
Comenzaré esta serie con
Nikola Tesla. Todos conocemos los nombres de
Edison, Marconi o Graham Bell. Sin embargo, el nombre de Tesla es menos conocido por el gran público. A él debemos, sin embargo, muchas de las aplicaciones de la electricidad que ahora nos resultan cotidianas y que en su momento revolucionaron el día a día del ciudadano medio. Tesla es reconocido principalmente por ser el descubridor de la corriente alterna, la forma en que la electricidad llega a nuestras casas y dota de energía a nuestros electrodomésticos para que funcionen. A pesar de ello, su fama no es ni mucho comparable con la de
Thomas Alva Edison, que desarrolló la corriente eléctrica continua, y por otra parte fue
socio primero y después enemigo íntimo de Tesla.
Tesla nació en la región de Vojna Krajina, entonces territorio del Imperio Austro-húngaro y hoy en día croata, en
1856. Tras estudiar en Graz, Praga y Budapest marcha a París para trabajar en la compañía de Thomas Alva Edison.
Allí desarrolla la corriente alterna, forma de corriente eléctrica más fácil de transportar y distribuir de forma masiva a grandes distancias que la corriente continua por la que abogaba su jefe, Edison, al que acusaba además de haberle engañado. El enfrentamiento entre ambos fue con
ocido por “La guerra de las corrientes”. Ya en Nueva York, y habiendo roto en 1886 co

n Edison, funda su propia compañía. Apostando fuerte por la CA, logra el apoyo del industrial
George Westinghouse, que será el que logre generalizar el uso doméstico de la misma. Edison, un gran empresario y relaciones públicas amén de científico e inventor, aprovechando el concurso que el gobierno de los EEUU había organizado para encontrar un sistema “más piadoso” de ejecución que la tradicional horca, pensó que si la corriente de Tesla lograba esa concesión los ciudadanos estadounidenses abominarían de esa forma de energía que acababa de forma tan horripilante con la vida de las personas y que, por tanto, resultaría muy peligrosa. Efectivamente,
el gobierno optó por la CA para su nuevo invento, la silla eléctrica, pero en contra de lo que esperaba Edison, esto no provocó la animadversión hacia esa forma de electricidad, sino que muy al contrario pronto se generalizó, como ya se ha dicho, comercializada por la compañía Westinghouse. Como anécdota podemos comentar cómo, el día que se ejecutó al asesino en serie
Ted Bundy, en 1989, se pidió a la población de alrededor que no utilizaran sus electrodomésticos para asegurarse de que la cárcel tuviese suficiente energía como para acabar de una vez por todas con el dicho psicópata.
Aparte de la corriente alterna, a Tesla también le debemos la invención de otro de esos aparatos que hoy en día nos son cotidianos y sin los cuales nuestra vida no sería la misma. Estoy hablando de
la radio. “¿Pero no la inventó Marconi?”, seguramente os preguntéis. Eso es lo que se asegura en todos los libros de historia. Sin embargo, la realidad es que
en 1893, dos años antes que Marconi, Tesla consiguió transmitir energía electromagnética sin cables. Es más, Marconi en su invento utiilizó patentes anteriores de Tesla. Durante años se luchó en los juzgados norteamericanos por la patente, y finalmente el Congreso de los EEUU, en 1943, falló a favor del croata. Sin embargo,
aún hoy todo el mundo considera a Marconi el inventor de la radio, al que además le dieron
el Premio Nobel en 1911. Posteriormente, el mismo Tesla rechazó este galardón por haberle sido concedido antes a Marconi, y, según algunas fuentes, porque se lo pretendían conceder
ex aequo con Edison. Se trata de otra demostración del sino que acompañará a Tesla durante toda su vida, el infortunio y las decisiones equivocadas. Por cierto, algo parecido ha ocurrido con el teléfono: siempre ha sido considerado
Graham Bell como su inventor, pero, a pesar de mantener su patente, en 2002 el Congreso de los EEUU dictaminó que el verdadero inventor fue
Antonio Meucci, que trabajaba en la compañía de Bell.
En 1896 Tesla acabó la construcción en las Cataratas del Niágara de
la primera central hidroeléctrica de la historia, que logró suministrar electricidad a la ciudad de Búfalo.
Tesla era un gran científico e inventor, pero un pésimo relaciones públicas y empresario. Su ambición era llevar a la humanidad a un nuevo estadio de progreso. Pronto
anunció un sistema para suministrar energía a millones de hogares de forma casi gratuita. Esto no cuadraba con los intereses de su “benefactor”, Westinghouse, para el que hasta el momento los inventos de Tesla habían sido un buen negocio que le había reportado pingües beneficios. Estas nuevas intenciones harían peligrar la rentabilidad del negocio eléctrico, por lo que tanto Westinghouse como el resto de las compañías
condenaron a Tesla al ostracismo. Este proyecto, que le llevó a la ruina, se basaba en ciertos principios que decían que era posible que la electricidad viajara por aire sin una perdida significativa de energía. Estos principios son los mismos que hoy permiten la transmisión inalámbrica que utilizamos cotidianamente en un control remoto normal o en un teléfono móvil.
Afirmando trabajar en un modo de llevar información de forma inalámbrica a todos los rincones del mundo,
Tesla logró recabar el apoyo de uno de los más grandes millonarios de la época, J. P. Morgan, que le dio 150.000 dólares. Éste le dotó de un laboratorio en Nueva York y Tesla comenzó su proyecto
Wardenclyffe, la construcción de una torre de 65 metros de alto que pudiese hacer llega la electricidad a millones de hogares. Empero, ante la falta de resultados inmediatos, puesto que en realidad no estaba haciendo el trabajo para el que le había pagado, Morgan dejó de financiarle y rompió con él definitivamente cuando Tesla le reconoció que en lo que estaba trabajando en realidad era en su viejo proyecto para suministrar energía gratuita para todo el mundo.

