lunes, 30 de noviembre de 2009

Garfield: mi héroe (VII)

Nuevas y seleccionadas aventuras de Garfield ahora que se acerca el puente y la Navidad. Cuidado con los excesos alimenticios, y cuidado con los que ya los han cometido: en dos de las tiras podemos ver cómo algunos no asumen o no llevan muy bien lo del sobrepeso.

Ah, por cierto, aquí tenéis el enlace a mi otro blog, donde he colgado un vídeo-resumen de la excursión que realicé con los alumnos de 4º a Madrid el miércoles pasado: viaje al Madrid de Los Austrias




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martes, 24 de noviembre de 2009

Amos que... muertes (VII)

Acorde con el humor que me acompañó la semana pasada, el Amos que… de hoy se va a centrar en la muerte. Vamos a recordar algunas formas de morir cuanto menos “curiosas” y que, si olvidamos el resultado, pueden mover a la risa. Ya cité algunos hechos luctuosos verdaderamente ridículos (aquí), pero veamos algunos más.

Empezamos con una muy poética y delicada… dentro de lo que cabe. El escritor y rapsoda chino Li Po (701-762), cuyo nombre también es transcrito como Li Bai, que amén de amante de las musas era algo dipsómano (adjetivo que aprendí el otro día y que es una manera complicada de decir borracho), murió ahogado tras caer al río al intentar abrazar el reflejo de la luna en el agua. Y no, no era precisamente agua lo que se había bebido en ingentes cantidades poco antes, y que le llevó a realizar tal acción, tan romántica como estúpida.

Precisamente la palabreja “dipsómano” la descubrí en una obra de teatro de Tenessee Williams. Vamos entonces con el óbito del afamado dramaturgo norteamericano. Murió a los 71 años “oficialmente” por atragantarse con el tapón de un bote de pastillas que intentó abrir con la boca.Decía lo de “oficialmente” porque sus familiares dijeron que había sido asesinado (sin duda, el intentar abrir algunas cajas y envoltorios puede ser mortal, y si no, ¿qué me decís de los “modernos” plásticos que recubren tarjetas de memoria, “pendrives”, ratones, etc…? Bien podría considerarse la proliferación de estos envoltorios como un intento de genocidio por parte de las multinacionales).

El astrónomo Tycho Brahe, que vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII, demostró que la sabiduría popular tiene en muchos casos base científica. ¿No os han dicho nunca eso de que no es bueno reprimir la micción (uséase, aguantarse las ganas de mear)? Pues es radicalmente cierto. El astrónomo danés, un tipo curioso cuya vida que quizá abordemos en otro momento y que fue maestro de Kepler, falleció tras decidir no interrumpir una pantagruélica cena yendo al baño, puesto que ausentarse de la mesa era considerado de mala educación. La “represión de sus necesidades” durante el largo tiempo que duró el refrigerio le originó una cistitis que acabó con sus días dos meses después, entre altas fiebres y fuertes dolores. Así que ya sabéis, cuando entran ganas, lo primordial es aliviarse la vejiga so pena de perder la salud y la vida.

Otra enseñanza que nos da la vida (y la muerte): cuidado con los ataques de ira, pueden resultar mortales. Dos casos. El primero, el del célebre compositor Jean-Baptiste Lully, que vivió y se hizo fama en la corte de Luis XIV de Francia. En aquella época, para dirigir la orquesta no se utilizaba la liviana batuta de la actualidad, sino un pesado bastón con el que se golpeaba el suelo a fin de que los músicos siguieran las indicaciones del director. Pues bien, en un ensayo, Lully cogió tal cabreo con los músicos que dio un fortísimo bastonazo en el suelo, con la mala suerte de que entre el bastón y el suelo se encontraba algo: su pie. La herida que se provocó se gangrenó y finalmente acabó con su vida en 1687. El otro ejemplo de que no hay que tomarse las cosas tan a pecho, el de Jasper “Jack” Daniel, fundador de las destilerías Jack Daniels. El hombre tenía problemas para recordar la combinación de su caja fuerte, que a buen seguro estaba rebosante de dinero. Una mañana, al no acordarse de ella y no poder abrir la caja, le pegó una patada haciéndose polvo el dedo del pie, que posteriormente se le infectaría provocando su muerte en 1911.

Para terminar, la certificación de otro dicho popular: “La curiosidad mató al gato”. Bueno, en realidad esto no tiene que ver con un gato, sino con un pollo, y no es el animal el que se muere, sino que… Bueno, a lo que iba, que me estoy liando. Francis Bacon (1561-1626), reputado filósofo y científico, quiso experimentar la acción del frío para evitar la descomposición de los cadáveres. Así, durante una tormenta de nieve, salió a enterrar un pollo en la misma, con el fin de observar los efectos de la esperada congelación en el gallináceo fiambre. Al estar expuesto durante un tiempo al intenso frío, Bacon cogió una pulmonía que, unida a su avanzada edad, terminó siendo mortal. Como decía, la curiosidad mató al gato, bueno, era Bacon, con lo cual sería más bien un cerdo, aunque la culpa la tuvo el pollo… un lío, vamos.
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viernes, 20 de noviembre de 2009

Monty Python: metáforas políticas de ayer y hoy

Como estoy un poquito "mustio" y deprimido a la luz de los acontecimientos que se han desarrollado esta semana, de la que si hiciésemos una película (y ojalá lo fuese, y no la realidad), sería una en la que ganan los malos (agresores, asesinos, piratas, hipócritas desvergonzados, políticos de estómago agradecido, burócratas inútiles e insensibles, etc), a ver si nos animamos un poco echándonos unas risas con los Python.

