Aunque mi primigenia intención era dedicar un amplio espacio en este blog al cómic, que como expliqué es una de mis grandes aficiones, de momento no estoy cumpliendo con tal propósito. Es hora de comenzar a reparar tamaño descuido.
Lo voy a hacer presentando la que para mí es una de las mejores páginas jamás escritas y dibujadas en un cómic. Y no por lo impresionante de sus ilustraciones, ni por los hallazgos narrativos del guión, sino por la profunda humanidad que destila y lo que va a significar en la vida de los personajes el momento que relata. Es quizá la página más emocionante que jamás he leído. Os pongo en situación. Se trata del Amazing Spiderman núm. 122. Pero antes de ir con lo que ocurre en este número, hagamos un poco de historia.
Como todo el mundo sabe, Peter Parker es un tímido estudiante de instituto, con problemas de integración y aceptación social, centrado únicamente en sus estudios y por ello blanco de bromas y burlas por parte de sus compañeros. Huérfano desde muy niño, vive con sus tíos Ben y May, que lo acogieron cuando sus padres murieron y lo han criado como a un hijo. Cierto día, visitando una exposición de ciencias, le pica una araña “radiactiva”, dotándolo de superpoderes como una extrema agilidad y velocidad, la superfuerza, la capacidad de pegarse a las paredes y un sentido arácnido que le advierte del peligro. Con sus conocimientos científicos “de empollón”, crea una telaraña pegajosa que le permite balancearse por la ciudad gracias a los lanzarredes que se coloca en las muñecas. En un principio decide disfrazarse para participar en una competición de lucha con el fin de ganar dinero. Un representante de artistas le descubre, y le intenta convertir en una estrella. Sin revelar su identidad, hace varias apariciones en shows de tv, lo que lo proporciona gran fama. Sin embargo, esta nueva notoriedad no la digiere de la forma adecuada, y se convierte en un ser egoísta y pagado de sí mismo. Pronto ocurrirá algo que le hará tomar conciencia de su errónea actitud. En los estudios de tv se niega a ayudar a un policía que está persiguiendo a un ladrón. Pasando éste a su lado, no impide su huida a pesar de las peticiones del policía. Esa misma noche, cuando llega a su casa, se entera de que su tío Ben ha sido asesinado. Se disfraza, entra en el almacén abandonado donde la policía había acorralado al asesino, y al capturarlo se da cuenta de que es el ladrón al que había dejado huir unas horas antes. Resuenan entonces la frase que tantas veces le había repetido su tío: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Desde ese momento decide convertirse en un luchador contra el crimen y la injusticia, a la vez que prosigue sus estudios y trabaja como fotógrafo a tiempo parcial en el Daily Bugle.
Bueno, pasemos entonces a los momentos previos a lo narrado en esta página. Peter Parker se ha echado novia, Gwen Stacy, una rubia de muy buen ver. Superando sus problemas de adaptación en el instituto, Peter se ha integrado en una curiosa pandilla, donde destaca su gran amigo Harry Osborn, que a la vez es hijo del gran enemigo de Spiderman, Norman Osborn, el Duende Verde. Norman conoce la identidad secreta de Parker, y decide aprovechar esto para vengarse del superhéroe arácnido, que ya varias veces ha echado por tierra sus planes. También había entrado en la vida de Peteruna pelirroja de rompe y rasga, Mary Jane Watson, sobrina de su vecina ("Reconócelo, tigre, te acaba de tocar la lotería"- le dice a Peter para presentarse). MJ es divertida y alocada, lo que contrasta con la seriedad y melancolía de Peter, que sólo se suelta cuando salta en pijama por los tejados de Nueva York, y del carácter meloso y apacible de Gwen. Norman Osborn, decidido a vengarse de su antagonista, opta por atacar a los seres queridos de Parker, y escoge a su novia para hacerlo. Gwen, meses antes, había perdido a su padre, capitán de policía, cuando éste salvó a un niño de morir aplastado en el transcurso de una pelea entre Spiderman y el Dr. Octopus. Desconociendo la doble identidad de su novio, Gwen culpa a spidey de la muerte de su padre, y le profesa a partir de entonces un intenso odio. Raptada por el Duende Verde, éste reta a Spiderman a salvar a su novia, a la que arroja al vacío desde el puente de Brooklyn. Spiderman logra atraparla lanzando una red que alcanza la pierna de Gwen, deteniendo su caída. Sin embargo, cuando la sube se da cuenta de que está muerta. No se sabe si su muerte la provocó la caída, el súbito tirón para salvarla que le podría haber roto el cuello, o estaba muerta ya antes de ser lanzada por el duende, que buscaba con esto atormentar a su enemigo intentando que se culpabilizara de la muerte de la chica, como años antes había ocurrido con la de su tío Ben. Furioso y lleno de ira, Spiderman derrota a Norman Osborn, pero a la hora de la venganza definitiva, del punto de no retorno que supondría dar muerte a su enemigo, se muestra incapaz de hacerlo. Para Peter Parker la vida es sagrada, incluso la de los asesinos. A traición, el duende lanza su aerodeslizador a Spiderman por la espalda, con tan mala suerte que éste lo esquiva y el aparato se hunde en el pecho del duende acabando con su vida.
De vuelta a casa, consumido por las tres recientes muertes que habían asolado su vida (su tío Ben, el Capitán Stacy y su Gwen), Peter descarga sus frustraciones en su amiga MJ, a la que acusa de frívola y superficial, pidiéndola que le deje solo. Es entonces cuando ocurre lo narrado por Stan Lee, Gil Kane y John Romita en esta página, una de las fundamentales de la historia del cómic (la publico en tiras para que se vea mejor).
El resto es historia. MJ y Peter se enamoran y pasados los años se casan. La gran historia de amor del cómic norteamericano. En este número de Spiderman muere el Duende Verde, Gwen Stacy, la novia en ese momento de Peter Parker, es asesinada, pero con los años esta última página se ha convertido en la más importante de todas. Como la vida misma.
Nota: actualmente en los USA se supone que todo esto no ocurrió, pero es obra de una panda de advenedizos que no se merecen tener entre sus manos el destino de Spiderman, por lo que no lo tendremos en cuenta y ya caerá por su propio peso.
Quien quiera encontrar esta magnífica historia en castellano ("la muerte de Gwen Stacy") lo puede hacer en el número 52 de la colección Spiderman de John Romita, publicado por Planeta De Agostini en 2003 o en el tomo 6 del coleccionable Spiderman: los imprescindibles publicado por Panini comics en 2007.
