jueves, 18 de marzo de 2010

Versos con mala baba

A todos nos han llegado mails con críticas más o menos satíricas y jocosas hacia los políticos de nuestro país. Esto, expresión popular del descontento con respecto a la clase dirigente, no pensemos que es cosa nueva alumbrada por la generalización de internet, sino que muy al revés supone simplemente la nueva forma que ha tomado la muy antigua tradición de sátira política que antes se extendía mediante coplas, cancioncillas y versos populares.

Empiezo con las dedicadas al rey Carlos II, con el que se terminó la dinastía Habsburgo en el trono hispano, y que llamaban “el hechizado”. Como bien sabéis, no fue capaz de engendrar un hijo que heredase la corona, y sus retratos no dejan dudas de que no poseía un físico “perfecto”. Veamos la guasa que el pueblo se gastaba con respecto a las características físicas del monarca:

El Príncipe, al parecer, / por lo endeble y patiblando / es hijo de contrabando / pues no se puede tener.

La descendencia del rey era asunto de Estado, y se exigía a la reina, María Luisa de Orleans, que fuese capaz de dar un niño a la dinastía:

Parid, bella flor de lis,
que en ocasión tan extraña
si parís, parís a España;
y si no parís, a París.


El siglo XIX es abundante en estas muestras de cabreo e ingenio popular a partes iguales. El primero que protagonizó una “jartá” de coplillas satíricas fue el rey José Bonaparte, al que pronto bautizaron como Pepe Botella o Botellas (cuando no hay constancia de que fuese aficionado al vino) y, redundado en la equivocada imagen que el imaginario popular se hizo de él, se le consideró tuerto (porque al usar monóculo de varilla cerraba el otro ojo). De esta supuesta afición suya al bebercio y su imaginaria tara física surgieron variadas y curiosas composiciones que se cantaban en tabernas y mesones:

Pepe Botellas, baja al despacho,
No puedo ahora, que estoy borracho
Pepe Botellas, no andas con tino
Naturalmente, lo impide el vino


Grande acompañamiento
Pepino lleva,
Un obus, dos gendarmes
Y sus botellas


Ya se fue por las Ventas
El rey Pepino
Con un par de botellas
Para el camino


Hemos visto hasta ahora composiciones cortas y sencillas. Pero las había más trabajadas, como ésta que se cantaba cuando José I tuvo que dejar Madrid tras la derrota francesa en Bailén:

O amigo Rey de Copas, ¿dónde vas,
Que tan deprisa dejas Madrid?
Y si mal no me engaña mi nariz
No es ámbar lo que exhalas por detrás.
¿Qué excusa a Valdepeñas le darás
Que contigo pensaba ser feliz?
¡Quál debe quedar Yepes de infeliz
Si no prueba sus vinos de hoy en más!
¡Quán triste quedará Carabanchel,
Si se le va el mejor consumidor,
Aun antes de probar su moscatel!
Todo será sollozos y clamor,
Y en medio de tan lúgubre Babel
Clamarán con el grito de dolor,
Cruel Vireno, fugitivo Eneas,
Barrabás te acompañe, allá te avengas


Abundando en estas creaciones más complejas que pasaban de la simple coplilla pero destilaban igual cachondeo y mofa:

Al Rey José I

Al ínclito Señor Pepe, rey (en deseo) de las Españas, y (en visión) de las Indias

Salud, gran rey de la rebelde gente;
salud, salud Pepillo diligente,
protector del cultivo de las uvas
y catador experto de las cubas;
hoy te celebra mi insurgente mano
desde el grandioso emporio gaditano;
y sin quebrarme mucho la cabeza
al momento tropezara
mi pluma con tus raras cualidades;
no llenaré el papel de las variedades,
como hacen a tu lado
necios aduladores
de tu persona y denigrado trono,
que te dexan corrido como un mono,
celebrando virtudes que no tienes,
y coronan tus sienes
con laureles de Marte, o bien de Apolo,
cuando al tyrso de Baco aspiras solo


Y cómo no, en el transcurso de la guerra, gritos y canciones patrióticas que animan la lucha contra el francés. Sin duda, la más famosa, y que seguro todos escuchado alguna vez, es ésta:

Con la bombas que tiran
los fanfarrones
se hacen las gaditanas
tirabuzones.


Pero también había otras:

No paseará en carroza /el emperador francés
mientras haya en Zaragoza/ con sangre un aragonés.


¡Vivan los españoles! ¡Viva la Religión!
Yo me cago en el gorro de Napoleón…


Por último, la relación entre Pepe Botella, Napoléón y el que espero protagonice otro capítulo de estos “dardos” populares:

Bonaparte en los infiernos
tiene una silla poltrona,
y a su lado está Godoy
poniendole la Corona

4 comentarios:

Quevedo dijo...

Franco, Franco
tiene el culo blanco
porque su mujer
lo lava con Ariel.

Wayne dijo...

Eh, que eso no es una cancioncilla popular, es nada menos que el Himno de España

Colorines dijo...

A ver, Quevedo, tú siempre has más sutil:

Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja.
Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad es coja

Calambur dedicado a Mariana de Austria, déjanos lo fácil al pueblo llano

Alfredo dijo...

Ya vienen las Provincias arrempujando
Y la Virgen de Atocha trae a Fernando
Vivan los Españoles,
viva la religión,
Yo me cago en el gorro,
De Napoleón.