El primer video nos muestra una situación que, a pesar de presentarse como ficción, suele ser real: es suficiente con asistir a cualquier debate en alguna de las cámaras legislativas de nuestro país. El segundo también tiene un trasfondo político: a ese hospital de sobreactuaciones se podría mandar a la mayoría de los cargos públicos de nuestra piel de toro, a ver si sobreactuaban menos y observaban, reflexionaban, y trabajaban más.





¡(Suspiro)! Esta noche a ver si veo alguna peli donde ganen los buenos, y me sigo engañando a mí mismo pensando que hay esperanza. ¿Me recoméndáis alguna? Leer más...

martes, 17 de noviembre de 2009

Teach-boxing

Venga, vamos a reírnos un poco… por no llorar. El sábado nos desayunábamos con la noticia aparecida en el (modo irónico on) riguroso, necesario, independiente y bien editado (modo irónico off) diario Lanza de la agresión de un alumno a un profesor de nuestra capital. Sorprender, al menos a los que trabajamos en la enseñanza, no nos sorprende la noticia, y la vamos a dejar ahí como tal, debido al expreso deseo del profesor agredido de que no trasciende ni de qué centro de trata ni, claro está, su identidad (y a pesar de ello ya sabemos por los “sensibles” y “respetuosos” periodistas que el agredido es el director de ese centro y que el agresor era un alumno de un Programa de Cualificación Profesional, una cosa que se han inventado para regalar el título a los alumnos que no quieren estudiar para que no abandonen los centros, un título que vale exactamente igual que el que le dan al alumno que se lo saca como Dios manda, por cierto, y si alguien piensa que no sé de lo que hablo, que conste que este año yo mismo soy profesor de segundo curso de PCPI). Es una noticia más, de entre las muchas que afectan a la educación, que tienen en común su carácter descorazonador. Vamos a estudiar el seguimiento que se le ha hecho a la noticia.

Al día siguiente de los hechos, la delegada de educación de Ciudad Real, Valle Fuentes, declaraba, según el propio Lanza, que consideraba “una conducta muy grave” la agresión. Gracias por su apoyo, jefa. Menos mal. Asimismo, el rotativo informaba: (la delegada)“asegura que su departamento apoyará la decisión que adopte el centro, que es autónomo en la materia para abrir expediente -en el que cabría la expulsión del adolescente-, en base al Decreto de Convivencia que permite a los centros escolares actuar por sí mismos en cuestiones disciplinarias”. El periodista, que no hace bien su trabajo porque no se informa realmente de cómo son las cosas, aunque es comprensible porque decide utilizar la razón y el sentido común cuando le explican las circunstancias de la cuestión, cosa que no se debe hacer ni en materia política en general, y menos en política educativa en particular, entiende que la expulsión a la que se refiere la delegación es del centro y definitiva. Pero no, señor, la expulsión sobre la que puede decidir el centro es únicamente temporal, de máximo un mes, y luego si te he visto (me has pegado una leche) no me acuerdo (o sea que como te descuides te doy otra).Esta percepción del periodista se refuerza cuando en otro artículo donde da noticia del comunicado de uno de los sindicatos de enseñanza, dice: “considera que la Delegación de Educación en Ciudad Real “debe proceder al inmediato cambio de centro del alumno agresor” (la delegada Valle Fuentes ha declarado a este periódico que será el centro quien decida)”. Meeeeeec, error. ¿Quién le ha dicho a él que el centro decidirá si cambiar al alumno de centro?. Si yo le entiendo, no creáis, el hombre piensa “expulsión”. Claro, que le echan del centro, ¿no? Pues no. Es sólo “expulsión temporal”, es decir, en términos balonmanísticos, más bien un “exclusión”. Son los intríngulis propios de la jerga educativa, más políticamente correcta (y estúpida, y falaz) que la de los propios políticos. Además, el agresor es mayor de 16 años, es decir, no es obligatoria su permanencia en el sistema educativo (al menos hasta que el lumbrera de nuestro Ministro de Educación, siguiendo la propuesta ya realizada por las mentes preclaras al cargo de la educación en CLM, lleve a cabo sus proyectos de ampliación de la edad de permanencia obligatoria hasta los 18 años, pero es que eso merece un artículo aparte). Lo normal, por tanto, es que se le expulsara de ese PCPI, que al fin y al cabo es un “premio” (indecente, pero premio) que le da la administración por ser un vago y un sinvergüenza. Pero ya os adelanto yo que no. Que el chaval se incorporará al programa en un mes como mucho tras ser “expulsado”, y que en uno (si es alumno de segundo) o dos (si lo es de primero) años tendrá su título de la ESO, exactamente el mismo que el estúpido e iluso alumno de 4º de ESO que se está dejando los cuernos estudiando a lo largo de todo su periplo escolar. Es lo que hay.

