Y es que el jugador que hoy recordamos y homenajeamos es Pete “Pistol” Maravich, jugador de la NBA entre 1970 y 1980. Fue un verdadero mago del balón, se convirtió en uno de los mejores jugadores universitarios de la historia, y pasó por la NBA sin la gloria que merecía por lo que a continuación se expondrá. A pesar de eso, fue cinco veces All-Star, dos veces incluido en el mejor equipo de la liga, una temporada máximo anotador (1977), miembro del Hall of Fame desde 1987, elegido entre los mejores 50 de la historia, y capaz de anotar 68 puntos en un partido contra los Knicks (sin triples, que aún no existían). Más allá de las canchas su vida fue tan azarosa como dentro: un carácter extremadamente tímido, una madre alcohólica que termina suicidándose, un hambre espiritual nunca saciada, y, finalmente, una fatal burla del destino en forma de ataque al corazón, provocado por una anomalía congénita, que con 40 años acabó con su vida mientras estaba jugando un partido benéfico.
A Pete “Pistol” Maravich (y su “mote” ya es suficientemente expresivo), nacido en 1947 en Aliquippa, un pequeño pueblo de Pennsylvania, se le reconoce como el mejor jugador universitario de todos los tiempos. Fue en esta etapa universitaria donde más brilló, enrolado en la Universidad de Lousiana State (LSU). En ese equipo coincidió además con su padre, Press Maravich, que era el entrenador. Seguramente fue este antiguo jugador profesional de baloncesto quien metió el gusanillo del basket en su hijo. Desde muy pequeño, Pete se pasaba el día con un balón de basket entre las manos. Dada la timidez extrema del chico, podríamos decir que el balón fue su mejor amigo durante esos años. Bota que te bota, el balón le acompañaba a todos lados, incluso al cine, donde se sentaba en las últimas filas para, mientras veía la película, poder seguir botando la bola sin molestar al resto de los espectadores. No es de extrañar el consumado manejo que demostró posteriormente; el balón y él se conocían y se comunicaban perfectamente; constituía un apéndice de su propio cuerpo. En los primeros años de instituto se ganó su sobrenombre de “pistola”. Solía jugar con chicos más grandes que él, y como no tenía fuerza suficiente para lanzar de una manera ortodoxa, lo hacía sacando el balón de la cadera (como los niños “que no llegan”, vamos). Esta forma de lanzar, que jamás abandonó, recordó a un periodista local a un pistolero desenfundando su revólver, y le bautizó con el “pistol” que pasaría a la historia. Ya en el instituto demostró sus grandes dotes y volvía locos de admiración a los testigos de sus increíbles jugadas.
Como se ha dicho antes, en la NCAA jugó para los Tigers de Louisiana State, equipo entrenado por su padre. Convirtió un equipo perdedor en una escuadra a tener en cuenta y que se ganó el respeto de los adversarios de todo el país (pasaron de un 3-20 en la temporada anterior a Pistol, a 22-10 en su último año, donde alcanzaron la Final Four de su conferencia, aunque no consiguieron llegar al campeonato central de la NCAA). Las estadísticas de este base de 1´96 metros en su etapa universitaria fueron sencillamente inmejorables: ¡44´2 puntos de media por partido!, 6´4 rebotes y 5´1 asistencias.
Siendo ya un jugador famoso en todos los EEU fue elegido con el nº 3 del draft de 1970 por los Atlanta Hawks, y firmó un contrato escandaloso para la época: 1.600.000 dólares. Todo parecía ir bien, pero sus inicios en la NBA no fueron fáciles. Se instaló en Atlanta, sólo, sin su padre, que se quedó cuidando de su madre que ya tenía por entonces serios problemas de alcoholismo. Los Hawks eran un buen equipo, que había firmado un ilusionante 48-34 en la temporada anterior. Sin embargo, el contrato de Maravich provocó envidias entre sus nuevos compañeros, que culminaron con la salida de uno de sus pilares, Joe Caldwell. Además, la timidez de Pete no facilitó que entrara bien en el vestuario de los Hawks, y sus propios compañeros lo boicoteaban dentro y fuera de la cancha. La franquicia comenzó la temporada de forma horrible, y personalmente Pistol estaba desastroso, fallando tiros y perdiendo balones. En los primeros 16 partidos: 4-12. Los dólares de su contrato, se los iba a tener que ganar uno a uno con el sudor de su frente. Y Pete, a pesar de los problemas y de la lejanía de su padre y mentor, supo reaccionar: tres partidos seguidos de 32 puntos, y 40 puntos frente a los Knicks en el Garden. A partir de ahí, los Hawks despegarian, y conseguirían acceder a los Playoffs, donde fueron derrotados en primera ronda 4 a 1 por los propios NY Knicks tras una serie muy dura. No se podría decir, por tanto, que su año de rookie fue malo: 23´2 puntos, 4´4 asistencias y 3´7 rebotes por partido, y elegido en el mejor quinteto de novatos.
Sus dos años siguientes fueron peores. Pete era visto como un tipo raro en el vestuario, y sus relaciones sociales eran mínimas. Aunque comenzó a practicar artes marciales para superar su enclaustramiento, en verano contrajo una mononucleosis que le hizo perder 15 kilos. Durante la temporada siguiente sufrió una parálisis facial que le hizo perderse varios partidos y tener que jugar con máscara. Además, su padre fue despedido de LSU por sus malos resultados, y aceptó entrenar en la minúscula universidad de Appalachian State, con malas comunicaciones por encontrarse en las montañas, lo que hizo que el contacto con su hijo fuera más difícil y espaciado. Por si no fuera suficiente, su madre tampoco lograba superar sus problemas con el alcohol, algo que llevaría al trágico desenlace de su suicidio, que supondría un tremendo shock para Maravich. Todo ello influyó en su rendimiento, claro, que lejos de ser malo (19 puntos y 6 asistencias en la 71-72 y 26 y casi 7 asistencias en la siguiente), no alcanzaba para convertirse en la superestrella que se le suponía.
