domingo, 6 de junio de 2010

"Ni gota conocimiento": anécdotas de la II Guerra Mundial (IV)

Recupero una sección bastante olvidada dedicada a narrar algunas anécdotas ocurridas durante el conflicto más vasto y dramático de la historia de la humanidad: la II Guerra Mundial. Sin más dilación, comenzamos…

¡Ah, el absurdo y la sorpresa, cuántas vidas han salvado! Hasta estar en paños menores te puede salvar la vida en esta grandísima sinrazón que es la guerra. Y si no que se lo digan a un grupo de soldados británicos que participaron en el desastroso desembarco aliado en la localidad francesa de Dieppe en agosto del 42. Tras desembarcar y conseguir llegar a la población más cercana, fueron hechos prisioneros por los alemanes. Éstos, deseosos de humillarles, les obligaron a despojarse de sus uniformes y les dejaron en ropa interior. Al poco, uno de los ingleses se abalanzó sobre un guardia alemán, haciéndose con su arma y procurando la huida de sus compañeros, que iniciaron una curiosa carrera por las calles del pueblo en dirección a la playa. Lo más insólito es que pasaron por delante de las posiciones germanas sin que nadie les disparara, no sabemos si por respetar las reglas del juego limpio y no disparar a un enemigo desarmado o por el desconcierto de ver a un grupo de “locos” corriendo en calzoncillos delante de las ametralladoras.

Otro caso de la imaginación y el humor como armas frente a la opresión lo encontramos en Dinamarca. Los alemanes invadieron a su vecino del norte el 9 de abril de 1940. A pesar de rendirse casi de inmediato y no oponer resistencia militar, la población civil danesa la luchó contra el invasor de las más diversas maneras, entre ellas, la guerra psicológica. Los daneses decidieron ignorar por completo a los alemanes, simulando que no existían para expresar así su rechazo ante su presencia. Vamos, que ni les hablaban ni les miraban; “les fustigaban con el látigo de su indiferencia”. No obstante, un soldado alemán que montaba guardia en una garita advirtió sorprendido que los paisanos y paisanas que pasaban por delante de él le miraban y le sonreían. “Por fin han admitido nuestra presencia, debió pensar”, sin saber que en la parte exterior de su garita, que cubría al soldado hasta el pecho, un “bromista” había puesto un cartel que decía “no llevo pantalones”.

Lo ridículo y lo inverosímil aparecen a menudo en situaciones desesperadas. Durante el ataque final a la capital alemana, el 25 de abril de 1945 se cortaron las comunicaciones entre el puesto de mando del búnker de la Cancillería y las distintas estaciones de radio, capturadas por los soviéticos. Así, los alemanes estaban “ciegos”, pues no sabían hasta dónde había avanzando el enemigo. Los oficiales alemanes buscaron una solución cuanto menos inaudita: cogieron la guía de teléfonos y comenzaron a llamar a domicilios de distintos sectores de la ciudad; si contestaban en alemán, ese sector se mantenía, si lo hacían en ruso, había caído en manos enemigas. Claro que esto les sirvió sólo hasta que cortaron también las líneas telefónicas…

Durante la caída de Berlín también se demostró una realidad universal: los “abuelos puñeteros”. Sí, sí, esos que se dedican a “inspeccionar” las obras y comentan cómo los jóvenes no tienen ni idea y que las cosas antes sí que se hacían bien, culminando siempre con un “si a mí me dejaran…”. Pues nos situamos en la antesala del asalto final a la capital del Reich. Los berlineses se afanan en la preparación de las defensas de la ciudad. Un grupo de jóvenes están construyendo una barricada cuando un anciano, veterano de la Gran Guerra, se les acerca y les dice que los soviéticos tardarían tan sólo 22 minutos en superarla. Cuando le cuestionan sobre la extrema exactitud de sus cálculos, les respondió: “Fácil, 20 minutos para parar de reirse y 2 para hacerla pedazos”. Jodío viejo…

La imaginación es necesario agudizarla en tiempos de guerra. Así lo hicieron los defensores de Polonia cuando el ejército alemán invadió su país. Para defender algunas ciudades del avance de los tanques, minaron algunas calles. Sin embargo, pronto se les acabaron los explosivos, por lo que optaron simplemente por poner un cartel en polaco diciendo “Cuidado, calle minada”. Los alemanes, por si acaso, se lo creían y evitaban pasar por ahí.