Además, otra cuestión que a lo mejor sorprende a los que no están familiarizados con los entresijos de la docencia, ahí tenemos a nuestros (modo irónico on) preocupados y trabajadores (modo irónico off) sindicatos como siempre remando en la misma dirección. Aquí lo vemos: “El sindicato de profesores AMPE ha asegurado hoy que los profesionales de la enseñanza no pueden permanecer callados ante las agresiones de las que vienen siendo objeto, mucha de las cuales, dicen, "están siendo silenciadas". El presidente regional de AMPE, Juan Carlos Illescas, en declaraciones a EFE, ha señalado que la agresión física de la que fue objeto un profesor el pasado viernes por parte de un alumno en Ciudad Real, es una muestra más de las que sufren muchos profesores en Castilla-La Mancha, que en la mayoría de los casos acaban sin ser denunciadas”. Ahora, las declaraciones de otro de los sindicatos: “El Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza (STE-CLM) condena en un comunicado difundido este domingo el puñetazo que el viernes propinó un alumno al director de un instituto de la capital, -una información que adelantó Lanza- y pide “que no se utilice este caso para elevar el nivel de descalificación existente en torno al clima escolar y que no se extrapole y se diga que esto es reflejo de lo que ocurre en la enseñanza [como sostiene Anpe] pues los datos existentes nos demuestran que esto ha sido un caso excepcional. Ya los veis. ¿Les preocupa la situación de la enseñanza? Ni lo más mínimo. Simplemente tratan atacar a sus enemigos y apoyar a sus amigos, con el afán de seguir coleccionando liberados y continuar alejados de la tiza.

Continuemos con las declaraciones del STE. Dicen que reclaman a la administración las medidas para evitar este tipo de agresiones (“Desde el STE reiteramos nuestra petición a la administración educativa para que tome las medidas que son necesarias para prevenir estas conductas violentas y para intentar acabar con las conductas disruptivas que impiden en muchas ocasiones el desarrollo normal de las clases en nuestros institutos”). Vale. Muy bien. ¿Y cuáles son? Ojo: “reducción del número de alumnos existentes en las aulas, la dotación del personal de orientación psicopedagógica necesario, la potenciación de los programas de atención a la diversidad y el desarrollo de los programas de convivencia en los centros”.Eso es.



Con eso estaba solucionado el problema de la violencia. ¿Qué no? Hombre, si hay menos alumnos en la clase tienes menos posibilidades de que te casquen. Pura matemática. Y como dice un compañero, si el orientador nuevo que incorporan está cachas, igual te defiende (o no). Siempre puedes ir a terapia con él, que para eso son psicólogos. En cuanto a los programas de atención a la diversidad, pues sí, oye, creando alguno para atender decentemente a los matones: no sé, poniéndoles un profesor masoca, que les anime “dame más, dame más” mientras le están zurrando. Por último, claro, el desarrollo del programa de convivencia de los centros. Sip. Así cuando agredan a un profesor/a igual se puede considerar violencia doméstica. Pues nada. Éstos son los que nos “defienden”. Claro que tampoco tiene ellos la culpa: la mayoría lleva años sin pisar una clase, ellos qué sabrán, los pobres. Lo de pedir una legislación educativa que le devuelva (o le dé) algo de autoridad al profesor y al centro, eso no. ¿A quién se le puede ocurrir que a un alumno que agrede al profesor se le pueda expulsar definitivamente de un centro? Lo suyo es que se tome unas vacaciones, y luego otra vez al “cole” (y luego decían los del STE que no se cumplen los programas de convivencia… ¿Cómo que no? ¡A más no poder!). ¿Por qué no hacen lo mismo con las mujeres agredidas por sus maridos o compañeros? (y por supuesto no comparo tamaño drama con esto, que siempre hay alguien de mente estrecha por ahí) Un mesecito fuera de casa y luego otra vez a convivir, verás como ya no hay problema. ¿Ah, no? Vaya, vaya, así que la “solución” no parece tan útil y civilizada, respetuosa de los derechos del agresor (no del agredido, claro, al fin y al cabo, desde que le han breao a toyas, ya los ha perdido), en todos los casos. Hmmmm, ¿da que pensar? Oh, no, no, ¡Vade retro, Satanás! ¡Pensar, reflexionar, aplicar el sentido común sin prejuicios ideológicos irracionales! ¡Eso es inmoral, impensable, horrible crimen en este “Estado de derecho” ! Perdón, perdón, pido clemencia por tamaña herejía.

Por cierto, os cuento un caso en primera persona. En mi centro había muchísimos problemas de disciplina en uno de los cursos. Pero muchos. No había quien dese clase, y los partes de disciplina se multipicaban todos los días. A un profesor, inocente él (o ella), se le ocurrió poner estos problemas en conocimiento del inspector de eduación de la zona. Esperaría que el inspector hiciera uso de su autoridad, que llamase al orden a los alumnos y a los padres, etc. Pero no. ¿Qué hizo el señor inspector? Le pidió la programación didáctica a todos los profesores, a ver si estaba bien hecha. Ya está. Punto. No hizo más. Aquí se ve, primero, la sensibilidad de la administráción, y, segundo, que no tiene ni puñetera idea (o no quieren tenerla) de lo que es un centro educativo en su día a día.

Es lo que tiene no escribir los artículos “del tirón”. Ya ha salido la “sentencia”. Para el Consejo Escolar del centro (representantes de profesores, PAS, padres y alumnos) agredir al director, con premeditación, por cierto (le estaba esperando a la salida, es decir, no es un “acceso de ira”) simplemente se salda con quince días. Ya está. Dos semanitas de vacaciones y arreglado. Punto pelota, y que pase el siguiente “punching-ball” docente. Por cierto, que han sido quince días por haberle atizado al director, que si llega a ser un profesor sin más (yo mismo por ejemplo) el castigo igual es copiar tres veces en la pizarra “no pegaré a los profesores” y al agredido le suspenden de empleo y sueldo por que el “niño” se ha dañado la muñeca al soltarle la leche.

