jueves, 12 de noviembre de 2009

Peazo peliculón: La Jungla de Cristal

Se acercan las navidades (para los grandes almacenes y supermercados ya están aquí) y con ellas las típicas películas navideñas. La número uno de la historia es, sin duda, “Qué bello es vivir”, del sin par Frank Capra, una película que no por estar teñida de espíritu navideño deja de ser uno de los cúlmenes del séptimo arte, al menos para el que suscribe (y cuidadín con criticarla sin argumentos sólidos en mi presencia, que me puedo poner muy violento como alguno ya sabe y podéis apreciar aquí y aquí). De menor calidad, pero algunos muy divertidos, suelen ser los filmes basados en Santa Claus, como los realizados en los últimos años por Tim Allen, o los que adaptan el popular “Cuento de Navidad” de Dickens (en este caso, me encanta Bill Murray como un postmoderno Mr. Scrooge en “Los fantasmas atacan al jefe”). Pero si hablamos de un clásico de las navidades (auque se estrenó en verano), quitando la obra maestra de míster Capra, debemos hacer alusión a otra gran película, también una obra maestra, aunque ésta del cine de acción, considerada además la mejor de la historia en este género: nada más y nada menos que “La jungla de Cristal”.

En el original “Die Hard” (de nuevo una bonita cabriola idiomática por parte de los traductores, para ver infinidad más, pinchad aquí)“La Jungla de Cristal” es, como no podía ser de otra manera, una de mis películas de cabecera. Como aficionado a los perdedores que se sobreponen a su fatal destino (los “losers”, que dirían los americanos), John McClane es el paradigma de este tipo de personaje; y Bruce Willis el actor que mejor los ha llevado a la gran pantalla (aparte de McClane, el gran Joe Hallenbeck en “El último Boy Scout”, otra de las películas que brillan con luz propia en mi particular Olimpo cinematográfico) Puestos a recopilar las causas de que este film de John McTiernan, estrenado en 1988, constituya Eldorado de cualquier aficionado (venga, va, utilizaré el término “friki”, aunque no me gusta) sobre la treintena, podemos también destacar igualmente la sublime actuación de Alan Rickman como Gruber, el líder de los terroristas, y la presencia de Reginald Veljohnson como el policía Al Powell, el único apoyo de McClane durante la película y que al final le salva la vida sobreponiéndose a su propio drama personal.

Por cierto, hace unos días, en un episodio de “Chuck” (serie a la que tanto mi señora como yo estamos enganchados) hacía su aparición estelar el propio Reginald Veljohnson y el personaje, policía para más señas, en un episodio enmarcado en las fechas navideñas y con una crisis con rehenes como trama, se llamaba precisamente Al Powell. Pedazo de homenaje. Otra “frikada”: en una de las series de cómic de mayor éxito entre la crítica en los últimos años, “Invencible”, de Robert Kirkman, el protagonista, un adolescente con superpoderes, acude al Instituto “Reginald Veljohnson”, y el director es clavadito, clavadito, al actor; ¡qué huella nos has dejado, “Carl Winslow”( y amenazo con ocuparme algún día de Urkell y toda la tribu de “Cosas de Casa”, otra de esas producciones que me han dejado una profunda huella y por la que tengo verdadera admiración y devoción).

A lo que iba. Este peliculón de McTiernan asaltó las taquillas de 1988. Por lo visto, el proyecto inical era hacer una segunda parte de “Commando” (también de McTiernan) con el personaje de “Chuache” visitando a su ya crecidita hija y encontrándose con la crisis terrorista. Por suerte, no se pusieron de acuerdo con el actor y reciclaron el proyecto con Bruce Willis como prota, después de habérselo ofrecido a Richard Gere, Stallone y ¡Burt Reynolds!, que, gracias al cielo, no aceptaron. Hasta ese momento, Willis era conocido por la teleserie Luz de Luna, con la madurita de buen ver Cybill Shepard, y su único papel protagonista había sido con Kim Basinger en Cita a Ciegas. Por tanto, parecía un actor encasillado en el género cómico, lo cual tampoco le vino mal para hacer al “duro” MacClane, que a fuerza de ironía logra superar la tensión a la que se ve sometido. Curiosamente, en el cartel original el rostro de Willis no se mostraba con demasiada nitidez, puesto que no era la gran estrella que fue posteriormente, pero cuando a los pocos meses la peli fue un éxito, y el actor se convirtió en un rostro popular, “aclararon” su imagen para que fuese fácilmente reconocible.