Aunque aparece un tanto difuso en mi memoria, creo recordar que fue con esta actuación con la que descubrí a Les Luthiers. Un profesor del "cole" nos la puso, y es que a veces los centros educativos ofrecen la posibilidad de descubrir cosas verdaderamente interesantes y no las "tontás" que a menudo enseñamos. Sólo por aquello ha de valorarse el trabajo de aquel maestro, muy criticado por sus alumnos, por cierto, y a menudo con razón. Quien aprecia el "buen humor" de Les Luthiers ya no tiene nada más que demostrar. Las cosas con las que disfrutas, con las que te ríes, las que llenan tu ocio y alegran tu vida, dicen más de tí que todos los diplomas y títulos que puedas obtener. Qué importante es saber apreciar lo bueno de la vida y quitarnos las orejeras (a las de los burros me refiero) que el sistema de consumo de masas nos quiere imponer. Con frecuencia lo mejor sólo lo disfruta, como rezaba aquel lema de La 2, "una inmensa minoría". He aquí un magnífico ejemplo. Qué agraciado me siento de poder ser "heraldo de su genialidad" (¡toma ya!). Parafraseando a los propios Les Luthiers, sólo me queda decir que según los últimos estudios sociológicos llevados a cabo por la Universidad de Wichita, el 50% de los asistentes a sus espectáculos... son la mitad.
Cierto es que hacía tiempo que no escuchaba su programa porque a la hora en que se emitía yo habitualmente estoy comiendo, pero la noticia de la retirada del programa de Ramón Trecet “Diálogos 3” de la programación de Radio 3 me ha llenado de rabia y de tristeza. Esto ocurre en una radio que pagamos todos los españoles con nuestros impuestos, y que en el apartado musical, al igual que Radio Clásica, sí ha venido cumpliendo su función de servicio público (y es el único caso, porque decir que TVE cumple un servicio público es un chiste, y Radio 1 gran parte de su parrilla la utiliza como propaganda gubernamental más o menos disimulada). Pues bien, ahora hay que transformarla en escaparate de movimientos sociales y asociativos “alternativos” o algo así, cercanos a los jóvenes con “otras” ideas e inquietudes (las que menos molestan al gobierno, por supuesto), y que no estén presentes en las radios comerciales (vamos, una especie de “Los 40 Alternativos”). Por ello se han cargado, por lo que leo, a profesionales con más de 20 años de experiencia sustituidos por otros, más jóvenes, provenientes de “las generaciones mejor preparadas de la historia de España”… No, no es un chiste, esto lo dijo el Presidente. El de España. Bueno, estas “jubilaciones” ya las hicieron en TVE, despachando voces míticas del deporte como Luismi López en el balonmano o Pedro Barthe en el basket. No, para mantener a éstos no había dinero. Sí, para pagarle una cifra obscena a la Obregón para que baile sí hay. Sí, para pagar una millonada por una liga de fútbol extranjera que te ponen hasta en la sopa y se antepone al deporte español también. Pero para mantener en su puesto a los mejores profesionales de la radio y la televisión, para eso no. Hay que inyectar sangre nueva, gente joven, más preparada, por supuesto. Ahora ved una tarde España Directo. Mañana pedid cita con el psicólogo para tratar la depresión.
El caso es que esto me ha recordado los años que escuché el programa de Ramón Trecet en Radio 3, “Diálogos 3”. Durante dos o tres años en realidad eran dos programas los que tenía, “Tercer Milenio” a las 15:00 en RNE 1 y “Diálogos 3” a las 16:00 en Radio 3. Eran mis años de universidad, y habitualmente los escuchaba en mi casa antes de ir a clase (eran por la tarde). En esos programas Ramón Trecet me descubrió otras músicas, muy alejadas de las que programan en las radios comerciales, que me encantaron y me engancharon desde el primer momento. Desde luego, no todo lo que programaba me gustaba, ni todo me gustaba igual, pero me abrió la puerta a un mundo nuevo, y me enseñó que había otras posibilidades, otras músicas, otras tradiciones y otras sensibilidades, y que valía la pena conocerlas y disfrutarlas. Artistas como Hans Zimmer, ahora reputadísimo compositor de famosas bandas sonoras, u Oystein Sevag; músicos como Carlos Núñez o Manuel Peña Dorantes; grupos como Wolfstone, Altan o Nightnoise, llenaban esas horas de radio que me transportaban a mundos más agradables, atractivos y hermosos. He tomado la decisión, por tanto, de retomar aquellos recuerdos, y, a la vez, realizar un pequeño homenaje a mi admirado Ramón Trecet recuperando en este blog algunas de los temas musicales y canciones que descubrí gracias a su programa y que una vez fueron parte importante de mi vida al igual que ahora lo son de mis recuerdos.
Como sentenciaba Ramón: "buscad la belleza, es la única protesta que vale la pena en este asqueroso mundo"
Comienzo este repaso con uno de las temas más emocionantes que he escuchado jamás. Sobre una melodía inicial de Gordon Duncan, revolucionario gaitero escocés, el grupo Wolfstone creó esta magnífica composición titulada “Gillies”. Wolfstone, que sabe conjugar a la perfección la tradición escocesa y céltica en general con sonidos más contemporáneos como el rock, son un grupo a tener muy en cuenta y que seguro tendría más éxito si estuviesen en el canal de distribución “masivo”. Pero vamos, ni falta que hace, no sea que como ocurre a menudo se viesen contaminados por las exigencias de las grandes discográficas y perdiesen su espíritu propio y su originalidad. Un buen ejemplo de su magnífico quehacer es el segundo vídeo que os propongo: de su disco “The Half Tail”, el tema “Clueless” (contra, que parezco un locutor de radio).