Otra cosa. Tanto la consejera como algún sindicato (STE en este caso) se han preocupado mucho de señalar que “es un hecho aislado”. Mentira. Si esto es un hecho aislado, los atentados de ETA también lo son, con lo que nos deberíamos preocuparnos, ¿no? Es decir, si hablamos de frecuencia, las agresiones a profesores son muy frecuentes, lo que ocurre, y lo digo con conocimiento, es que los centros y la consejería los “tapan”. Los “ocultan”. Así de claro. Su táctica es como la de la antigua Iglesia con las mujeres maltratadas: “algo habrás hecho”,” hay que aguantar”, “esto son cosas domésticas, que no deben salir a la luz”, etc. Muchos compañeros sienten (les hacen sentir) vergüenza ante estas decisiones y finalmente se olvidan (los agredidos no, que bien presente lo tendrán para toda su vida). Y así es como se actúa. Pero ojo, aviso a navegantes. Ocurre exactamente igual cuando un alumno o alumna es agredido por otro. Así que ya no es un problema sólo del profesorado. Cuando la violencia es “entre iguales” (entre alumnos, se entiende) también se oculta. Así que no estén ustedes tan tranquilos. Porque absolutamente todos los alumnos que agreden a un profesor, anteriormente han agredido, amenazado o abusado de algún compañero/a, o de muchos. La solución fácil es echarle la culpa al profesorado “porque no han hecho nada”. ¡Pero si ni siquiera podemos defendernos nosotros! Al final, por ridículo que parezca, casi es lo único que me queda por pedirle a la administración: ¡que nos dejen defendernos! Porque si repeles una agresión ya sabes que tu carrera está en juego… bueno, en juego no, literalmente perdida. Así que por lo menos, eso, que podamos defendernos. Yo por si acaso ya estoy yendo al gimnasio para ponerme “cachas”.

Otro caso de hace poco fue el del alumno que lanzó huevos contra la fachada de una profesora en Sonseca. En primera instancia, se le condenó a siete días de trabajo comunitario. Sin embargo, esta decisión del Juzgado de Instrucción fue revocada por la Audiencia de Toledo, que dejó al angelito totalmente impune. De momento, veamos la actitud de esos padres que, de primeras, lo que hacen es recurrir la primera sentencia, claramente justa (leve para mi gusto, pero es que yo soy un “radical”, ya lo sabéis) y aleccionadora. Vamos, que lo suyo hubiese sido que sus padres le dijeran: “cumples tus trabajos comunitarios, te quedas tres meses sin salir, y no te cruzo la cara no sea que algún juez imbécil me retire la custodia, que no creas que no me dan ganas de lo primero y de lo segundo”. Pero no, los “papis” recurren porque cómo va su hijo a cumplir con eso. ¡Trabajar!¿Esto qué es, la Inquisición? Pero si esto ya es muy grave (en realidad creo que es lo más grave), ojo al fallo de la Audiencia. Dice que deja sin efecto la anterior sentencia porque los daños en la fachada no fueron relevantes, ya que fue la propia profesora quien la limpió sin coste alguno… … … (sí, ahora sí me voy a pasar) quien tenía que haberlo limpiado era el señor juez con sus cuernos, cagontó. ¿Y que excrementos morales así (no sé si jurídicos, pero sí morales) sean los que deciden en nuestra justicia? (mal llamada así, si acaso, poder judicial, porque justos, justos, casi nunca lo son). No me extraña que pase lo que pase. Claro que, tenedlo en cuenta, tanto el de los huevos como el boxeador del PCPI serán en el futuro un juez o diputado (o vaya usté a saber, Consejero de Educación) Parafraseando a mi admirado Groucho: ¡Paren el mundo, que me bajo!

Pues nada, que no va a ser la última, ¿eh? Cuando se me pase el “calentón” (mente limpia, queridos lectores, mente limpia) igual me da por analizar las declaraciones de hace un mes de nuestro brillante y agudo ministro. Pero ahora me da pereza, la verdad.

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jueves, 12 de noviembre de 2009

Peazo peliculón: La Jungla de Cristal

Se acercan las navidades (para los grandes almacenes y supermercados ya están aquí) y con ellas las típicas películas navideñas. La número uno de la historia es, sin duda, “Qué bello es vivir”, del sin par Frank Capra, una película que no por estar teñida de espíritu navideño deja de ser uno de los cúlmenes del séptimo arte, al menos para el que suscribe (y cuidadín con criticarla sin argumentos sólidos en mi presencia, que me puedo poner muy violento como alguno ya sabe y podéis apreciar aquí y aquí). De menor calidad, pero algunos muy divertidos, suelen ser los filmes basados en Santa Claus, como los realizados en los últimos años por Tim Allen, o los que adaptan el popular “Cuento de Navidad” de Dickens (en este caso, me encanta Bill Murray como un postmoderno Mr. Scrooge en “Los fantasmas atacan al jefe”). Pero si hablamos de un clásico de las navidades (auque se estrenó en verano), quitando la obra maestra de míster Capra, debemos hacer alusión a otra gran película, también una obra maestra, aunque ésta del cine de acción, considerada además la mejor de la historia en este género: nada más y nada menos que “La jungla de Cristal”.