Basado en la novela Nothing Lasts Forever, de Roderick Thorp, La Jungla de Cristal es la historia de cómo las personas que no son capaces de conducir su vida de manera adecuada, pueden, sin embargo, manejar con éxito situaciones límite. John MacClane es un policía de Nueva York que va a visitar a su esposa Holly (Bonnie Bedelia) a Los Ángeles, donde ella ha entrado a trabajar en una empresa japonesa. Ambos, al trasladarse ella a L.A., decidieron darse un tiempo para pensar sobre su relación. John es un obseso de su trabajo, y esta fijación coartaba las aspiraciones profesionales de su mujer. Cuando por fin ella consigue un puesto de responsabilidad en una gran empresa, él no la apoya lo suficiente, y se niega a trasladarse y abandonar su puesto en la policía de N.Y. Cuando va a pasar la Navidad con Holly y la hija de ambos, John se encuentra en la fiesta de navidad del edificio Nakatomi, sede de la empresa donde trabaja su esposa, con la irrupción de unos terroristas. Éstos, dirigidos por Hans Gruber, quieren hacerse pasar por miembros de una guerrilla revolucionaria, cuando en realidad son vulgares ladrones (¡cuánto realismo hay en esto!). Curiosamente, la mayoría de los terroristas son europeos. En torno a esto hay una singular circunstancia, que puede hacer las delicias de los aficionados a las teorías de la conspiración. Por aquellos años lo que era el Mercado Común europeo se convirtió en la Comunidad Económica Europea, estrechando aún más los lazos económicos entre los países miembros, algo que fue visto con escepticismo desde los EEUU. Pues bien, en el film, no sólo los terroristas son en su mayoría de origen europeo y se comunican entre ellos en alemán, sino que cuando aparecen las imágenes las que “trabajan” en el robo, suena como fondo el Himno de la Alegría, himno de la actual Unión Europea. Eurofobia pura y dura, podría interpretarse.

Al final, como todos sabéis y tras muchas vicisitudes y sacrificios mentales y físicos, el desgraciado y estoico policía de N.Y. logra desbaratar los planes de los ladrones y acaba con ellos, no sin antes pasar por algunos de los “sitios comunes” de las pelis de acción: tiros a cascaporrillo, frases “chulas”, acrobacias varias, la intervención de los “ineptos” del FBI, y unos malos que no se mueren “ni pa trás”. Sin duda, el modelo de toda peli de acción, y que por ello trasciende el propio género y se erige en precursora y cénit del mismo. Un peliculón en toda regla, vamos.

Para terminar, dos cosas. Un enlace a un estudio donde se enumeran todas las armas que salen en el film (pincha aquí); yalgunos de los diálogos que han quedado marcados a fuego en la propia historia del cine, o, al menos, de “mi cine”.

Operadora del Teléfono de la Policía: Atención, sea quien sea, este canal esta reservado para llamadas de emergencias.
John McClane: No me joda señorita. ¿Le parece que estoy encargando una pizza?

(Después de matar a uno de los terroristas y teniendo en cuenta que cuando se produce el asalto él está descalzo) John McClane: 9 millones de terroristas en el mundo y se me ocurre matar a uno que tiene pies de mujer.

(Cuando Al Powell se acerca al Nakatomi Plaza para certificar si el aviso a la policía era real, y al ver cómo daba la vuelta con su coche patrulla al verlo todo tranquilo) John McClane: ¿Quién conduce ese coche? ¿Stevie Wonder?

Hans Gruber (el jefe terrorista): Me tiene intrigado. Sabe mi nombre pero, ¿quién es usted? ¿Otro americano que vio demasiadas peliculas de niño? ¿Otro huerfano de una cultura en declive que se cree John Wayne, Rambo, el equipo A?
John McClane: A mí el que siempre me gustó fue Roy Rogers, y esas chupas que llevaba con lentejuelas.
Hans Gruber: ¿En serio cree que puede ganarnos la partida, vaquero?
John McClane: Yipi-kay-yei, hijo de puta.