La teatralidad de la que Tesla hacía gala para presentar sus experimentos, los fenómenos extraños (para los demás) que se producían en las zonas cercanas a su laboratorio (explosiones, haces de luz), y su falta de discreción (una vez comentó que había obtenido señales de radio procedentes de Marte, otra que era capaz de producir un rayo de energía que partiera el planeta tierra en dos, etc.); unidas a que se estaba convirtiendo en un elemento incómodo para las industrias eléctricas,
le granjeó fama de científico loco, de visionario peligroso en quien no se podía confiar.
“Invitado” a marcharse de NY, se instaló finalmente en Colorado Springs. Tuvo que esperar a las estribaciones de la I Guerra Mundial para intentar recabar apoyo del gobierno de los EEUU, proponiéndoles ingenios bélicos basados en sus descubrimientos. En este contexto aparece el llamado
“Rayo de la muerte”, que según Tesla proponía al presidente Wilson sólo debería ser utilizado defensivamente. Aseguraba haberlo probado de manera muy satisfactoria en 1908. Mientras
su amigo Robert Peary intentaba el hito de ser el primero en llegar al Polo Norte, le anunció que le saludaría mediante una señal durante el camino. Envió uno de sus rayos al oeste de donde se suponía que Peary se encontraba, pero éste volvió de su gesta declarando no haber notado nada en particular. Sin embargo, el mismo día en que Peary conquistaba el Polo Norte, en
la zona siberiana de Tunguska una devastadora e inexplicada aún hoy explosión arrasó más de 3000 kilómetros cuadrados de bosque con una potencia calculada posteriormente como la de una bomba atómica de 50 megatones. A pesar de ser vista a más de 1000 kilómetros de distancia, aún hoy no hay explicación de lo que allí había ocurrido pues no se encontró resto de meteorito, cráter ni objeto alguno que pudiera arrojar luz sobre el suceso. A pesar de todo esto, el gobierno de los EEUU declinó relacionarse con alguien de tan dudosa reputación para entonces como Tesla.
También propuso a los EEUU
un sistema de detección de aviones y submarinos a distancia mediante ondas electromágnéticas, que Edison, al frente de la investigación, deshechó por inútil e irrealizable. Años después Gran Bretaña desarrolló el radar y su aplicación acuática, el sónar, basándose en estudios de Tesla.

Sobreviviendo únicamente, y con dificultad, con los ingresos que lograba de sus más antiguas patentes, y a una pensión que le daba su país de procedencia, en ese momento Yugoslavia,
en sus últimos años de vida continuó en su empeño de ceder sus descubrimientos a toda la humanidad. Poco antes de su muerte envió a los gobiernos aliados los planos de su “rayo de la muerte” pensando que este ingenio era demasiado peligroso como para que estuviese en manos de un único país.
Nikola Tesla murió en 1943 sumido en la pobreza y tratando de ayudar a su país de acogida en sus esfuerzos para acabar con la amenaza de los países del Eje. Como siempre ocurrió a lo largo de su vida, no fue oído por las instacias gubernamentales. Sin embargo, una
vez muerto el gobierno estadounidense se incautó de todos sus documentos, donde se reflejaban todos sus estudios e inventos, y aún hoy en día son material reservado. Esto seguramente ha contribuido a toda la leyenda y el aura enigmática que envuelve la figura de Tesla.
Tesla trabajó en muchas más cosas a lo largo de su vida.
El único reconocimiento que ha tenido es el uso de su apellido, Tesla, como unidad de campo magnético. También se conoce como
Bobinas de Tesla a unos transformadores resonantes que crean descargas eléctricas de largo alcance, y que por ello resultan muy espectaculares.
Gran parte de la ciencia más avanzada de la actualidad se basa en sus experimentos, como es el caso de la construcción de aceleradores de partículas, que parecen remitirse a su célebre “Rayo de la muerte”, los proyectos norteamericanos de escudo antimisiles, o incluso el polémico y enigmático proyecto HAARP desarrollado por los EEUU para alterar el clima e incluso afectar al cerebro humano.
La “mala suerte” de Tesla, su propia personalidad que cada vez se fue haciendo más excéntrica, la clasificación y salvaguarda de sus documentos por parte de los EEUU, y la nula comprensión que tuvo por parte de sus contemporáneos
han hecho de su persona carne de leyenda. Mucho se ha escrito e investigado sobre él, afirmando desde su innegable genio hasta su indemostrada relación con el ocultismo y la parapsicología o incluso su inconcebible procedencia extraterrestre.
De lo que no queda la menor duda es de que es una figura a rescatar y a reivindicar.
Para saber más:
http://es.wikipedia.org/wiki/Nikola_Tesla
http://hunnapuh.blogcindario.com/2005/09/00302-nikola-tesla-un-genio-maldito.html
http://edenex.iespana.es/edenex/nikola.html
http://www.formarse.com.ar/enigmas/Nicola_Tesla.htm
http://pasajesdelahistoria.ueuo.com/index.php?s=tesla
http://cires.htmlplanet.com/BioT.htm
http://www.monografias.com/trabajos30/nikola-tesla-cientifico-sabio/nikola-tesla-cientifico-sabio.shtml
http://www.elmundo.es/suplementos/magazine/2008/452/1211381795.html
http://www.astroseti.org/vernew.php?codigo=2326
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