Pues sí, efectivamente, era la sintonía del programa “Cerca de las Estrellas”, donde se ofrecían por primera vez en España partidos de la NBA. No eran en directo, además eran editados para que no durasen tanto, pero para nosotros era algo extraordinario conocer aquel baloncesto, que en ese momento creo que vivió los mejores años de su historia. Jamás el baloncesto norteamericano ha tenido más y mejores estrellas: Jordan, Magic, Larry Bird, Kareem, Kar Malone, Joe Stockton, Dominique, Isiah, Barkley, Hakeem, Worthy, Clyde Drexler… y podría seguir, y seguir, y seguir… El programa estaba dirigido y presentado por el magnífico Ramón Trecet, periodista deportivo y musical, que primero me cautivó con el basket (“ding-dong”) y años más tarde con la música (su programa Diálogos Tres se emitió durante 22 años en Radio3, hasta este año en que los "jóvenes alternativos" que se encargaron de la dirección de la cadena decidieron acabar con un programa bastante más alternativo de lo que sus obtusas mentes jamás podrán imaginar). Los viernes por la noche (bastante tarde) eran todo un acontecimiento. Vivíamos impacientes por ver el partido que nos ponían, además de las secciones de las mejores jugadas o la jugada tonta de la semana (¡ésta me encantaba!). El viernes por la noche, que ya de por sí era uno de los mejores momentos de la semana, con esto se convertía en insuperable. Y, por supuesto, cuando el sábado por la mañana íbamos a echar nuestros partidillos al cole (¡cómo se ponía aquello! ¡qué ambientazo!; me temo que por desgracia el deporte colegial ya no es igual) era la hora de comentar el partido del día anterior e intentar emular a nuestros héroes. Después llegó el plus y se nos torció todo a los que no teníamos la posibilidad de acceder a la tv de pago. Tardaría bastantes años en poder ver otra vez partidos de la NBA, en este caso ya con Montes y Daimiel comentándolos. Ahora que puedo ver todos los días un partido, se encargan de narrarlos y comentarlos, por desgracia, unos personajes impresentables y funestos salvo contadas excepciones. Qué malos son, y más todavía en comparación con esos innovadores de la narración deportiva que les antecedieron: Trecet y Montes.
¿Y con quién empezar a repasar la historia de la NBA de la segunda mitad de los ochenta y primeros noventa? “Jordan, seguro”, pensaréis algunos; “Magic, por supuesto”, diréis otros; “Larry Bird, quizá”, aventuraréis alguno más. Pues no, ninguno de los tres. Empezaré por mi ídolo de aquella época, uno de los mejores jugadores de la historia, y para mí el mejor power-forward que ha existido jamás con permiso de Tim Duncan: Charles “el gordo” Barkley.
Nacido en Leeds, Alabama, en 1964, comenzó a jugar al baloncesto en el instituto. Cuando tenía 16 años medía 1´78 y pesaba 102 kilos. Su limitada estatura le impidió incluso formar parte del equipo de baloncesto en sus primeros años de High School. Sin embargo, en un verano creció veinte centímetros y se convirtió en la estrella del equipo, llevándolo hasta las semifinales estatales. No había llamado la atención de ninguna universidad hasta que en esas semifinales, un ojeador de la Universidad de Auburn dijo haber visto: “un tipo gordo… que juega como el viento”. Finalmente, consiguió una beca para jugar con los Tigers de Auburn. Jugó allí durante tres años, en los que, a pesar de tener problemas de peso (llegó a los 136 kilos) lideró la NCAA en rebotes. A pesar de jugar contra pívots mucho más altos que él (1´98 es muy poco para jugar en la pintura) pronto se hizo popular por su facilidad para el rebote y los espectaculares tapones y mates que hacía. Ver a ese tipo “entrado en carnes” dominando la zona de esa manera, le valió el apodo de “The Round Mound of Rebound” (algo así como “la masa redonda del rebote”). En su etapa universitaria promedió 14´8 puntos, 9´6 rebotes y 1´7 tapones por partido.
En 1984 fue elegido en el número 5 por los Philadelphia Seventy-Sixers. Allí coincidió con jugadores legendarios pero ya un poco mayores, como Julius Erving (el "Dr. J"), Moses Malone o Maurice Cheeks, que habían conseguido el anillo en la 82-83. En su temporada rookie alcanzó las finales de conferencia, que perdieron frente a los Celtics, y logró 14´9 puntos y 11´1 rebotes por partido, siendo elegido en el mejor quinteto de jugadores de primer año. Poco a poco las estrellas de los Sixers se fueron retirando, y él se quedó como máxima figura y referencia del equipo. Sin embargo, en las siguientes siete temporadas no logró pasar de las semifinales de conferencia. En sus años en Philadelphia, con su 1´98 y sus 118 kilos, promedió 23´3 puntos, 11´6 rebotes y 1 tapón por partido.
En 1992 Barkley, apodado también “sir Charles”, comprendió que en Philadelphia no podía aspirar al anillo, puesto que los directivos no parecían interesados en rodearle de un equipo con el que poder conquistar el campeonato. Pidió su traspaso y ese verano llegó a los Phoenix Suns, después de formar parte del Dream Team que ganó la medalla de oro en Barcelona 92. En su primera temporada en el equipo tejano consiguió el MVP y llegó a la final de la NBA, donde los Bulls de Michael Jordan les derrotaron en seis partidos. Las siguientes campañas estuvieron plagadas de lesiones para Sir Charles, lo que limitó su juego y las aspiraciones del equipo, que cayó dos años seguidos frente a Houston en semifinales de Conferencia y un tercero en primera ronda frente a los Spurs. Las medias de temporada siguieron siendo muy buenas, por encima siempre de los 20 puntos y los 10 rebotes.
Finalmente, Barkley recaló en los Rockets, que venían de ganar dos anillos seguidos. Allí se reunieron tres jugadores elegidos en 1996 entre los mejores cincuenta de la historia: Hakeem Olajuwon, Clyde Drexler y el propio Sir Charles. También es cierto que los tres estaban ya mayores, lo que unido a la vuelta de Jordan de su primer retiro y al cénit de juego de los Jazz y de la pareja Stockton-Malone, les impidió luchar por el campeonato. Por primera vez desde su año rookie bajó de los 20 puntos por partido, y se perdió 21 partidos de temporada regular. Las dos siguientes temporadas fueron un rosario de lesiones que le impidieron mantener sus medias y aportar al equipo lo necesario para llegar más allá de la primera ronda de play-off. Su último partido lo jugó el 19 de abril del 2000 ante Vancouver Grizzlies.
Una vez retirado, Barkley se ha dedicado al show-bussiness, apareciendo como comentarista deportivo en la TNT y protagonizando divertidas anécdotas y grandes polémicas, lo que le ha otorgado fama de “bocazas”, y le ha convertido en una estrella de la tv norteamericana. Sin embargo, parece que está pasando una mala racha, pues la TNT ha decidido prescindir de sus servicios tras su último “altercado” con la policía. Esta navidad fue detenido por una patrulla por exceso de velocidad y, tras dar positivo en el control de alcoholemia, intentó convencer a los agentes para que le dejasen marchar porque tenía una urgencia: había quedado con la chica que mejor sexo oral le había hecho jamás y estaba impaciente por llegar a la cita. Por supuesto, terminó en el calabozo.