En el original “Die Hard” (de nuevo una bonita cabriola idiomática por parte de los traductores, para ver infinidad más, pinchad aquí)“La Jungla de Cristal” es, como no podía ser de otra manera, una de mis películas de cabecera. Como aficionado a los perdedores que se sobreponen a su fatal destino (los “losers”, que dirían los americanos), John McClane es el paradigma de este tipo de personaje; y Bruce Willis el actor que mejor los ha llevado a la gran pantalla (aparte de McClane, el gran Joe Hallenbeck en “El último Boy Scout”, otra de las películas que brillan con luz propia en mi particular Olimpo cinematográfico) Puestos a recopilar las causas de que este film de John McTiernan, estrenado en 1988, constituya Eldorado de cualquier aficionado (venga, va, utilizaré el término “friki”, aunque no me gusta) sobre la treintena, podemos también destacar igualmente la sublime actuación de Alan Rickman como Gruber, el líder de los terroristas, y la presencia de Reginald Veljohnson como el policía Al Powell, el único apoyo de McClane durante la película y que al final le salva la vida sobreponiéndose a su propio drama personal.

Por cierto, hace unos días, en un episodio de “Chuck” (serie a la que tanto mi señora como yo estamos enganchados) hacía su aparición estelar el propio Reginald Veljohnson y el personaje, policía para más señas, en un episodio enmarcado en las fechas navideñas y con una crisis con rehenes como trama, se llamaba precisamente Al Powell. Pedazo de homenaje. Otra “frikada”: en una de las series de cómic de mayor éxito entre la crítica en los últimos años, “Invencible”, de Robert Kirkman, el protagonista, un adolescente con superpoderes, acude al Instituto “Reginald Veljohnson”, y el director es clavadito, clavadito, al actor; ¡qué huella nos has dejado, “Carl Winslow”( y amenazo con ocuparme algún día de Urkell y toda la tribu de “Cosas de Casa”, otra de esas producciones que me han dejado una profunda huella y por la que tengo verdadera admiración y devoción).

A lo que iba. Este peliculón de McTiernan asaltó las taquillas de 1988. Por lo visto, el proyecto inical era hacer una segunda parte de “Commando” (también de McTiernan) con el personaje de “Chuache” visitando a su ya crecidita hija y encontrándose con la crisis terrorista. Por suerte, no se pusieron de acuerdo con el actor y reciclaron el proyecto con Bruce Willis como prota, después de habérselo ofrecido a Richard Gere, Stallone y ¡Burt Reynolds!, que, gracias al cielo, no aceptaron. Hasta ese momento, Willis era conocido por la teleserie Luz de Luna, con la madurita de buen ver Cybill Shepard, y su único papel protagonista había sido con Kim Basinger en Cita a Ciegas. Por tanto, parecía un actor encasillado en el género cómico, lo cual tampoco le vino mal para hacer al “duro” MacClane, que a fuerza de ironía logra superar la tensión a la que se ve sometido. Curiosamente, en el cartel original el rostro de Willis no se mostraba con demasiada nitidez, puesto que no era la gran estrella que fue posteriormente, pero cuando a los pocos meses la peli fue un éxito, y el actor se convirtió en un rostro popular, “aclararon” su imagen para que fuese fácilmente reconocible.

Basado en la novela Nothing Lasts Forever, de Roderick Thorp, La Jungla de Cristal es la historia de cómo las personas que no son capaces de conducir su vida de manera adecuada, pueden, sin embargo, manejar con éxito situaciones límite. John MacClane es un policía de Nueva York que va a visitar a su esposa Holly (Bonnie Bedelia) a Los Ángeles, donde ella ha entrado a trabajar en una empresa japonesa. Ambos, al trasladarse ella a L.A., decidieron darse un tiempo para pensar sobre su relación. John es un obseso de su trabajo, y esta fijación coartaba las aspiraciones profesionales de su mujer. Cuando por fin ella consigue un puesto de responsabilidad en una gran empresa, él no la apoya lo suficiente, y se niega a trasladarse y abandonar su puesto en la policía de N.Y. Cuando va a pasar la Navidad con Holly y la hija de ambos, John se encuentra en la fiesta de navidad del edificio Nakatomi, sede de la empresa donde trabaja su esposa, con la irrupción de unos terroristas. Éstos, dirigidos por Hans Gruber, quieren hacerse pasar por miembros de una guerrilla revolucionaria, cuando en realidad son vulgares ladrones (¡cuánto realismo hay en esto!). Curiosamente, la mayoría de los terroristas son europeos. En torno a esto hay una singular circunstancia, que puede hacer las delicias de los aficionados a las teorías de la conspiración. Por aquellos años lo que era el Mercado Común europeo se convirtió en la Comunidad Económica Europea, estrechando aún más los lazos económicos entre los países miembros, algo que fue visto con escepticismo desde los EEUU. Pues bien, en el film, no sólo los terroristas son en su mayoría de origen europeo y se comunican entre ellos en alemán, sino que cuando aparecen las imágenes las que “trabajan” en el robo, suena como fondo el Himno de la Alegría, himno de la actual Unión Europea. Eurofobia pura y dura, podría interpretarse.

Al final, como todos sabéis y tras muchas vicisitudes y sacrificios mentales y físicos, el desgraciado y estoico policía de N.Y. logra desbaratar los planes de los ladrones y acaba con ellos, no sin antes pasar por algunos de los “sitios comunes” de las pelis de acción: tiros a cascaporrillo, frases “chulas”, acrobacias varias, la intervención de los “ineptos” del FBI, y unos malos que no se mueren “ni pa trás”. Sin duda, el modelo de toda peli de acción, y que por ello trasciende el propio género y se erige en precursora y cénit del mismo. Un peliculón en toda regla, vamos.