Y hablando de imaginación, supongo que todos habréis jugado alguna vez al “teléfono roto”. Tampoco creo que a nadie se le escape que a menudo la información periodística, y más en este país, parece el resultado de este juego más que una recreación veraz de la realidad. Pues veamos cómo eso no es algo ni particularmente español ni propio únicamente de la España de la LOGSE. Durante la II Guerra Mundial la isla de Ascensión, colonia británica en medio del Océano Atlántico, se erigió en un punto vital para las comunicaciones entre África y el continente americano. El aeropuerto isleño se llamaba “Campo golondrina”, debido a las grandes bandadas de estos pájaros que había en los alrededores. La presencia de estas aves suponía un riesgo para los aviadores aliados, por la posibilidad de que provocasen un accidente. Así, se intentó por varios medios acabar con la presencia de estos pájaros en las inmediaciones de la base (por cierto, que finalmente se consiguió acudiendo a un ornitólogo que simplemente lo que hizo fue cambiar los nidos de lugar). Una de estos ensayos para acabar con su peligrosa presencia nos demuestra lo difícil que es tomarse en serio las noticias que leemos. Periódicos británicos y norteamericanos informaron que los Aliados iban a usar un cargamento de centenares de gatos para acabar con las golondrinas. Si ya la idea de acabar con las golondrinas con gatos es bastante peregrina y la imagen de centenares de gatos persiguiendo pájaros por una base militar bastante humorística, algunos de los periódicos en los que apareció la noticia la ampliaron a los pocos días con informaciones absurdas. Se aseguraba que los gatos tuvieron que enfrentarse al intentar cumplir su misión con un enemigo inesperado: los pingüinos que vivían en la isla, que por lo visto no le hacía ascos a la carne de gato y se los querían comer. Hala, imaginaos a miles de pingüinos corriendo (si a eso se le puede llamar correr) detrás de cientos de gatos. ¿Qué había pasado? En el caso del “desembarco de gatos” la explicación parece clara. Un periodista poco espabilado había escuchado que iban a llegar a la isla “cats”, pero estos “cats” no eran “gatos” sino la abreviatura con la que los militares designaban a los Caterpillar Tractors, es decir, tractores o tanques oruga. Se conoce que escuchó lo de los gatos, y como sabía del problema con las golondrinas, sacó sus propias (y extañas) conclusiones. En cuanto a lo de los pingüinos asesinos de gatos la explicación… no existe, fruto de la imaginación y la falta de rigor (y de sentido común) de algún informador que algunos periódicos consideraron atractiva. Ya sabéis esa máxima de que la realidad no te estropee una buena noticia…

Terminamos con mi admirado Winston Churchill y sus anécdotas “apócrifas”. Durante los bombardeos alemanes a los que se vio sometido Londres, el ayudante de cámara del Primer Ministro intentaba convencer a éste para que renunciara a dar sus paseos diarios, que consideraba demasiado peligrosos. Churchill, por supuesto, no hacía ni caso, y solía caminar a cielo abierto a pesar del peligro que esto entrañaba. Su fiel criado llegó a esconderle los zapatos para que no saliera, ante lo que el viejo fumador de habanos, harto de la actitud de su sirviente, le espetó: quiero aclararle que de niño mi niñera jamás pudo evitar que saliera a dar un paseo por Green Park cuando me apetecía, y de adulto no va a hacerlo Adolf Hitler… que es bastante más feo”.

4 comentarios:

  1. El desembarco al completo debería haberse realizado en calzoncillos. Los alemanes habrían causado menos bajas aliadas

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  2. Hipolito me encanta esta seccion de tu blog "NI GOTA DE CONOCIMIENTO" te envio un video de espero alguien que no haya sido alumna tuya. Felicidades y sigue con tu Blog (CLC)


    http://www.youtube.com/watch?v=fpgDqZBlszo

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  3. Muchas gracias, me alegro de que te guste la sección. Esta pobre mujer del video increiblebleblemente es el paradigma del estado mental de nuestro país. y lo peor... Brrr, estaba escribiendo algo más pero se me han quitado las ganas. Nada, que cosas como esta me animan a seguir con el blog y con las secciones eminentemente histórico-lúdicas.

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  4. Lectora ocasional18 de marzo de 2011, 9:00

    Ja, ja, ja no conocía ninguna de estas anécdotas, me he reído un montón.
    Gracias Wayne

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