Resumiendo, Barkley ha promediado 22´1 puntos y 11´7 rebotes por partido en su carrera en la NBA. Ha sido una vez MVP de la temporada, 11 veces All-Star, y ha disputado una final. Tiene dos medallas de oro olímpicas (1992 y 1996), fue elegido como uno de los 50 mejores jugadores de la historia, y es miembro del Hall of Fame desde 2006.
Aquí os presento algunos vídeos de Sir Charles machacando aros, humillando contrarios con sus tapones y demostrando que si no es porque se cruzó en su camino el mejor jugador de la historia, no es que hubiera ganado un anillo, sino varios. Por cierto, fijaos en su forma de machacar: lo de los concursos de mates es para mariquitas, ¡machacar es machacar, no ballet!
Os propongo una adivinanza. Es muy, muy fácil. La canción de este video tiene que ver con una sección que quiero comenzar recuperando imágenes del pasado... ¿sobre qué serán estas imágenes? Por Dios, qué buenos momentos me vienen a la mente cuando escucho esta canción. Momentos que quiero recuperar para los nostágicos y que quiero enseñar a aquellos que no tuvieron la suerte de vivir aquel tiempo, admirar aquellas proezas y admirar a aquellos héroes. ¿De qué tratará esta sección? Ojo, la verdadera pista comienza en el segundo 58 del video. Espero vuestras respuestas en los comentarios. Los que acierten tendrán un magnífico no-premio. Venga, a ver esa memoria, chicos (pues me temo que ninguna chica podría resolver este enigma).
- Recordemos en este punto que, aunque había aprendido algo bajo la tutela del starets Makari primero, y de Olga Lojtiná después, Rasputín era un hombre basto y poco cultivado, y precisamente en ello residía parte de su encanto - Si eso es lo que digo yo, que a las mujeres lo que les gusta son los hombres de verdad. Si mi madre me regañaba por no duchame ni echame colonia, pero ej que a las mozas les gustaba que goliese a hombre, que lo sé yo. - Además, jamás se ordenó sacerdote, pues ni tenía los conocimientos necesarios ni tenía mayor interés en ello, pues, retomando el pensamiento de su padre, de momento le iba bastante bien sin tener que hacerlo. - Si a mí me enviaron al seminario tamién antes de mandarme aquí, “a ver si los curas me enderazaban” me decía mi padre. Pero ná, me echaron, y entoavía no sé porqué. Si ej que no sabían aguantar las bromas, no tenían correa… - Sí, al final vas a lograr que todas las religiones nos pongamos de acuerdo en algo, despistado discípulo. Prosigo. Una de las cosas por las que destacaba era por su capacidad para profundizar en el carácter y la mente de las personas. - Y en otros sitios profundizaba tamién, jejeje - Con las visitas a la familia imperial se fue haciendo una imagen del zar y su esposa. Nicolás II le parecía un hombre bueno, de Fe sincera, casero y amante de su familia, pero no desde luego el líder que necesitaba Rusia. Alejandra era una mujer inestable, insegura, que se veía desplazada por las élites rusas, que siempre la habían dado de lado, pero convencida de que la verdadera Rusia, el pueblo de la estepa, la amaba. Desde que había llegado a su nueva tierra, pues ella era alemana, se había mostrado interesada en la cultura y las costumbres tradicionales rusas, en el folklore de la estepa, en la vida de los mujiks; la Rusia pura no contaminada por su contacto con occidente; la Rusia que parecía representar Rasputín. - Uséase los más feos y guarranplas; una viciosa désas, fetichista de la roña era esta mujer, me paece a mí. - El suceso que le hizo ganar definitivamente el afecto de los Romanov tuvo lugar a finales de octubre de 1907. El hijo pequeño y heredero del trono, el zarevich Alexis, que padecía hemofilia, se lastimó en una pierna jugando. Se le formó un edema y se quejaba de grandes dolores. Los médicos de palacio no sabían cómo curarle, ninguno de los remedios habituales era eficiente. - Si ya lo decía mi padre, que no te pués fiar de los matasanos… - Rasputín llegó a Palacio, se sentó a la cabecera de la cama del niño y comenzó a rezar. Nadie osó interrumpirle. Poco a poco, el zarevich dejaba de quejarse y se durmió. A la mañana siguiente el edema había sido reabsorbido y el niño estaba curado. A pesar de que el zar no quería que se supiesen los problemas de salud de su hijo, el milagro corrió de boca en boca. Ese hombre era un curandero, un sanador, un enviado de Dios. - Eso es que le habían echao mal de ojo. Mi agüela Sebastiana tenía “gracia” y se sabía las oraciones. - A partir de aquel hecho Rasputín entró a formar parte del círculo de confianza de la familia imperial, respetado y querido por todos. No dejó de lado, claro, sus “obligaciones” con el resto de la aristocracia e incluso en sus visitas a casa continuaba con sus característicos ritos. Por doquier se multiplicaba su fama de hombre santo, pero también lo hacían las sospechas de vida licenciosa y prácticas inmorales. El obispo Teofán fue a conocer el lugar donde nació el “campesino de Dios”, y allí, alojado en su casa, Rasputín le relató su primer encuentro con la Virgen, y le añadió encuentros posteriores no sólo con ella sino también con los apóstoles Pedro y Pablo. - Supongo que con éstos no montaba fiestecitas, amos digo yo. - Teofán ya no tenía ninguna duda, Rasputín era un enviado de Dios. Sin embargo, tanta alabanza le hizo descuidado y poco prudente. Un ejemplo de su escaso cuidado fue portar un crucifijo, regalo de Nicolás II, sobre el pecho, cosa que sólo era permitida a los sacerdotes, y él como ya hemos dicho no se ordenó jamás, lo que escandalizaba a los ortodoxos más rigoristas. Además, sus apetitos carnales, nunca saciados, le llevaron a seducir y/o abusar de muchas damas que luego denunciaron tal hecho. - Sisque, va un tío ansia. Desatao, qu´estaba desatao. Amos que… siempre borrico, ¿eh?. Si ya lo decía el cura mi pueblo… ¡Abstinencia!¡Lo mejor es la abstinencia! Aunque me paece a mí que no practicaba lo que predicaba, el jodío. - Así fue el caso de una de las tres mujeres que envió la zarina a conocer, como había hecho Teofán, el hogar siberiano del starets, con el fin de que después éstas la informaran de todo. También hubo varias denuncias de damas de servicio de Palacio, así como de mujeres del círculo íntimo de la zarina y de la alta sociedad rusa. A pesar de las denuncias la autoridad que sobre Alejandra ejercía Grigori determinó que negase la veracidad de tales acusaciones. - Le tenía comía la cabeza… y a lo mejor otras cosas. - Eran demasiadas las quejas para que cayesen siempre en saco roto, y tras varias averiguaciones, incluso Teofán se pasó al bando de los enemigos de Rasputín, tras comprobar su desvío moral y el excesivo poder que tenía sobre la familia real. Desde ambientes políticos también se veía con preocupación la ascendencia que poseía el monje sobre los Romanov. Incluso el zar había desestimado los resultados de una investigación del ministerio del interior sobre las obscenas prácticas de Rasputín, aduciendo que era un hombre como los demás, que de vez en cuando caía en el pecado, pero que de ahí venía su grandeza, pues sabía vencerlo y elevarse a Dios. Los enemigos del “monje loco”, como lo empezaron a llamar, eran ya muchos y, lo que era peor para él, muy importantes e influyentes.