Para terminar, dos cosas. Un enlace a un estudio donde se enumeran todas las armas que salen en el film (pincha aquí); yalgunos de los diálogos que han quedado marcados a fuego en la propia historia del cine, o, al menos, de “mi cine”.

Operadora del Teléfono de la Policía: Atención, sea quien sea, este canal esta reservado para llamadas de emergencias.
John McClane: No me joda señorita. ¿Le parece que estoy encargando una pizza?

(Después de matar a uno de los terroristas y teniendo en cuenta que cuando se produce el asalto él está descalzo) John McClane: 9 millones de terroristas en el mundo y se me ocurre matar a uno que tiene pies de mujer.

(Cuando Al Powell se acerca al Nakatomi Plaza para certificar si el aviso a la policía era real, y al ver cómo daba la vuelta con su coche patrulla al verlo todo tranquilo) John McClane: ¿Quién conduce ese coche? ¿Stevie Wonder?

Hans Gruber (el jefe terrorista): Me tiene intrigado. Sabe mi nombre pero, ¿quién es usted? ¿Otro americano que vio demasiadas peliculas de niño? ¿Otro huerfano de una cultura en declive que se cree John Wayne, Rambo, el equipo A?
John McClane: A mí el que siempre me gustó fue Roy Rogers, y esas chupas que llevaba con lentejuelas.
Hans Gruber: ¿En serio cree que puede ganarnos la partida, vaquero?
John McClane: Yipi-kay-yei, hijo de puta.

Hans Gruber: Sigue jugando a las peliculas. Qué americano. Son unos niños. Esta vez John Wayne no terminará marchándose con Grace Kelly.
John McClane: Ese fue Gary Cooper, inculto.
Hans Gruber: Basta de bromas.
John McClane: Usted también habría sido un buen cowboy, Hans.
Hans Gruber: Sí, sí. ¿Qué fue lo que me dijo antes? Yipi-kay-yei, hijodeputa.

(Durante una tensa calma que esperan McClane dentro del edificio y Powell fuera, comunicados por radio- Roy es el “nombre en clave” que adopta John para mantenerse en el anonimato) John McClane: ¡Dios! ¿Qué es esto?
Al Powell: Roy, ¿te ocurre algo?
John McClane: Estoy intentando comerme un donuts más duro que una piedra. ¿Con que harán estas cosas?

Dwayne T. Robinson: Soy el subcomisario de policia Dwayne T. Robinson y estoy al mando de esta operacion.
John McClane: ¡Ah! ¿Así que al mando? Pues a ver si se entera, Dwayne, desde aquí arriba no parece que esté al mando de nada, ¡tuercebotas!
(jejeje, lo de “tuercebotas” es que me encanta)

Como sabéis, después se han hecho otras tres secuelas, y, a pesar de que están muy bien, ninguna llega a la mítica primera parte y original… ¡Jungla de Cristal (Die Hard)!.

Os dejo algunos videos. Primero, una canción homenaje a la película que ya fue recopilada en el blog de mi buen amigo el engendro (actualmente interrumpida la emisión):





Y a continuación dos films-resumen de la película, el primero va directamente al fondo de la misma, y el segundo la revisita con un estilo algo añejo:






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domingo, 8 de noviembre de 2009

Frases hechas... a sí mismas (III)

Retomamos la explicación “histórica” (o casi) de algunos de los dichos y frases hechas que usamos cotidianamente.

“Eres más feo que Picio”. Es, sin duda, una de las expresiones más populares de la actual lengua castellana; y es que como siempre, a los españoles lo que más nos gusta es “faltar” al prójimo. ¿Pero quién era Picio? La versión más extendida nos lleva a un zapatero granadino, algunas fuentes incluso aventuran que de principios del siglo XIX, que fue condenado a muerte por causas desconocidas y que, a punto de subir al cadalso, llegó su indulto. La tensión sufrida le provocó la caída del pelo, las cejas y pestañas, aparte de otras deformaciones en el rostro. Su aspecto era tan horrible que siempre iba con su cara cubierta, por lo que, se cuenta, fue expulsado de su pueblo al negarse a entrar en la iglesia, para lo cual tendría que descubrirse. Como suele ocurrir en estos casos, la veracidad debe tomarse con pinzas, por lo que ha de considerarse más leyenda que historia, aunque bien es cierto que toda leyenda popular tiene un poso de realidad.