Hans Gruber: Sigue jugando a las peliculas. Qué americano. Son unos niños. Esta vez John Wayne no terminará marchándose con Grace Kelly.
John McClane: Ese fue Gary Cooper, inculto.
Hans Gruber: Basta de bromas.
John McClane: Usted también habría sido un buen cowboy, Hans.
Hans Gruber: Sí, sí. ¿Qué fue lo que me dijo antes? Yipi-kay-yei, hijodeputa.

(Durante una tensa calma que esperan McClane dentro del edificio y Powell fuera, comunicados por radio- Roy es el “nombre en clave” que adopta John para mantenerse en el anonimato) John McClane: ¡Dios! ¿Qué es esto?
Al Powell: Roy, ¿te ocurre algo?
John McClane: Estoy intentando comerme un donuts más duro que una piedra. ¿Con que harán estas cosas?

Dwayne T. Robinson: Soy el subcomisario de policia Dwayne T. Robinson y estoy al mando de esta operacion.
John McClane: ¡Ah! ¿Así que al mando? Pues a ver si se entera, Dwayne, desde aquí arriba no parece que esté al mando de nada, ¡tuercebotas!
(jejeje, lo de “tuercebotas” es que me encanta)

Como sabéis, después se han hecho otras tres secuelas, y, a pesar de que están muy bien, ninguna llega a la mítica primera parte y original… ¡Jungla de Cristal (Die Hard)!.

Os dejo algunos videos. Primero, una canción homenaje a la película que ya fue recopilada en el blog de mi buen amigo el engendro (actualmente interrumpida la emisión):





Y a continuación dos films-resumen de la película, el primero va directamente al fondo de la misma, y el segundo la revisita con un estilo algo añejo:






6 comentarios:

lectora dijo...

¡Cuánto pelo tenía Bruce Willis! También es un de mis actores favoritos aunque he de reconocer que su voz española influye muy positivamente para ello.

Colorines dijo...

Otras películas típicamente navideñas son/fueron Grease y La Princesa Prometida, yo me fijo más en las románticas que en las de acción, aunque Bruce Willis es un actor que me gustaba ya desde Luz de luna

Wayne dijo...

Pues sí, Colorines, coincido contigo en el caso de La Princesa Prometida (menos en el de Grease). Cualquier escribo algo sobre Íñigo Montoya (el que mató a su padre, que se prepare a morir), Buttercap, Wesley/Pirata Roberts, Fezzik, y demás. ¡Una delicia de película, apta para todos los públicos! Monstruos, envidias, duelos de espadachines, monstruos, proezas sobrehumanas, persecuciones, peleas a puñetazo limpio, torturas, magia, amor verdadero... ¡lo tiene todo!

Colorines dijo...

Farolero!!!

Bond dijo...

Aprovecho este pedazo de peliculón para compartir una opinión en cuanto al doblaje de películas en España. Tengo que decir que pocas películas cumplen con lo que es un buen doblaje (a mi modo de ver), no consiguen transmitir la carga que se observa en las versiones originales. A lo mejor soy yo, que acostumbrado ya a verlas en VO, que verlas dobladas pierde la gracia, pero lo dudo, ya que películas con algunos años, véase las de Clint Eastwood, John Wayne etc no les ocurre esto.
Y yo me pregunto si no será también por los actores de doblaje..... donde están los Constantinos Romeros y compañía que doblan y doblaban y que de verdad transmitían las películas.
Hasta que vuelvan, yo me paso a las VO.

P.S. Lo mismo que pasa con los títulos de las películas, que creo que ya se ha comentado por este blog, a veces pueden ser hasta crueles en la traducción (de cambiar completamente los dobles significados y que pierda completamente la gracia....)

Un saludo

Wayne dijo...

Sí, seguramente se está notando cierto retroceso en cuanto al doblaje, pero es como todo. Eso sí, en España aún tenemos buenísimos actores de doblaje, que, bueno, quizá algunos actores americanos pierden algo, pero otros ganan mucho (véase Stallone o el Chuache, por ejemplo) con el doblaje al castellano. Lo que sí se nota mucho es la diferencia con los jóvenes actores "completos", que no saben ni hablar, ¡qué difícil es entender una película española protagonizada por estos jóvenes, de verdad!

Incluso hay casos en que a una película la salva el doblaje, como aquella de la que da tomé el título de este blog: "Las aventuras de Ford Fairlane". En V.O. no dice nada, pero en el doblaje de Pablo carbonell es uno de los hitos del cine de culto de los noventa.

Un saludo, James (¿te puedo llamar James, verdad? jejeje)