- Mal se quiere, el tonto el pijo… - Rusia entró entonces en la Primera Guerra Mundial - 1914-1918 - Muy bien, despierto discípulo. - Ej que me obligó a apréndemelo un profesor que tuve en el instituto, un tío cansinaco con lo de la historia, que a vé pa que quería yo saber tó eso pa cuando herede los majuelos de mis agüelos. - Nicolás II, hombre de carácter débil y poco arrojo, no tuvo más remedio que ponerse al frente del ejército ruso ante las presiones recibidas desde la Duma, como es llamado el parlamento ruso, y la prensa. Si el zar partía de Palacio, dejaba el poder en manos de la zarina, y esto era como poner a Rasputín al frente del país, por el dominio que sobre la voluntad de Alejandra tenía el monje. Sus enemigos, ya casi la mayoría de la élite política y social de Rusia, no podían permitírselo. - Malamente se le está poniendo las cosas. - Entra en escena aquí otro personaje, el Príncipe Félix Yussupov, sobrino político del zar. La suya sería la historia típica del joven niño aristócrata y rico de la época, que cansado de una vida disipada y libertina… - Otro “listillo”. - …buscó en el ocultismo y en el misticismo las respuestas a su infelicidad. Justo en esa época de su vida conoció a Rasputín, del que, como tantos otros, quedó prendado. Fue desde entonces asiduo de Rasputín, compañero de desvaríos y vicios. También se plantea actualmente si el Príncipe era homosexual y se enamoró de Rasputín. - ¡Acabáramos! No, si ahora a tós los que ya se han muerto dicen que eran mariposones. - En algún momento Yussupov tomó conciencia del peligro que entrañaba su antes admirado monje, y, junto al Gran Duque Dmitri Pavlovich Romanov y el diputado Vladimir Purishkevich, urdió un plan para acabar con él. - Eso es que s´había cepillao a sus mujeres, el tio barbucias éste. Los cuernos ej que son mu malos. - Rasputín tenía motivos para no ser muy optimista con respecto a su destino. Ya en 1914 sobrevivió a un atentado en su pueblo, cuando una mujer le clavó un cuchillo al grito de “¡Muerte al Anticristo!”. A pesar de sangrar abundantemente, Rasputín fue capaz de reducir a la mujer golpeándola en la cabeza con un madero. - Pos si tenía aguante, el tío. Eso ej que no la había dejao mu satisfecha. - Con tantos enemigos acechándole y deseando su muerte, el monje loco le escribió al zar: "Siento que moriré antes del primero de Enero... si soy asesinado por plebeyos, y especialmente por mis hermanos los campesinos rusos, nada tendrás que temer... tu trono se asentará por cientos de años y tu hijo será Emperador y Zar. Pero si soy asesinado por nobles, mi sangre permanecerá en sus manos por veinticinco años. Tendrán que abandonar Rusia, los hermanos se enfrentarán a los hermanos, el odio dividirá las familias y el país se quedará sin nobleza o Imperio..."Ésta fue otra de las profecías relacionadas con Rasputín que puede interpretarse como acertada, pues a los pocos meses de su muerte se desencadenó la revolución bolchevique y Rusia se convirtió en la Unión Soviética, aboliendo la monarquía y obligando a la nobleza a exiliarse. - Copón, pos sí que veía el futuro . Pos ya hay que ser tonto pa ser capaz de ver el futuro y terminar asesinao, porque al final lo asesinan fijo, ¿a qué sí? ¿Eh? ¿Eh? - Yussupov y sus cómplices prepararon con sumo cuidado las circunstancias del asesinato. No en vano, Rasputín ya había sobrevivido a varios atentados contra su vida antes. - Bicho malo nunca muere - Decidieron envenenarlo en el transcurso de una de esas opíparas cenas que tanto le gustaban. El anfitrión sería el propio Yussupov, en el que Rasputín aún confiaba, ignorante de su deslealtad. - Si es que no te pués fiar de naide. - Aunque hay diversas versiones de lo que allí ocurrió, contaré la más extendida. Llegó el momento de la cena, y Rasputín, a solas con Yussupov, comió el vino y los dulces envenenados; tomó cianuro, según se cuenta, como para acabar con un elefante. Tardaba, sin embargo, en notar los efectos del veneno. Yussupov estaba asustado y nervioso. Finalmente, Rasputín se dio cuenta de lo que estaba pasando. - Encenagao estaba ya el tío cenutrio. Ej que ya lo decía mi agüelo Venancio: “de grandes cenas, están las sepulturas llenas”. - Sin tiempo a reaccionar, Yussupov sacó una pistola y le disparó al corazón. Seguro de que había logrado su objetivo, salió de la sala a comunicar su éxito a sus compinches, y a relatarles también el mal rato que había pasado viendo como Rasputín no reaccionaba al veneno. Volvieron al lugar del crimen para ver el resultado de su conspiración, y cuál no fue su sorpresa al ver a Rasputín aún vivo, completamente ensangrentado y en pleno ataque de furia. - ¡La virgen! - Cerraron la puerta, pero el monje fue capaz de arrancarla. - Pedazo de cacho de trozo de burro, el tío. - Una vez fuera de la sala, le dispararon tres veces, cayendo el cuerpo al suelo. - ¡Toma ya! Si no quieres caldo, toma tres tazas, pum, pum, pum. Te paece que… - Completamente aterrados, se acercaron a su enemigo para certificar su muerte, y, percibiendo que aún respiraba, le golpearon hasta que estuvieron seguros de que había fallecido. - Pos si que se enciscaron en él, los mu gañanes. - Finalmente, los conspiradores decidieron deshacerse del cuerpo atándolo, envolviéndolo en una manta y tirándolo al helado río Neva. El cuerpo de Rasputín fue encontrado dos días después, con uno de sus brazos desatados y con síntomas de haber intentado romper la capa de hielo que cubría el río. En sus pulmones se encontró agua; murió ahogado, cuando fue