La semana pasada estuvimos de visita en el Sacro Convento-Castillo de Calatrava La Nueva, término municipal de Aldea del Rey y al lado de Calzada de Calatrava. La verdad es que tiene delito que tamaño monumento sea prácticamente desconocido para los que lo tienen al lado, y nuestra intención es institucionalizar una visita anual desde el instituto para que todos los jóvenes de las dos poblaciones contiguas lo conozcan. Es un lugar bastante familiar para mí, ya que trabajé allí durante seis meses en el año 2001 como técnico en arqueología. Por supuesto, invito a todo el mundo a visitar este maravilloso lugar, de intenso disfrute tanto para buenos conocedores de la historia como para profanos en la materia. A él dedicaré un futuro segundo capítulo de este artículo.
Como material para la visita, redacté un documento donde se hacía un somero repaso de lo que eran las Órdenes Militares en la Edad Media, y su incidencia en la cristiandad en general y en la Península Ibérica en particular. Aprovechando su confección, he pensado en ofrecéroslo como un "Yo no estuve allí"... y aquí está. Como ya he adelantado, para el futuro dejo un artículo dedicado específicamente a la Orden de Calatrava y más concretamente a Calatrava La Nueva, a la espera de realizar unas fotografías adecuadas para acompañar al texto.
Monjes-guerreros. Suena raro ¿verdad? Conjugar algunas características de ambos términos nos puede parecer muy difícil en la actualidad (el amor y servicio al prójimo y la violencia inherente al arte de la guerra, por ejemplo), pero en otro tiempo no sólo no era extraño, sino que constituía el ideal de caballero cristiano. Bien es cierto que el ascetismo de carácter monástico y la pericia a la hora de luchar han sido elementos que a menudo se han armonizado en la historia (los guerreros shaolin chinos, los yamabushi o guerreros de la montaña japoneses, los murabits que habitaban los ribats musulmanes…), con lo que la existencia de una figura análoga dentro del cristianismo tampoco debería sorprendernos. Así, estos monjes-guerreros se originaron y desarrollaron dentro de las instituciones conocidas como órdenes militares, y podríamos situar su época de desarrollo y apogeo en los siglos XII y XIII, continuando su existencia de manera más residual cuanto más avanzaban los siglos e incluso encontrando algunas órdenes que aún subsisten hoy en día, casi de manera testimonial y nominal puesto que han perdido en su totalidad la forma y significado de antaño, y se mantienen por el empeño de, y que me perdonen si les molesta el adjetivo, algunos “frikis” de la historia y de un pasado que jamás volverá.
El monje-guerrero cristiano, tal y como lo definió San Bernardo de Claraval en su obra Elogio de la nueva milicia templaria, surge como una amalgama de dos de los órdenes en que se dividía la sociedad medieval: el orator (el que ora, el religioso) y el bellator (el que lucha, el guerrero). Estos miembros de las órdenes eran por tanto, ambas cosas, y, a la vez, ninguna de las dos, sino un orden nuevo y diferenciado. Profesaban los votos de castidad, pobreza y obediencia y respetaban una regla monacal, generalmente la de San Benito; pero a ello sumaban el oficio de las armas y la misión de cruzada frente al infiel. En el origen de las Órdenes Militares estaría la unión de varios de los elementos más característicos de la época en que se sitúan (ss. XII-XIII, como se ha dicho), tanto ideológicos (el ideal caballeresco, el respeto a la regla monástica, la importancia de las peregrinaciones) como políticos (la cruzada en todos sus aspectos, tanto de recuperación de Tierra Santa como de extensión del Papado romano) y socio-económicos (control de la población campesina, mantenimiento del orden, asistencia y protección de los más necesitados y ampliación de tierras para su explotación).
