Como bien sabéis, en este mi/vuestro blog no suelo ocuparme de cuestiones políticas. Si acaso, las relacionadas con la educación, dado que es lo que más me interesa (y no sólo por mi profesión, sino porque al fin y al cabo, es el futuro de nuestra sociedad lo que se prepara en el sistema educativo). Hoy, sin embargo, haré una excepción. Hoy voy a hablar de política, sí. A dejar algunas cosas claras que por supuesto casi nadie va a leer y que al que lo lea, si está de acuerdo, muy bien, pero si no, dirá que soy un facha, españolista, tal y cual. Pos vale. Pero sólo me valen argumentos, nada más. Lo demás, me la refanfinfla. Si alguien puede rebatirme por medio de la razón, bien, entramos en debate y seguro que sacamos algo positivo. Pero si se van a valer de etiquetas ideológicas (tontológicas en realidad), argumentos de autoridad subjetivos e irracionales, etc. que se ahorren el esfuerzo.
Viene todo esto al caso del nacionalismo “periférico” (que llaman) y de la “consulta” popular ayer en Arenys de Munt sobre la independencia de Cataluña. Varias cosas que enumeraré sobre esta payasada:
- Como era una consulta cívica (lo que le gusta a los catalanes esto del civismo… si les conviene) supongo que los partidarios de una y otra opción habrán argumentado al electorado los pros y los contras de cada decisión, estudiando la consecuencias en política internacional, fiscal, económica, social y cultural que supondría esa independencia, explicando cuál sería el modelo de Estado a seguir y las relaciones con los Estados vecinos, argumentando porqué esto supone la creación de un mundo mejor y es un avance hacia el progreso de toda la sociedad, etc. ¿No? ¿No lo han hecho? Ah, vaya, vaya… pues a ver si es verdad que va a ser una pantomima, ¿eh?
- Dado que todos los españoles somos iguales en derechos y en deberes, incluso los que no se sienten como tal (fijáos qué malos somos), la única defensa “decente” del independentismo es apelar al sentimiento nacional, subjetivo e irracional, con unos orígenes históricos bastante oscuros y basado en tradiciones e instituciones nada democráticas, como las medievales o feudales que se opusieron al absolutismo borbón del XVIII. El nacionalismo e independentismo es simplemente otra demostración de insolidaridad, de egoísmo, y de fantasía política al nivel del fascismo. Ellos no son felices porque España se lo impide, igual que la culpa de la crisis de los 30 en Alemania la tuvieron los judíos. Qué curioso que se plantee una independencia nacional o territorial pero no clasista, como por ejemplo: “nosotros los ricos somos una clase independiente y no vamos a pagar impuestos pa que los vagos subsisten como parásitos. Y en el referéndum por la autodeterminación de los ricos, sólo votamos nosotros, claro, los demás no tiene que nada que decir”. Esto, que puede parecer una barbaridad, es lo mismo que el reclamo de la independencia en base a muy discutibles bases históricas. Y, por supuesto, cualquiera puede “fabricarse” su “nacionalismo”: "una pena lo de nuestra Oretania, invadida y pisoteada primero por los romanos, luego por los visigodos, más tarde por los moros, y ahora esclavos del Estado español. ¡Libertad para Oretania1¡Viva la Oretania libre! Claro, para lograr esta independencia oretana, tendríamos que lograr que lo aceptasen todos los españoles, no sólo nosotros, porque es lo que tiene que todos seamos iguales en este Estado de Derecho. ¿Cómo?¿Qué esto no lo entienden otros nacionalistas que conviven con nosotros ¿ Pues qué estúpidos ¿no? Los Oretanos es lo que tenemos, otra cosa no, pero de Luces vamos sobraos. Ya hay que ser tonto pa no entederlo, ya… O desgraciao, vete tú a saber".