lanzado al río aún vivía. - Mía tú, que con las tripas esparramás y no se moría, y va el zanguango y se ahoga en el río. Amos calla, ya le vale. - Por todo esto, también se le conoció con el sobrenombre del monje que no podía morir. - Pos el caso ej que a mí al final como que el tío cuevero éste me suena… - Lo más conocido de Rasputín actualmente, y que hoy en día se puede contemplar en el museo erótico de San Petersburgo, es su pene. Según la leyenda, en el momento en que estaban apaleando a Rasputín, decidieron también castrarlo, aunque algunas versiones hablan de una violación previa por parte de su supuesto enamorado Yussupov. - Iraaaaa, pos no montaban ná ni ná… - El miembro del monje sería recogido por el servicio de palacio, y tras ser conservado por varias familias de nobles rusos, se le perdió la pista hasta que en 1968 reapareció guardado en una caja propiedad de una mujer que declaró haber sido amante suya. Más corto de lo que era en realidad al perder algunos centímetros en el proceso de castración, pues la supuesta longitud original varía según las versiones entre los 35 y los 40 cm., actualmente se exhibe en el museo de San Petersburgo con la leyenda "Pene de Rasputín, asesinado en San Petersburgo la noche del 16 al 17 de diciembre de 1916. 28,5 cm". - Pos lo que yo decía ende un principio, un tonto el cipote, ques lo quera. Pero no, maestro, no. A mí me suena éste de una canción que he bailao yo en las fiestas del pueblo, hombre. ¿Cómo era? Ra, Ra, Rasputín, tiroriro tirorí. - Sí, sí, danzarín discípulo, yo también la recuerdo… tarito tito, tito, tataaá. - Venga, maestro, amos a bailar. - Ra-Ra-Rasputín…
Mi intención era comenzar a hacer un inventario de “disparates” que me he ido encontrando en los exámenes, advirtiendo que lo hacía con todo el aprecio y el cariño del mundo. La mayoría son fruto del despiste, o de un incorrecto uso del vocabulario. Pero se me han quitado las ganas. La verdad es que no tengo ánimo ahora mismo ni para tomarme estas cosas con humor, como siempre he hecho. Supongo que se me pasará, y volveré a creer que mi trabajo tiene algún sentido, que alguien saca algo en claro de mi esfuerzo y de mis palabras, pero ahora mismo no es el caso. Puedo entender y asumir que haya alumnos que no tengan buena base de conocimientos, como son la mayoría. Puedo entender y asumir que haya chavales que no sean muy despiertos. Puedo entender y asumir que haya estudiantes vagos, y hasta muy vagos. Puedo entender y asumir que haya jóvenes con problemas para leer y para expresarse de forma tanto oral como escrita, los cuales, de igual forma, son multitud. Somos toda la sociedad los responsables de todo esto. Pero ni entiendo ni asumo que les dé igual todo, que les dé igual no entender nada, que les dé igual no saber leer, que les dé igual no saber ni entender cómo funciona nuestro mundo, ni porqué existen las desigualdades, ni qué opciones se plantean para construir la sociedad del futuro. Que les dé igual pasar por este mundo sin dejar huella. Eso suele ser habitual en muchos, sí, y prácticamente en todos cuando llegamos a cierta edad. Pero con jóvenes entre 15 y 18 años a los que les da igual todo esto, la batalla está perdida. Han vencido. A lo largo de los siglos siempre los poderosos, las élites, han logrado imponer sus intereses al resto de la sociedad, mantener el statu quo siempre que les ha interesado, acallando las voces críticas con golpes o con dádivas. Pero hoy, me temo, que han logrado la victoria definitiva. Han matado el sueño a golpe de estupidez y desgana, de sinrazón y desvergüenza. Han vencido. La guerra está perdida. Han matado el sueño, joder.
¡Oh, Dios mío!¡Han matado el sueño! ¡Hijos de puta!
Por cierto, ¿sabéis quién era Soichi Yokoi y Hiroo Onoda? Fueron soldados japoneses que estuvieron 27 y 29 años respectivamente luchando en una guerra que ya habían perdido, la II Guerra Mundial. En 1972 dos cazadores encontraron en la isla de Guam a Soichi Yokoi. Cuando le explicaron que la guerra había terminado 27 años antes, él tardó en creerlo. Había leído las octavillas que lanzaron los americanos anunciando el fin de la guerra, pero pensó que era propaganda para confundirlos y obligarles a rendirse. Hiroo Onoda fue descubierto en 1974 por un turista en la isla de Lubang, en Filipinas. Cuando su “descubridor” le comunicó que la guerra había terminado 29 años antes, dijo que no entregaría su fusil y se rendiría hasta que su oficial al mando, el mismo que le había ordenado resistir en la isla, así se lo indicase. El turista volvió a Japón con la noticia. Se localizó a ese antiguo oficial, que por entonces regentaba una librería, y se le trasladó a la isla para ordenar al soldado irredento que depusiese las armas y certificarle que la guerra había terminado. Lo primero que hizo Onoda al volver a Japón, por cierto, fue visitar su propio tumba, que su familia había erigido en su recuerdo.
En relación con el artículo anterior, decir que, por supuesto, todos los documentos audiovisuales procedentes del Youtube que aquí enlazo son de sumo interés. Aquí os presento, como ejemplo, parte de una actuación de los magníficos, extraordinarios, maravillosos, geniales, formidables, excelentes, espléndidos (se me acaban los adjetivos) Les Luthiers. Sí, soy uno de los afortunadísimos poseedores de prácticamente su videografía completa (gracias, Rian), y he tenido el honor de verlos en directo. Para quien no haya tenido tanta suerte, ahí va un botón de muestra de su genialidad. Ya advierto que no será el último.
