lunes, 4 de octubre de 2010

Amos que... (IX)

¡Cuánto tiempo sin curiosidades históricas! Dispongámonos pues a restañar tamaña afrenta al entretenimiento y al conocimiento histórico.

Antes de comenzar, reconocer el trabajo y, por tanto, recomendar dos páginas web de un alto interés para aquellos que gustamos de la historia en su aspecto más lúdico: historias de la historia y curistoria. No dejéis de visitarlas, ¿eh?

Aún continúan los ecos de la polémica (artificial y vilmente politizada) sobre la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. Aunque ha quedado claro que ha sido una indecente maniobra nacionalista contra algo que ellos consideran “españolista” (ahora han declarado protegidos los “correbous”, mucho más denigrantes para los astados), y los defensores de los derechos animales se ha dejado manipular como corderitos, qué no harían o dirían si el actual monarca se comportase como Felipe IV (1605-1665). Aficionado a los toros, el Austria no dudaba en salir al ruedo cual maletilla cuando el matador de turno no lograba acabar con la vida del toro, enmendando él mismo tal situación… disparando al toro con un arcabuz, y ganándose, claro está pues era el rey, el aplauso del respetable.

Warren Austin, embajador de EEUU en la ONU, dijo en 1948 que la paz entre árabes y judíos llegaría si se comportaban “como buenos cristianos”. Ahí, echando más leña al fuego. Con consejos así, normal que aún sigan enzarzados.

Como sabemos sobre todo por el cine, en los tiempos de la ley seca en EEUU (1920-1933) la población se las ingeniaba para saltarse la prohibición, lo que dio lugar a un mercado negro y unas prácticas criminales que han dado mucho juego en el imaginario popular del siglo XX. Pues bien, una empresa norteamericana comercializaba un zumo en cuyo envase rezaba el siguiente texto: "Atención: el contenido de este paquete no debe ser puesto en una vasija de barro, mezclado con levadura y ocho litros de agua, porque se obtendría una bebida alcohólica cuya fabricación está prohibida".

Isaac Newton(1643-1727), cuyos descubrimientos de las leyes físicas que rigen (parte de) nuestro universo, fue también filósofo, teólogo e inventor. Incluso llegó a dedicarse a la política. Entre 1687 y 1690 fue miembro del Parlamento británico como representante de la Universidad de Cambridge. Pues bien, en esos tres años sólo pidió una vez la palabra, y fue para presentar la siguiente moción: “propongo cerrar la ventana, pues aquí hace un considerable frío”. Y después decimos que nuestros políticos no trabajan…

A todos nos sacan de quicio algunas pequeñas manías de los que tenemos alrededor. Si pudiéramos, seguro que poníamos remedio. Así lo hizo Armand-Jean du Plessis, el famoso Cardenal Richelieu (1585-1642), que ordenó que los cuchillos que se usaran en su mesa fuesen de punta redonda, para evitar que el canciller Pierre Seguier (1588-1672) los usara para sacarse los “paluego” de los dientes. ¡El mondadientes, ése gran invento!

Terminamos hoy con la muerte de Maximiliano I de Austria (1459-1519), abuelo de Carlos V, que falleció por una indigestión de melón y fue enterrado con el ataúd que siempre llevaba consigo “por si acaso”. Hombre previsor, vale por dos (o eso dicen, que para este caso, lo mismo daba, me parece a mí).

1 comentario:

Colorines dijo...

Como siempre me ha encantado el articulo de esta sección aunque la verdad hay veces que no se si creerme determinadas anécdotas por lo ridículas que son, lo que sí es de todos conocido es que el -melón por la mañana oro, por la tarde plata y por la noche mata-.