutos después he encontrado una tira sobre el mismo tema, y aquí la pongo también. El segundo (tercero después de editar, esto de querer hacerlo todo en el momento, al final me voy a tener que abrir un Twitter...), un poco más durillo y escabroso (ya os estoy viendo abalanzándoos sobre el "leer más" morbosill@s) da buena cuenta de lo irracional de nuestros actos y juicios, y de lo poco que conocemos los adultos (¿me estoy llamando adulto?, Dios...) el mundo de los jóvenes (y cada vez más jóvenes por desgracia... y por ello más ¿inocentes?, hmmm, no, tontos, creo que cuadra mejor lo de tontos, sin animo de ofender).

del sitio elchistedemel

del sitio runninmen



(original, aquí) Por cierto, para aquellos que siguen los enlaces que pongo (porque es de ley citar y enlazar los lugares de los que sacas un contenido), el hecho de que visite/enlace esos sitios no quiere decir que esté de acuerdo o me gusten todos sus contenidos, sino que encuentro interesantes y aprovechables algunos de ellos, mientras que otros me desagradan enormemente (por ejemplo, el linchamiento gratuito de la Iglesia en particular y de la religión en general no es que me ofenda, es que me cansa y entristece sobre todo por su hipocresía y pobreza intelectual, cayendo habitualmente en los mismos defectos y errores que creen criticar). Sin embargo, por suerte creo que cada uno es de su padre y de su madre, y en la variedad está la diversión, que decían Un pingüino en mi ascensor. Para ahondar en este pensamiento, aquí.
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martes, 5 de abril de 2011

Metarealidad

"El problema cuando lees una cita en Internet es que nunca estás seguro de que sea auténtica"

Abraham Lincoln (via miniyo)

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