Un templo budista en las estribaciones de la cordillera del Himalaya:
- Escucha, disparatado discípulo, la historia que hoy quiero contarte. - A ver tío cansino, cuenta, cuenta. - ¿Ves esta foto? ¿Da miedo, eh? - Sí un tío mu feo, sí; no tanto como tú, pero mu feo tamién. - Este personaje es Grigori Yefímovich Rasputín, uno de los hombres más enigmáticos y sobre el que existen más leyendas de la historia del siglo XX - Ah, mu bien, mu bien. - Grigori Yefímovich Rasputín nació en el pueblo siberiano de Prokóvskoie. - ¿Ande? - En Siberia. - ¿…? - En Rusia, un sitio donde hace mucho frío. - Vamos, entonces como aquí en este templo al que man mandao mis apás, que ni tié calefacción ni ná, quesque está que se cae, copón, ni jalbegalo hacéis. Mucho “Hare Khrisna, Hare Khrisna” pero trabajar poco, ¿eh? - Atiende, pequeño saltamontes. Sus padres, Yefim y Anna, eran campesinos ricos. Sus primeros años los pasó creciendo libremente en su aldea, echando una mano de vez en cuando a su padre, y jugando con su hermano mayor, Mijaíl. No fue a la escuela, pues a su padre no le preocupaba en demasía la educación de sus hijos; no en vano él era analfabeto y no le había ido mal en la vida - Pos si es lo que digo yo, hombre. A ver pa qué leche man mandao aquí mis padres, y tó por no estudiar en el instituto, ¡pero si ej que no me decían na más que tontás! A ver si pa llevar el trastor tengo que saber algebra ni el nombre los ríos ni tó esas cosas. - Casi nos estamos arrepintiendo más nosotros, dichoso discípulo, de la decisión de tus padres… Pero he de continuar. Un accidente determinará lo que será la vida de Grigori. Contaba con cinco años cuando su hermano y él cayeron a las heladas aguas del río Tura. - Que se hubieran puesto manguitos, como hacía yo cuando me llevaban a la alberca del tío Laurencio. - … a duras penas evitaron ahogarse, pero, eso sí, ambos cogieron una pulmonía de aúpa. En el perdido pueblo donde vivían no había médico, y sólo la comadrona tenía ciertos conocimientos, a todas luces insuficientes. Mijaíl murió al poco tiempo, y Grigori se debatió durante semanas ente la vida y la muerte. Ya lo daban por muerto cuando le escucharon decir entre sueños: “¡Sí! ¡Oh, sí! ¡Quiero, quiero!”. A continuación se durmió y a las pocas horas despertó curado. - ¡Andando…! - El niño explicó que una señora vestida de blanco y azul se le había aparecido y le había dicho que tenía que curarse. El pope del pueblo- los popes son los sacerdotes de la Iglesia Ortodoxa- lo tuvo claro: fue un milagro de la virgen. Aún fue más allá: algún día volvería a comunicarse con el niño para encargarle una misión. La supuesta aparición mariana corrió de boca en boca, y la fama de santo del niño se extendió. Pero no sólo la gente le creía imbuido de santidad y elegido del cielo, él mismo lo creyó a piesjuntillas. - Como una cabra, questaba entonces… - Desde muy pequeño Grigori se sintió atraído por los stárets que visitaban el pueblo. Éstos eran vagabundos que llevaban una vida de santidad, peregrinaban a los más lejanos monasterios y predicaban el evangelio en los pueblos por los que pasaban. Vestían harapos, vivían en la más absoluta pobreza y su única fuente de recursos era la hospitalidad y caridad de las buenas gentes de la estepa. El sueño de Grigori era emularles. - Hay gente pa tó; mía ande man mandao a mí a educame, con vosotros, unos tíos calvos que váis con sotanas de colores… y no quiero ni pensar si lleváis algo debajo. - La ropa debe ser ligera para que el cuerpo pueda comulgar con la naturaleza, discutidor discípulo; nada más debe cubrirnos… - …Puajjj, sin gayumbos ni ná; sigue, anda, tío guarro. - …Según crecía, Grigori declaraba tener visiones y anunció su intención de convertirse en peregrino, seguro de la llamada de Dios. Su padre le permitió visitar los monasterios cercanos para que pudiera conocer la vida de eremita. Estaba seguro de su decisión, pero a los diecinueve años conoció a una muchacha, Praskovia Duvróvina, y se casó con ella. - Jejeje, ya se sabe que la carne es débil y que a veces Dios llama y el hombre comunica, o está fuera de cobertura… - Un pensamiento muy profundo, díscolo discípulo, aunque no estoy seguro de si lo he entendido muy bien. - Sigue, anda. - Los primeros años de matrimonio fueron dichosos, eso sí, pero el cielo tardaba en honrarles con un hijo. Cuando por fin Praskovia dio a luz, el niño murió a los seis meses. Esto amargó el carácter ya de por si taciturno de Grigori, que se entregó a la bebida y a la lujuria. Por su comportamiento disoluto, el pueblo le condenó a un año de exilio. - Si hiciesen eso en mi pueblo, se quedaban cuatro gatos… ni el cura, vamos. - Fue ésta una oportunidad que aprovechó para recuperar su viejo sueño de convertirse en un “vagabundo de Dios”. En su peregrinación conoció al starets Makari, que le enseñó las primeras letras y le dio a conocer la Biblia. Cuando Grigori volvió, ya no era el mismo. Parecía haber perdido la cordura. Su mujer comprendió que lo mejor era que siguiera errante, dejarle a su aire con la esperanza de que encontrase las respuestas a aquello que le afligía y volviese a ser el hombre del que se enamoró. Rasputín viajó por Grecia, por Ucrania, por lugares lejano de su patria rusa. Pero en verano siempre volvía a Prokóvskoie. - Je, je, como el turrón, pero en verano. - Estos descansos en casa sirvieron para engendrar a tres niños: Dmitri, Matriona y Varvara. - El tiempo no lo perdía el jodío, desde luego. - Los viajes le hicieron mucho bien, su alma encontró la paz, y la paternidad le sosegó el espíritu. Sin embargo, lo que más deseaba era propagar el Evangelio. Las distintas peregrinaciones que había llevado a cabo no habían hecho sino confirmarle lo que ya desde pequeño sabía: su misión era llevar la certidumbre de la Fe a todos sus compatriotas. La fama de su santidad no había dejado de crecer, y se hizo muy