- La unión hace la fuerza, siempre. Cuanto más amplio sea un estado democrático, más fuerte será el Estado y la propia democracia, representada en las libertades y soberanía de más individuos. Si España ahora mismo es una gran nación es porque en ella cabemos todos, y porque formamos parte de Europa, que en el futuro, espero, pueda ser llamada también una gran nación (en el camino estamos mal que les pese a algunos). Igual que si se hiciese realidad esa idea un tanto abandonada de la Federación Ibérica entre España y Portugal yo la aplaudiría, cualquier escisión y merma en la unidad de una sociedad democrática me parecería negativa y un ejercicio de irresponsabilidad por parte de quienes la protagonicen y de quienes lo permitan. No nos engañemos, pero qué curioso que las dos regiones donde el nacionalismo es más fuerte son las más ricas de España. Tienen ese sentimiento de superioridad del rico frente al pobre, y ven en el resto un lastre para su desarrollo (no recuerdan, o no quieren recordar, cómo ese malvadisísimo Estado español ha invertido en los dos últimos siglos las más fuertes cantidades de dinero en ambos territorios para convertirlos en las locomotoras económicas de España, no contaban entonces con que quisieran que el tren descarrilara y seguir solos).
- Para terminar, y dejarlo todo claro, el nacionalista separatista es un espécimen egoísta, iletrado e irracional (bueno, puede ser racional y egoísta, pero mentiroso pues no reconoce las verdaderas razones de su anhelo nacionalista, es decir, la codicia y la falta de solidaridad), antidemocrático como él solo, que no vería la incongruencia de su fanatismo ni aunque le golpeasen con ella en la cabeza . Pero claro, como resulta que los demás, los que aceptamos todo y tenemos más tragaderas que Sancho Panza, y reconocemos que efectivamente hay que ayudar al que lo necesita (dentro de un orden y siempre que sirva para algo, demagogias, no, por favor), y pensamos que todos somos iguales hayamos nacido en Barcelona, en Cuenca, en Getxo o en Minglanilla (o en Dakar o en La Paz), y sólo nos diferenciamos por nuestros actos, éstos, digo, nosotros, somos los que estamos acomplejados y no podemos cantarles las cuarenta (cantar la caña, dicen los catalanes) a los papanatas que inundan nuestras televisiones y radios y acampan en nuestras instituciones democráticas, estómagos agradecidos que en razón de la discordia viven como reyes por muy republicanos que sean. Pos va a ser que no. Las cosas, como son. Después, si queréis, se discuten otras, pero éstas, claras como el agua, oigan.
A ver si podemos poner en orden el país, que falta nos hace, sin el chantaje de estos piratas del sentimiento nacional, y, por qué no, otras cosas como disfrutar del magnífico juego del Barça sin tener que ver personajillos ridículos y advenedizos como el señor Laporta, ni el Nou Camp lleno de banderas anticonstitucionales que representan el egoísmo, la avaricia y el racismo (banderas anticonstitucionales que sí se han prohibido y perseguido en el resto de los campos de fútbol españoles, por mucho que algún descerebrao saque de vez en cuando alguna, menos en el coliseo barcelonista y en San Mamés; otra “curiosidad” más que demuestra que, por mcho que nos pese, no todos somos iguales).
¿Sentimiento nacional? Sí, yo me siento español en el extranjero, Manchego en el resto de España, y de Ciudad Real en las demás provincias. Y, siempre, siempre, ciudadano del mundo, lo que pasa que aún no he tenido la oportunidad de pasear mi nacionalismo terráqueo frente a ningún alienígena, pero todo se andará. Mi nación, es España, sí, pero sobre todo son la Razón, la Justicia, y la Libertad. Hala, a cascala.
Els espanyolistes sou tots iguals, no admitís que regions com Luciana, que és el veritable problema de fons, sigui lliure i es quedi amb la nacional 430. ¡Luciana lliure ja!
ResponderEliminar¿Pero qué Luciana libre ni leches? ¡Si Luciana es de Botín!
ResponderEliminarPor cierto, ambos hablamos valenciá con fluidez, vale, y en este dialecto catalán en que ahora te expresas yo te entiendo por afinidad lingüística, pero por respeto a los castellanoparlantes haz el favor de al menos traducir la parte más importante. Vamos, que Luciana es como Ferrari, patrocinada por el BSCH.
El mundo debería evolucionar para tener cada vez menos fronteras, y no más.
ResponderEliminarLos nacionalismos egocéntricos, insolidarios y excluyentes son anacrónicos.