“Ha y gente pa tó”. Apreciación acertadísima que se atribuye al torero cordobés Rafael Guerra, “Guerrita”. Sin embargo, en este caso la situación explicada como contexto de la expresión es falsa de toda falsedad, si nos fijamos bien en los detalles. Os explico lo que popularmente se cree que es el origen de la frase. A principios del XX era habitual que los toreros, tras una corrida importante, organizasen una fiesta a la cual acudían los personajes más insignes de la ciudad para conocer y agasajar al diestro. Imaginad, eso sí, la extracción social habitual de estos diestros, así como su consecuente formación intelectual. Tras una gran tarde en Las Ventas, en la fiesta posterior, a “Guerrita” le presentaron a don José Ortega y Gasset. El diestro preguntó qué era eso de “filósofo”, y cuando le explicaron que era un trabajo que consistía en pensar y reflexionar sobre las cosas, exclamó: “Hay gente pa tó”. El problema es que este Guerrita se retiró en 1899, cuando don José tenía tan sólo 16 años y, desde luego, aún no era el genial pensador en que después se convirtió. Si esta anécdota ocurrió en otras circunstancias, cuando ya estuvo retirado, entonces quizá esta versión sea cierta. Otras “fuentes” atribuyen la frase al torero, algo posterior, Rafael Gómez “el Gallo”, con el que las fechas cuadran más. El caso es que eso de vivir de pensar y reflexionar le resultaba curioso al autor de esta cita, muy probablemente uno que se ganaba el pan encerrándose con un toro, engañándole con un trapo pa que vaya y venga de un sitio a otro, para terminar matándolo de una estocada o una punzada en el “morrillo” (dicho sea esto con todo el respeto que me merece el arte taurino, del que no soy ni defensor ni censor). Vamos, como ahora, que eso de “pensar” es algo banal y vacuo cuando no odioso y pernicioso. Si ayer se entronizaba a los ganaban la vida matando toros (y aún hoy a algunos), hoy se hace con los que cuentan con quién se han acostao o demuestran lo patéticos que son, ellos, su vida y sus entendederas, ante millones de personas. ¡Qué poco ha evolucionado este país!

Vamos con uno de mis preferidos: “Ser más chulo que un ocho”. Siempre me ha encantado esta expresión. “Más chulo que un ocho”, y yo me imaginaba el ocho, y me decía, “pues sí que es chulo sí, es la forma numérica más completa, así regordete, usando todas las líneas en los viejos marcadores digitales”. Y es que el ocho siempre me ha gustado, incluso fue mi dorsal en mis hace tiempo pasados y no excesivamente duraderos años como deportista federado. Pero la explicación, sin embargo, poco tiene que ver con el número ocho en sí. Se trata, como veréis a continuación, de la expresión más castiza que puede haber. A principios del siglo XX, el tranvía que atravesaba el paseo de la Florida hasta llegar a la pradera de San Isidro era precisamente el ocho, y cuando había verbena venía cargado de chulapos y manolas. Surgió entonces la expresión “nada más chulo que un ocho camino de la verbena”, que se fue contrayendo con el tiempo en la actual “más chulo que un ocho”.Ahí queda eso.

Para terminar, una expresión con origen deportivo: “más moral que el Alcoyano”. El origen, claro está, se encuentra en el Club Deportivo Alcoyano, club de fútbol de la ciudad alicantina de Alcoy. Su fundación data del año 1929. En 1945 se proclamó campeón de la Segunda División española, y consiguió el ascenso a primera. En la división de Honor, en la temporada 1945-1946, no logró mantenerse. Sin embargo, la temporada siguiente volvió a liderar la Segunda División, por lo que de nuevo participó en Primera la temporada 1947-1948. Ese año, incluso, logra salvar la categoría, para perderla de nuevo en el curso 1948-1949. Pero de nuevo ahí estuvieron los del Alcoyano, que daban origen con su actitud a la expresión referida, y volvieron a ascender en la 49-50, siendo la siguiente, la 50-51, su última temporada en Primera, en la cual volvieron a perder la categoría para ya no recuperarla más (hasta la fecha, vaya usté a saber). En las temporadas que jugó en Primera, incluso en la que consiguió la permanencia, siempre estaba en los últimos puestos de la clasificación, de ahí que se ganara fama de equipo constante en la lucha y confiado en sus posibilidades, aunque chocase con la opinión más generalizada de que nada tenían que hacer. También se baraja como posible origen del dicho un partido específico, en el que irían perdiendo por mucho (no se sabe si 3, 4, 5, o incluso algunos hablan de 13, aunque esto creo que es exagerado) y protestaron al árbitro por pitar el final un minuto antes de lo debido. Pues eso, más moral que el Alcoyano. Expresión que por otra parte me encanta, pues todos debemos confiar en nuestras posibilidades y esforzarnos en conseguir nuestros objetivos incluso más allá de lo razonable, siempre y cuando sea para bien.
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miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Qué te cuesta rellenar la encuesta?

Como algunos avispados ya habéis notado, he colocado una encuesta permanente en la parte derecha para preguntaros sobré qué secciones de las habituales del blog os parecen más interesantes. A falta de comentarios, que cada vez hay menos (no así visitas, por lo que me transmite el Servicio de Espionaje Internetero que he contratado con tal fin, y que me informan que se mantienen en cifras apreciables, al menos por mí... bueno, yo es que con que me visitéis uno o una ya me vale) me gustaría saber vuestra opinión sobre qué aspectos del blog os gustan más, y cuáles menos claro. ¿Para qué? Mera curiosidad y cotilleo, y para, si los números reflejan grandes diferencias, priorizar unas secciones sobre otras (algunas las tengo un poco olvidadas, como la de Cerca de las Estrellas, pero prometo volver a ellas). Aunque es una encuesta, no se hace cansado participar (¿lo pilláis?, en-cuesta, jejeje... perdón, la sección de chistes malos aún no ha sido creada, lo siento...) Pues nada, a ver si tenéis unos segundillos para hacer click en las opciones, que os lo agradecerá vuestro amigo y vecino Wayne. ¡Gracias por pasaros por aquí!