La primera orden militar que podemos definir como tal fue la de los caballeros del Santo Sepulcro de Jerusalén, fundada en 1098 por Godofredo de Bouillon para proteger los Santos Lugares, recuperados tras la Primera Cruzada. Cierto es que la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén (más conocida como Orden de los Hospitalarios, Orden de San Juan u Orden de Malta) fue fundada en 1084, pero en esos años sólo tendría una función hospitalaria y de asistencia, siendo introducido el elemento bélico en años posteriores, igualmente con ocasión de la Primera Cruzada, por lo que podríamos considerarla contemporánea a la anterior. Sin embargo, la Orden Militar más conocida, y más desconocida también por los misterios y secretos que la rodean y que han fascinado a millones de personas de varias generaciones, es la de los Pobres Caballeros de Cristo u Orden del Temple. Los Templarios fueron fundados por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payens tras la Primera Cruzada, en 1118. Precisamente la caída en desgracia y disolución, en 1312, pone fin a la época de apogeo de las Órdenes Militares, al menos en su concepción original, transformándose en un elemento más al servicio de las nuevas monarquías feudales y del papado de Roma.
Aunque a nosotros nos pueda parecer lo contrario, el espíritu de Cruzada no sólo se aplicaba a la recuperación de los Santos Lugares, sino a todo aquel territorio que había sido arrebatado a la cristiandad por las huestes de Mahoma. Por esto, lo que conocemos como Reconquista fue vista por sus contemporáneos como una cruzada más contra el infiel, siendo por tanto normal que se utilizasen estrategias e instituciones análogas a las de la Cruzada en Tierra Santa. De ahí que a esta Reconquista también se la llamara la Cruzada del Sur y que apareciesen en el siglo XII Órdenes Militares propiamente hispanas (aunque en Aragón aparecen algunas Órdenes Militares con anterioridad, como la de Monreal o la de Belchite, de menos importancia). Las cuatro principales órdenes “españolas” fueron la de Calatrava, Montesa, Alcántara y Santiago.
Casi desde su fundación, las grandes órdenes “internacionales” (Hospitalarios y Templarios) actuaron en la Península Ibérica. Incluso el rey de Aragón Fernando I el Batallador las declaró a ambas, junto a la del Santo Sepulcro, herederas de su reino, aunque finalmente el testamento no se hizo efecto al entregar los nobles aragoneses la corona a Ramiro II. También fue importante su participación junto a las huestes de los reinos cristianos en la decisiva Batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Incluso alguna de ellas, como la de San Juan u Hospitalarios, fueron propietarios de extensos territorios en nuestro país. Sin embargo, el desempeño de las Órdenes “patrias” fue mucho más importante, pues al papel bélico contra los mahometanos le unieron un más importante si cabe cometido económico-social durante la repoblación, ordenando el espacio y la población y dando origen a una original estructura socio-económica hasta el final de la Edad Media.
Para terminar, dos pequeños videos, uno sobre Las Cruzadas y otro sobre la Reconquista de la Península Ibérica.
Ojo, también hay focas monje ;-)
ResponderEliminarSin faltar, eh, se dice frailes pasados de peso.
ResponderEliminarEstoy esperando a que Dan Brown ambiente su próxima novela en Ciudad Real y tenga como coprotagonista al obispo, por ser prior de las ordenes militares, y si no es Dan Brown pues otro, yo ya he dado la idea, lo que quiero es rodar la película al solitrón y estar en la zurra... Mi pueblo cantará Pandorga!!!
ResponderEliminarTom, ahora mismo en Ciudad Real lo que se llevaría es un remake de las películas de catástrofes, como, por decir una, eh, sin mala leche... "Aeropuerto" ¿Qué te parece la idea?
ResponderEliminarY date prisa en venir, no sea que no puedas aterrizar porque hayan decidido transformar la pista de aterrizaje en un circuito y hagan un Gran Premio de F1. Entonces dirán "nos hace falta un aeropuerto, porque al GP de Ballesteros de Calatrava va a venir mucha gente", y hagan otro aeropuerto pa que los que vengan al circuito anteriormente aeropuerto tengan donde aterrizar. Sí, ya sé quye es un lío... pos conta, como una novela de Dan Brown, ¿no era eso lo que querías?