Mal. Muy mal. Requetemal. Después de pasar 7 años (más en CLM) donde la educación era contemplada como un vivero de consignas ideológicas que desde el principio se mostraron tremendamente dañinas, causa del gravísimo déficit formativo y cultural de nuestra juventud, hemos pasado a un nuevo tiempo en el que lo que prima es la reacción y lo reaccionario, en el sentido de considerar que todo lo anterior era horrendo (y no todo lo era, aunque casi, casi) y situarse en las antípodas ideológicas y procedimentales, lo cual nos lleva a caer en los mismos errores y a seguir sentenciando a nuestro país a la más profunda y eterna estulticia.
En lugar de preocuparse por acabar con las medidas contraproducentes y escuchar a los que conocen el sistema educativo, en vez de analizar qué falla para que la ingente inversión realizada no dé los resultados esperados, las nuevas autoridades, especialmente regionales, han decidido que los males de la educación pasan porque los docentes son un atajo de progres izquierdosos que no se merecen ni el aire que respiran y con los que hay que acabar de una vez por todas dejando en manos de la educación “de calidad” (para ellos, la privada)el sistema educativo regional, sin ningún tipo de análisis ni razonamiento. En conclusión: seguimos igual (o peor, por la pérdida de esperanza que ello conlleva), con unos dirigentes que administran la educación siguiendo doctrinas ideológicas (antes unas, ahora las contrarias) sin entrar en mayores complicaciones sobre cuáles son los verdaderos problemas de la educación y sin tener un objetivo claro de qué educación queremos tener (ahora más que nunca, pues es la única manera de salir de la crisis). Además, todo ello lo hacen con un vocabulario falaz parecido al de los de antes, invocando torticeramente vocablos como libertad, calidad e igualdad. Vamos, que no es una huida hacia adelante, como las que continuamente proponían los socialistas empeñados en mantenerse firmes en los errores (se mantenían más firmes en sus errores incluso que en sus principios), pero es dar vueltas sin ton ni son sin solucionar nada y dejando que la situación empeore, cuando no contribuyendo directamente (quiero pensar que no conscientemente) a ello.
De entre los mejores sistemas educativos del mundo sobresalen dos: Suecia y Finlandia. En ambos, la inmensísima mayoría de la educación es pública, pero de calidad, apostando por el esfuerzo y el trabajo del alumno y del profesor, y con la colaboración de los padres, claro está, pero igualmente del resto de la sociedad, especialmente del Estado.
Me parece un hecho revelador de la desorientación y banalización actual, al menos en CLM, que se incida tanto, por ejemplo, en el bilingüismo en la escuela, algo que ya comenté en una entrada anterior (conseguirán que en vez de hablar mal un idioma, hablen peor aún dos idiomas), sin entrar en las deficiencias reales de la educación en general, teniendo en cuenta, además, que en los países en los que se habla inglés como segunda lengua de forma casi natural (Holanda, Alemania, los mentados Suecia y Finlandia) se reconoce como elemento principal la inmersión lingüística audiovisual, es decir, las películas y series en inglés, se escuchan en V.O. y no se doblan, por lo que los niños escuchan y hablan el idioma de Shakespeare desde practicamente bebés, y no unas horas en clase que, como casi todo lo que se aprende dentro del aula, luego (por desgracia) no tiene continuidad en la vida social y familiar del alumno fuera del centro, perdiendo así toda la potencialidad de esos aprendizajes. Verbigracia, está claro que si nuestros jóvenes hablan un pobre y deficiente castellano es porque escuchan un pobre y deficiente castellano, y no precisamente en la escuela. Pero claro, eso supone un esfuerzo de cambio social y cultural, a menudo impopular, que ninguno de los políticos abocicaos al cargo que germinan en esta España de mal presente y peor futuro está dispuesto a acometer. Y esto sólo es un ejemplo.
Otro, la estúpida insistencia en potenciar desde los poderes públicos la educación privada y concertada, actitud irracional a todas luces, y sólo entendible desde el ánimo de la administración de renunciar a sus responsabilidades. En la actualidad, las únicas causas reales y efectivas que pueden llevar a unos padres a elegir un centro privado por encima de uno público no tienen nada que ver con la calidad de la educación, ni con la formación del profesorado, ni con las instalaciones, sino con el alumnado. Hablando en plata, como los centros privados-concertados “eligen” a su alumnado (supuestamente no lo pueden hacer, pero lo hacen, igual que supuestamente no pueden cobrar a los padres, puesto que ya paga el estado el concierto, pero lo hacen “bajo cuerda”) no hay ni gitanos ni inmigrantes (o al menos, inmigrantes “indeseables”… para algunos). Que no digo yo que no se una razón para los padres (en mi caso quizá también lo sería), pero es una tristísima realidad y algo que los poderes públicos no deben permitir, sobre todo cuando esos centros cobran del estado (los privados-privados, me parecen muy bien, oigan, con su pan se lo coman).
Así que, elegid el refrán: de Málaga a Malagón, de la sartén a las brasas, o alguno similar. Ya he perdido la esperanza en reformas educativas vengan de donde vengan, porque al fondo del asunto nadie se va a querer meter. Normal, por otra parte, puesto que nuestros problemas educativos son síntomas de una crisis de civilización, de una sociedad enferma cuyos dirigentes son también síntoma de esa podredumbre social y cultural. Sería insólito, por tanto, que los que son parte muy importante del problema puedan ofrecer la solución. En fin, dejémoslo, que me deprimo más aún. Sólo queda una esperanza: ¡Poder de la varaaaaaaaaa!
Pd: como siempre ilustro el artículo con un magnífico ejemplo de humor gráfico de faro (su web, aquí)
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