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lunes, 2 de noviembre de 2009

Yo no estuve allí: Stanislav Petrov, el hombre que salvó el mundo

Hay momentos definitorios en la vida de las personas. Un acontecimiento, un acto, una decisión, que valen por toda una vida. Y si esto es algo extraordinario, aún lo es más que ese hecho, esa resolución, no sólo marquen la vida de ese individuo, sino que determine el futuro, o falta de él, de toda la humanidad. A menudo estos actos son anónimos y desconocidos, y pocos salen a la luz. Uno de esos escasos casos que terminan siendo de dominio público es el de Stanislav Petrov, un teniente coronel del ejército soviético que bien pudo, con una simple decisión, salvar a la humanidad de la Tercera Guerra Mundial (la que, según dicen muchos, sería la última, y creo que no es necesario explicar el porqué).

Como digo, este teniente coronel de las fuerzas aéreas de la extinta URSS era el encargado de supervisar la monitorización del espacio aéreo soviético desde el búnker Serpukhov-15, en el que se centralizaba la información de toda la red de satélites. De constatar cualquier anomalía debía informar a sus superiores a fin de iniciar la respuesta adecuada. Una vez hecho esto, entre diez y doce minutos restaban para culminar el proceso de represalia y comenzar el armaggedón. Era el 26 de septiembre de 1983, con la guerra fría en todo su apogeo (bueno, la guerra fría estuvo en su apogeo durante prácticamente cuarenta años, o sea que…). Tres semanas antes, cazas de la URSS habían derribado un Boeing de pasajeros de las Líneas Aéreas coreanas, con un resultado de 269 muertos, varios de ellos norteamericanos. La causa, según los rusos, es que había invadido su espacio aéreo. La tensión entre ambos colosos no era tan grande desde la invasión de Afganistán por la URSS en 1979.

A las 00:14 horas un satélite informa del lanzamiento de un misil balístico hacia la Unión Soviética desde suelo norteamericano. Petrov, siguiendo el procedimiento, debía informar a su mando superior. Sin embargo, creyó que lo que transmitía el satélite era un error, porque ¿quién empezaría la Tercera Guerra Mundial lanzando un solo misil? El ataque norteamericano, de llegar algún día, debía ser aplastante. Poco después, los sistemas informaron del lanzamiento de otros cuatro misiles. De nuevo le surgió a Petrov la duda: ¿qué ataque es éste, de sólo cinco misiles, sabiendo que la respuesta sería apocalíptica? Además, era bastante escéptico acerca de la fiabilidad del sistema informático de los satélites, considerado por todos como obsoleto y que no había sido sustituido por el embargo que los EEUU les había impuesto sobre el comercio de alta tecnología y la pereza de sus mandatarios para invertir en la nueva tecnología informática. Sus órdenes eran informar del ataque para que se empezara a trabajar en las contramedidas. Pero ese aviso era el pistoletazo de salida hacia una guerra nuclear ¿Y si, como sospechaba, los satélites se equivocaban? La tensión a la que tuvo que estar sometido es inimaginable; tenía que elegir entre permitir el ataque a su país, con la consecuente muerte de miles de sus compatriotas, o el principio del fin de la civilización. Decide esperar. Finalmente, el paso de unos pocos minutos le dio la razón. Una extraña conjunción astronómica entre los satélites, la tierra y el sol, habían dado los falsos avisos. El software había interpretado de manera errónea las señales enviadas por el satélite. Todos los que se encontraban en el búnker respiraron aliviados, y Petrov informó, sí, pero de la falsa alarma y del fallo del sistema. Había evitado que, muy probablemente, el mundo entero entrara en la guerra definitiva.

Un héroe, el amigo Stanislav. Nos libró del Holocausto nuclear. Sin embargo, ni fue recompensado ni felicitado por sus superiores. Petrov había desobedecido sus órdenes al no seguir el procedimiento; y, por otro lado, había dejado al descubierto los fallos del sistema de defensa soviético contra misiles. Se intentó ocultar el incidente, aunque pocos años después salió a la luz. Petrov fue reasignado a un puesto de inferior responsabilidad, y se jubiló anticipadamente por petición propia. Durante un tiempo, tuvo problemas nerviosos como consecuencia de la tensión a la que estuvo sometido. Actualmente reside en Fryazino, un suburbio de Moscú, con su pequeña pensión de oficial retirado. En 2004 fue premiado por la Asociación de Ciudadanos del Mundo con el World Citizen Award, dotado de 1000 dólares que supongo que le vendrían muy bien al hombre. En 2006 fue homenajeado en la ONU, aunque los herederos de la URSS, Rusia, minusvaloraban el hecho protagonizado por Petrov declarando que el protocolo nuclear no dependía de una única fuente de información. Sin embargo, el contexto en el que sucedió el incidente, con la OTAN realizando maniobras militares en la frontera con Europa Oriental, y Reagan denominando al bloque oriental como “El eje del mal”, nos impide saber con claridad qué reacción hubiese provocado la información de varios misiles en ruta hacia suelo soviético. Por suerte, y por la valentía y decisión de un hombre, no sabemos qué hubiera pasado. Ni falta que nos hace.

El mismo Petrov no se considera un héroe, y explica que sólo aplicó el sentido común, porque “la gente no comienza una guerra nuclear con cinco misiles”. A pesar de ello, gracias, “Estanislao”. Eres un claro ejemplo de cómo una sola persona puede marcar la diferencia. Y no hace falta ser un alto mandatario, sólo hacer bien, con diligencia, responsabilidad y sentido común, tu trabajo. ¿Su trabajo era informar de lo que transmitían los satélites? No, su trabajo era informar de un ataque nuclear, y eso nunca se produjo. Gracias a Dios… y a Stanislav Petrov.
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