domingo, 23 de enero de 2011

Algo de coherencia, algo de vergüenza

Cuanta desvergüenza. Leía el otro día nosedonde que en la queja permanente y en la crítica continua se vive bien. Pues es verdad. Como dicen muchos simpatizantes socialistas “contra Aznar vivíamos mejor”. Pues eso. En le época del “pensamiento en pack” lo importante no es el uso de la razón, sino que los argumentos a priori parezcan adecuados al guardarropa ideológico de cada uno. En la actualidad las ideas son como la ropa, cosas que te pones dependiendo a dónde vas y si piensas que te va a quedar bien. Por desgracia, como en el caso del vestuario moderno, en la mayoría de los casos se “compran en los chinos”: ideas poco trabajadas y de mala calidad, de usar y tirar, vamos. Alguno dirá que con la subida de la luz no estamos para que la razón nos alumbre, pero es que hay cosas que claman al cielo. Aún no tengo ni tiempo ni ganas (por los cabreos que me cojo cuando escribo de ciertas cosas) de escribir sobre, por ejemplo, la España impune, es decir, un país donde el asesinato sale gratis y además nos echamos unas risas a costa de las víctimas, sus familiares, y la sociedad en general. Pero hay situaciones que a pesar de la desfachatez de los planteamientos, o quizá por eso, resultan casi hilarantes. Me explico (y no me enrollo más en este preámbulo, que como me decía el otro día una asidua lectora, toco tantos temas, apunto el propio apunte, y refiero las concomitancias de los asuntos que nos ocupan con los que no nos ocupan o con los que en algún momento, quizá algún día, si ciertas cosas que igualmente indico se diesen, nos ocuparan u ocupasen, que no hay Dios que me siga el hilo).

Hace unas semanas dispararon a una senadora demócrata en EEUU. Pronto salieron periodistas de los que se dicen a sí mismos de tendencia progresista para señalar que gran responsabilidad de tal acción contra una política cercana a las tesis del presidente Obama la tenían los miembros de la que llaman ultraderecha norteamericana, englobados en el conocido como “Tea Party”. Vale. No conozco los pormenores de la política interior estadounidense (y me temo que muchos de los que escriben sobre ella tampoco), pero bueno. En general, pienso que la culpa de un delito la tiene el que delinque, pero vale, aceptamos pulpo. Al poco tiempo, el Consejero de Cultura de la Comunidad de Murcia recibe una paliza y el PP culpa a “la crispación” creada por el PSOE murciano de la agresión. Y no sólo los mismos que acusaban al ala más conservadora del Partido Republicano americano, personificada en Sarah Pahlin, en este caso dan la callada por respuesta, sino que alguno incluso, haciendo uso del refrán “donde dije digo digo Diego”, se echan las manos a la cabeza por tal acusación, que creen indecente y electoralista. Lo dicho. Cámbiate de ropa, que venimos de barbacoa y nos vamos de cocktail. Groucho, vida ejemplar: “estos son mis principios, sino le gustan tengo otros”. Y así nos va.

Y me reafirmo, el ladrón es el que roba, el asesino el que mata, y el estafador el que engaña. Sobre la responsabilidad en la creación de “un clima propicio” para algo, cada palo que aguante su vela, pero, por favor, algo de coherencia… algo de vergüenza.

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