Llegó la temporada 1973-1974, y aunque sus números siguieron siendo muy buenos, jugó su segundo All-Star y fue seleccionado en el segundo mejor quinteto de la liga, su equipo volvió a fracasar en los Play-offs, asiendo eliminados en primera ronda, de nuevo como el año anterior, ante los Celtics, que ese año serían campeones.
Los aficionados y la franquicia señalaron a Maravich como el culpable de los insuficientes resultados, y ese verano del 74 fue traspasado a los recién creados New Orleans Jazz a cambio de nada menos que ocho jugadores. En los Jazz, ahora sí, Pistol se convirtió en una superestrella, aunque el rendimiento del equipo tampoco fue satisfactorio, con balance negativo en las cinco temporadas en las que tuvo a Maravich en sus filas, y, por supuesto, sin conseguir entrar en Playoffs en ninguna de ellas. Su mejor temporada fue la 76-77, en la que con más de 31 puntos de media se convirtió en el máximo anotador del campeonato.
La falta de expectativas se notó en su juego, que fue en descenso con los años (aunque continuaría dando espectáculo y revolucionando el juego con canastas inverosímiles y pases imposibles, convirtiéndose en la principal inspiración de bases posteriores como Magic o Isiah Thomas), hasta que en la temporada 79-80 sus Jazz se trasladan a la ciudad de Utah (donde continúan), y en enero del 80 sus dirigentes deciden rescindir el contrato de Maravich. Los Celtics estuvieron rápidos, y lo ficharon para que coincidiera con su nueva superestrella, Larry Bird. Sin embargo, las lesiones y su bajo nivel de forma hicieron que su rendimiento fuese muy bajo, y ese verano decidió retirarse. Poco antes había muerto su padre, Press, y su ausencia, esta vez ya definitiva, dejó a Pete sin nadie que pudiera aconsejarle hacia dónde dirigir su destino.
Sólo jugó 10 años en la NBA, en los que promedió más de 24 puntos y 5 asistencias, pero se retiró muy joven para lo que suele ser normal. A partir de ahí, vino el descenso a los infiernos en lo personal. Para combatir su frustración y soledad, se intentó refugiar en el alcohol y en las más diversas doctrinas: el hinduismo, el yoga, incluso la ufología y la comida macrobiótica. Finalmente, declaró que había encontrado la paz espiritual en la Biblia y siguió una recta vida cristiana volcada en actos de caridad junto a su mujer y sus dos hijos En 1988, mientras jugaba un partido benéfico, un defecto congénito (le faltaba una arteria coronaria) le provocó un fallo cardíaco que acabó con su vida. Paradójicamente, en el momento de retirarse, hacía ocho años ya, había dicho: “no quiero jugar 10 años en la NBA y luego morir de un infarto a los 40”. Sus palabras resultaron tristemente proféticas.
Posteriormente, en 1995, fue elegido como uno de los 50 mejores jugadores de toda la historia, y con los años su leyenda fue aumentando, siendo recordado como lo que fue: un base revolucionario, un anotador empedernido, un baloncestista espectacular como pocos hasta entonces, que se adelantó a su tiempo y abrió el camino al “showtime” que presidirá la NBA en los ochenta y que se ha convertido en la marca registrada de la mejor liga del mundo.
Como siempre, aquí tenéis unos videos con las mejores jugadas de esta leyenda del basket, pionero y antecesor de bases creativos y espectaculares como Magic, Isiah Thomas, Jason Williams o Steve Nash.
Más que Pisto, le pega Espárrago. Los Jazz los mejores
ResponderEliminarun gran olvidado en la NBA, todo un ejemplo de amor por este juego, su creatividad, su magia... yo me emociono cada vez que lo veo... y si, yo tb vi la peli. .. una peli para soñadores
ResponderEliminarVlade Vidac y Drazen Petrovic, una bonita historia de hermanos y enemigos que sería una gran entrada para esta maravillosa sección de ''Cerca de las estrellas''. Por si te quieres documentar, hay un gran reportaje de estos dos jugones emitido por canal+. Seguramente lo hallas visto xD
ResponderEliminarPor cierto, sigo esperando la entrada de MICHEL JORDAN que hilando este tema, hoy hace 27 años que debutó en la nba contra los bullets
si tengo algo abandonado el blog, más aún esta sección, tengo que reconocerlo. Y sí, lo de Jordan lo tengo pendiente pero es taaaaaan largo que tengo que disponer mucho tiempo (y ganas). Y en cuanto a lo de Divac y Petrovic, poco que añadir a lo que muestra ese maravilloso documental (quizá se centra demasiado en el punto de vista de Divac, por ponerle algún pero), así que... Otra cosa sería una entrada específica sobre Petrovic, o sobre Fernando Martín, se me ocurre también. Por cierto, deseando estoy ver esta noche el Informe Robinson sobre la temporada que el Partizan de Belgrado jugó como local en Fuenlabrada por mor de la guerra de Yugoslavia, y que concluyó con su victoria en la Copa de Europa con aquel mítico triple de Djordjevic en el último segundo frente al Joventut de Villacampa y Cortney Thompson, entre otros.
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