domingo, 8 de noviembre de 2009

Frases hechas... a sí mismas (III)

Retomamos la explicación “histórica” (o casi) de algunos de los dichos y frases hechas que usamos cotidianamente.

“Eres más feo que Picio”. Es, sin duda, una de las expresiones más populares de la actual lengua castellana; y es que como siempre, a los españoles lo que más nos gusta es “faltar” al prójimo. ¿Pero quién era Picio? La versión más extendida nos lleva a un zapatero granadino, algunas fuentes incluso aventuran que de principios del siglo XIX, que fue condenado a muerte por causas desconocidas y que, a punto de subir al cadalso, llegó su indulto. La tensión sufrida le provocó la caída del pelo, las cejas y pestañas, aparte de otras deformaciones en el rostro. Su aspecto era tan horrible que siempre iba con su cara cubierta, por lo que, se cuenta, fue expulsado de su pueblo al negarse a entrar en la iglesia, para lo cual tendría que descubrirse. Como suele ocurrir en estos casos, la veracidad debe tomarse con pinzas, por lo que ha de considerarse más leyenda que historia, aunque bien es cierto que toda leyenda popular tiene un poso de realidad.

“Ha y gente pa tó”. Apreciación acertadísima que se atribuye al torero cordobés Rafael Guerra, “Guerrita”. Sin embargo, en este caso la situación explicada como contexto de la expresión es falsa de toda falsedad, si nos fijamos bien en los detalles. Os explico lo que popularmente se cree que es el origen de la frase. A principios del XX era habitual que los toreros, tras una corrida importante, organizasen una fiesta a la cual acudían los personajes más insignes de la ciudad para conocer y agasajar al diestro. Imaginad, eso sí, la extracción social habitual de estos diestros, así como su consecuente formación intelectual. Tras una gran tarde en Las Ventas, en la fiesta posterior, a “Guerrita” le presentaron a don José Ortega y Gasset. El diestro preguntó qué era eso de “filósofo”, y cuando le explicaron que era un trabajo que consistía en pensar y reflexionar sobre las cosas, exclamó: “Hay gente pa tó”. El problema es que este Guerrita se retiró en 1899, cuando don José tenía tan sólo 16 años y, desde luego, aún no era el genial pensador en que después se convirtió. Si esta anécdota ocurrió en otras circunstancias, cuando ya estuvo retirado, entonces quizá esta versión sea cierta. Otras “fuentes” atribuyen la frase al torero, algo posterior, Rafael Gómez “el Gallo”, con el que las fechas cuadran más. El caso es que eso de vivir de pensar y reflexionar le resultaba curioso al autor de esta cita, muy probablemente uno que se ganaba el pan encerrándose con un toro, engañándole con un trapo pa que vaya y venga de un sitio a otro, para terminar matándolo de una estocada o una punzada en el “morrillo” (dicho sea esto con todo el respeto que me merece el arte taurino, del que no soy ni defensor ni censor). Vamos, como ahora, que eso de “pensar” es algo banal y vacuo cuando no odioso y pernicioso. Si ayer se entronizaba a los ganaban la vida matando toros (y aún hoy a algunos), hoy se hace con los que cuentan con quién se han acostao o demuestran lo patéticos que son, ellos, su vida y sus entendederas, ante millones de personas. ¡Qué poco ha evolucionado este país!

Vamos con uno de mis preferidos: “Ser más chulo que un ocho”. Siempre me ha encantado esta expresión. “Más chulo que un ocho”, y yo me imaginaba el ocho, y me decía, “pues sí que es chulo sí, es la forma numérica más completa, así regordete, usando todas las líneas en los viejos marcadores digitales”. Y es que el ocho siempre me ha gustado, incluso fue mi dorsal en mis hace tiempo pasados y no excesivamente duraderos años como deportista federado. Pero la explicación, sin embargo, poco tiene que ver con el número ocho en sí. Se trata, como veréis a continuación, de la expresión más castiza que puede haber. A principios del siglo XX, el tranvía que atravesaba el paseo de la Florida hasta llegar a la pradera de San Isidro era precisamente el ocho, y cuando había verbena venía cargado de chulapos y manolas. Surgió entonces la expresión “nada más chulo que un ocho camino de la verbena”, que se fue contrayendo con el tiempo en la actual “más chulo que un ocho”.Ahí queda eso.

Para terminar, una expresión con origen deportivo: “más moral que el Alcoyano”. El origen, claro está, se encuentra en el Club Deportivo Alcoyano, club de fútbol de la ciudad alicantina de Alcoy. Su fundación data del año 1929. En 1945 se proclamó campeón de la Segunda División española, y consiguió el ascenso a primera. En la división de Honor, en la temporada 1945-1946, no logró mantenerse. Sin embargo, la temporada siguiente volvió a liderar la Segunda División, por lo que de nuevo participó en Primera la temporada 1947-1948. Ese año, incluso, logra salvar la categoría, para perderla de nuevo en el curso 1948-1949. Pero de nuevo ahí estuvieron los del Alcoyano, que daban origen con su actitud a la expresión referida, y volvieron a ascender en la 49-50, siendo la siguiente, la 50-51, su última temporada en Primera, en la cual volvieron a perder la categoría para ya no recuperarla más (hasta la fecha, vaya usté a saber). En las temporadas que jugó en Primera, incluso en la que consiguió la permanencia, siempre estaba en los últimos puestos de la clasificación, de ahí que se ganara fama de equipo constante en la lucha y confiado en sus posibilidades, aunque chocase con la opinión más generalizada de que nada tenían que hacer. También se baraja como posible origen del dicho un partido específico, en el que irían perdiendo por mucho (no se sabe si 3, 4, 5, o incluso algunos hablan de 13, aunque esto creo que es exagerado) y protestaron al árbitro por pitar el final un minuto antes de lo debido. Pues eso, más moral que el Alcoyano. Expresión que por otra parte me encanta, pues todos debemos confiar en nuestras posibilidades y esforzarnos en conseguir nuestros objetivos incluso más allá de lo razonable, siempre y cuando sea para bien.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Wayne, si bien no soy aficionada a la fiesta nacional sino que estoy totalmente en contra de la diversión a costa del sufrimiento y muerte de un animal, no tengo nada en contra de los toreros, gente valiente que se juega la vida ante un bicho de 500k que presenta dos buenas razones en la testa para poner por medio algo mas que un trapito rojo, es más, siempre me ha parecido gente extraña ¿qué se les pasará por la cabeza para enfrentarse a un toro?
Por diversas frases y anécdotas que he conocido de gente del sector creo que los toreros son un género aparte de filósofos. Me gustaría, si es de tu interés que hicieses algún reportaje sobre este oficio al estilo del que empleaste con el boxeo, deporte que igualmente es ensalzado por unos y denostado por otros.
Siempre es más fácil respetar lo que se conoce.

Wayne dijo...

Buuf, me temo que será una ardua y prolija investiga´ción, pero recojo el guante, y veremos si algún día "me lio la manta a la cabeza" y me pongo a ello.