popular entre las humildes gentes de los pueblos siberianos. Rasputín dispuso entonces una especie de rudimentaria capilla u oratorio al lado de su casa, donde recibía a aquellos que acudían a él en busca de consuelo. En las celebraciones los hermanos y hermanas ponían en común sus inquietudes, escuchaban el evangelio para reconfortarse, y dejaban salir el amor que llevaban dentro. El fervor de estas “celebraciones del amor divino” incluían, según se decía, grandes muestras de afecto, pequeñas flagelaciones e incluso la fornicación como alabanza a Dios. - Me paece a mí que éste de relaciones públicas de una discoteca tendría el local siempre lleno, fíjate tú. - Sin embargo, no todo el mundo miraba con buenos ojos al “santo”. En 1901 el pope del pueblo lo denunció al obispo Antón de Tobolsk, acusándole de pertenecer a la secta de los jlysti o"flagelantes". Esta secta estaba perseguida por la Iglesia ortodoxa, por lo que la acusación era muy grave. En las celebraciones de los jlysti se mezclaba el dolor y el placer, llegando a montar verdaderas orgías… - Toma ya… ¿listis?¿listis?... ¡unos listillos es lo que eran! - … Decían que había que combatir el pecado con el pecado. Aunque no se sabe a ciencia cierta si Rasputín formaba parte de este grupo, sí está claro que conocía su doctrina, que tenía muchas similitudes con la suya propia. Poco a poco fue perfeccionando su propio dogma, muy cercano al de la secta herética: para hacer el Bien era necesario el Mal. Era Dios quien invitaba a la danza frenética, a la embriaguez y a la fornicación; pecados que debían aceptar y cometer, pues sólo el pecador podía conseguir el perdón de Dios y así elevarse a su contemplación. - Contra, así cualquiera. Y se quejaba mi madre de que me iba de botellón, ¡Anda que si me hago listillo de éstos! - A pesar de no encontrar pruebas para acusarle de herejía en primera instancia, era inminente otra denuncia, y Rasputín decidió de nuevo echarse al camino. Allá por donde pasaba se granjeaba la admiración de las gentes. Desde Kiev fue enviado por la curia local a la Academia de Teología de San Petersburgo con una carta de recomendación. Allí fue recibido por el arzobispo Teofán, dirigente de la Academia. Igual que cientos de personas antes, también éste cayó prendado de Rasputín. Su aspecto rústico y su habla tosca e incorrecta, lejos de parecerle primitivo, le agradaban. - Sí, si a mí se me va pareciendo en las fotos al Tío Eufrasio, “el Abujetas”. - Veía en él el representante espiritual de los Mujik, del campesinado ruso, de la verdadera fuerza e inocente Fe de la madre patria. - Algo así como un “Fray Gañán”. - Sí, algo así.“Éste no es un hombre de Iglesia, sino un hombre de Dios”, se decía, “un verdadero enviado de Jesús”. Una figura así era en opinión de Teofán la indicada para remover la conciencia de la aristocracia rusa, cuya Fe se había extraviado por su contacto con la civilización occidental. Decidió entonces presentarlo a la cúpula de la Iglesia y postularlo como una figura importante. - Pues mía que asín vestío de fantoche, no sé yo si iba a llegar mu lejos. Si a mí me lo decía mi madre: “¡que vas hecho un disfraz!, ¡Van a pensar en el pueblo que tu madre no te lava la ropa ni ná!”. - En este punto ocurrió un hecho curioso. Comulgando ante una de las personalidades más destacadas de la Iglesia Ortodoxa, el padre Ioán, éste le dijo: “llevas en ti la llama de la verdadera religión, pero ten cuidado, en tu nombre llevas tu futuro”. Hay que aclarar que hay quien piensa que el apellido Rasputín viene del ruso rasputsvo, que significa desenfreno. De ahí lo importante de la “profecía”. - ¡Arrea, como el Paternoster ése! - Nostradamus, displicente discípulo - Pos eso he dicho, Nosterpater. - Eran tiempos complicados para Rusia: la derrota en la absurda guerra ruso-japonesa y la llamada Revolución de 1905, con sucesos como el Domingo Sangriento, la cruel represión de una manifestación pacífica en Moscú, o la rebelión de la tripulación del Acorazado Potemkin. Cada vez se dudaba más de la capacidad de liderazgo de Nicolás II. Será en estos momentos tan peliagudos cuando Rasputín entre en contacto con la familia imperial. - Sí, a ver si ya vas al asunto, que las horas que son, ya tengo gusa… - Tras una breve vuelta a su pueblo, donde el obispo Antón no podía creer que tal depravado hubiese alcanzado tanta fama entre la jerarquía ortodoxa, Rasputín siguió medrando y subiendo en estima y conocimiento de la aristocracia rusa. Una de sus primeras defensoras fue la esposa de un miembro del Consejo de Estado, Olga Lojtiná, a la que había curado su neurastenia y melancolía llevándola por los caminos del goce sexual. - No, sí éste era tó un latinlover desos, un topogigio. - Gigoló, decadente discípulo - Macagüen, la manía llevarme la contrario, pos eso, un yo-yó desos. - No se le debía dar mal consolar a las personas, porque concitó en su derredor a una compaña de mujeres de la alta sociedad que quedaban extasiadas de su persona, tanto en el plano espiritual como en el carnal, al parecer. A la élite de la época le encantaba todo lo que tenía que ver con lo místico y lo oculto. - Je, je, je, a estas mujeres lo que les encantaba era lo quel Rasputín “llevaba oculto”. - La singular apariencia del starets, su críptica y tosca forma de expresarse, y la profundidad de su mirada… - Sí, claro, de su mirada... - …encandilaban a los hombres y entusiasmaban a las señoras. Finalmente, fue presentado a la familia real, que también cayó en el encantamiento. Nicolás escribió esa noche en su diario: “He conocido a un hombre de Dios, Grigori, de la provincia de Tobolsk”. Al igual que Teofán, tanto el zar como su esposa Alejandra veían en él la personificación del espíritu ruso, de la Rusia real, de la madre patria. - Pos sí que tenían que ir guarros los rusos... Y tós mu feos, que tenían que ser, pa parecerse a éste...